Capítulo 12

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Capítulo 12:

"Llega el momento donde un te quiero queda pequeño".

Desde ese momento creí que nunca me separaría de él, realmente lo creí. Cuando sus brazos apretaban mi cuerpo me sentía protegido y feliz, sentía que de verdad lo nuestro sería eterno.
-Creo que debo irme....
Se alejó delicadamente de mi cuerpo y metió ambas manos en los bolsillos de su polerón.
-De acuerdo.
Respondí frunciendo los labios en una mueca.
-Nos veremos mañana.
Dijo sonriendo.
-Sí, mañana.
-Te quiero.
-Yo más.
-¿Mucho más?
-Mucho más
Me estrecho entre sus brazos pero se alejó con algo de violencia y bastante rapidez.
-¿Qué...qué paso?
Pregunte con una expresión confusa.
-¿No es ese el auto de tú padre?
-¿El auto de tú suegro?
Dije en un tono de broma pero el permanecía serio.
-Thom, es el auto de tu papá.
Me dolió el estómago al escuchar sus palabras, me di media vuelta y efectivamente, era el auto de mí padre. Se había estacionado y de seguro nos había visto abrazados.
-Mierda.
Murmuré caminando hasta el automóvil, cuando iba a medio camino la ventanilla bajo hasta la mitad y el rostro de mi padre mostraba una expresión mal humorada, como siempre...pero ahora era más.
-Sube.
Abrí la puerta de atrás y subí de inmediato, baje el vidrio para despedirme de Max con un movimiento de mano.
-Cierra la ventana.
Murmuro mi padre y lo hice enseguida, observé a Martín y él tenía los labios fruncidos en una mueca.
-¿Qué hacías con ese tipo?
Preguntó mi padre mientras comenzaba a conducir.
-Le...le estaba pasando unos apuntes.
-¿Y para eso tenías que abrazarlo?
Respiré profundamente y guardé silencio.
-Te hice una pregunta, Thomas. ¿Había necesidad de abrazarlo?
-No.
-¿No, qué?
-No, papá.
Se detuvo frente a un semáforo rojo.
-Entonces, ¿por qué lo abrazaste?
-Solo fue un abrazo.
-Los maricones se dan abrazos.
-Se llaman gays, papá.
-¿Los defiendes?
-No, solo que así se les dice.
-Son maricones.
Martín me dio un codazo, eso indicaba que era mejor quedarme callado.
-No quiero verte con ese joto.
-No es joto.
Murmuré jugando con mis manos.
-¿Qué dijiste?
-Dije que no...
Y Martín volvió a golpearme.
-Dijo que no se juntaría más con él, ¿verdad Thomas?
Me dio otro fuerte codazo y yo asentí.
-¿Eso dijiste, Thomas?
-Sí, eso dije.
Volvió a conducir y estuvo bastante rato en silencio.
-¿A dónde vamos?
Le pregunté a Martín en un susurro.
-Comida familiar.
Respondió encogiéndose de hombros.
-Mamá, ¿A dónde vamos?
Ella me observó con una pequeña sonrisa sobre sus labios.
-Vamos a una comida familiar.
-Te lo dije.
Dijo Martín entre dientes.
-Genial.
Me acomodé sobre el asiento y mantuve la mirada en el suelo mientras mis manos jugaban entre sí, el viaje parecía eterno...sobre todo porque estaba algo nervioso por lo sucedido anteriormente.
-Hemos llegado.
Dijo mi padre mientras se estacionaba.
-¿Y tú novia, Martín?
-Que te importa.
-¿Terminaron?
El rodo los ojos ante mi pregunta y yo comencé a reír.
-¿Terminaron, verdad?
-Terminamos.
-¿Por qué?
-Cállate.
-¿Quién le puso los cuernos a quién?
-¡Thomas!
Mi madre se veía algo molesta así que mordí mis labios para no seguir riendo aunque era casi inevitable no hacerlo. Bajamos del auto, era el restaurante donde solía mi padre juntarse con su jefe.
-¿Es una comida con tú jefe?
Pregunté y mi padre asintió tomándole la mano a mi mamá.
-Ojala me den un ascenso.
Comento abriendo la puerta para que entráramos antes que él. De inmediato se puso de pie un hombre de edad avanzada, digamos unos 50 o 60 años. Tenía una barba y alguna que otra cana, ese día traía puesto un traje de dos piezas completamente negro y acompañado por una camisa blanca. A su lado una mujer de unos 40 años, una que otra arruga sobre el rostro pero vestía un traje bastante elegante y alado de ellos dos había un chico...jodidamente hermoso, no hay otra forma de describirlo. Era dueño de unos hermosos ojos verdosos, un cabello rubio con pequeños risos en las puntas y una son sonrisa realmente encantadora, aunque fuera fingida era encantadora.
-¿Cómo están?
Preguntó el jefe de mi padre y nos saludó a todos, seguido de él lo hizo su mujer y por último el chico. Fue una simple tomada de manos pero fue suficiente como para que me pusiera nervioso.
-Él es mi hijo, Xavier.
Su padre lo presentó con un tono de orgullo y Xavier se limitó a sonreír.
-Ellos son Martín y Thomas.
Mi padre nos presentó casi con el mismo tono que su jefe, y todos comenzamos a reír, no sé porque pero lo hicimos.
-Tomen asiento.
Y nos sentamos, era una mesa bastante grande y repleta de alimentos apetitosos pero eso no me interesaba, sino Xavier y claro que no me sorprendiera mirándole...porque eso hubiera resultado incómodo para ambos.
-Y bien, ¿por qué no van un momento a fuera?
Inquirió la mamá de Xavier con una sonrisa.
-Yo me quedaré aquí.
Respondió Martín observándome.
-¿Y tú, Thomas?
Yo me encogí de hombros ante la pregunta de mi padre.
-Deberías de salir con Xavier.
Comentó mi madre y él chico asintió poniéndose de pie, hice lo mismo y simplemente le seguí.
-¿A dónde iremos?
Pregunté y él se encogió de hombros. Llegamos al jardín y nos quedamos en silencio, la situación era bastante incomoda.
-¿Qué edad tienes?
Yo le miré directamente a los ojos y tomé airé "disimuladamente" para responder.
-16, ¿y tú?
-19. ¿Vas a la escuela?
-Sí, ¿tú?
-También, ¿tienes novia?
-No, ¿tú?
-Soy gay.
Y me quede en silencio, era extraño que alguien confesara su sexualidad de una forma tan abierta como él.
-¿Eres homofóbico?
Preguntó alzando ambas cejas.
-No.
-Oh, genial.
-¿Tienes novio, entonces?
El negó.
-¿Tú no eres gay?
-No.
Respondí intentando demostrar seguridad.
-¿Seguro?
Me encogí de hombros no sabía que decirle.
-Eres tímido.
Asentí.
-¿Entonces eres heterosexual?
-Sí.
-¿Podríamos ser amigos?
Volví a asentir y el curvo sus labios en una sonrisa. No supe que más decir y al parecer el tampoco ya que permanecimos en silencio durante más o menos 10 minutos.
-Deberíamos entrar, ¿no crees Thomas?
Asentí con la cabeza y ambos caminamos hacia adentro, los más grandes estuvieron 5 minutos despidiéndose, arreglando la próxima cita y toda esa clase de cosas que hacen los adultos. No pude evitar mirar a Xavier de vez en cuando era imposible no hacerlo, y entonces salimos todos juntos del restaurant. Mi mamá usaba palabras más educadas...en realidad se veía ridícula hablando de esa forma pero quizás ella se sentía cómoda. Martín subió al auto luego de despedirse de todos excepto de Xavier, al parecer él no había sido de su agrado.
-Thomas.
Xavier me extendió la mano y yo la tome, mientras los adultos reían él se aproximó hasta mi rostro y beso la comisura de mi labio.
-Nos vemos, amigo heterosexual.
Dijo entre risas y se alejó, yo no pude dejar de mirarle con sorpresa...jamás me esperé que hiciera algo así menos frente a todos, subí al auto y Martín me miro algo extrañado, al parecer él lo había visto.
-¿Te beso?
-Fue en la comisura.
-¿Todos los gays se despiden así?
-No, ¿cómo sabes que es gay?
-No lo sé, ¿tal vez porque casi te besa?
-Oh...claro.
Mis padres subieron y estuvieron riendo por varios minutos a carcajadas, mi madre venía pasada de copas y yo aun alucinaba con lo que había pasado minutos antes.
-Thom, quita la cara de estúpido.
Murmuro Martín.
-Idiota.
Respondí.
-¿Te gusta?
-¿Quién?
-Ese...
-No, por si lo olvidas estoy en una relación.
-¡¿En una relación?!
Dijo mi padre algo sobre saltado y yo abrí los ojos con sorpresa.
-¿Tienes novia, campeón?
-Am....sí, papá.
Paso el resto del viaje hablando sobre los nietos que quería y luego sobre el uso de "protección" lo cual fue confuso así que decidí no prestarle atención. Llegamos bastante tarde a casa así que simplemente nos acostamos a dormir. Al otro día aun recordaba a Xavier, así es, no había conseguido olvidarle. Corrí hasta la escuela ya que no quería irme con Martín ni mucho menos escuchar sus comentarios ridículos. Llegue hasta el establecimiento y como todos los días ahí estaba Max, ya no me parecía tan hermoso...y eso me hacía sentir de una forma extraña.
-¡Thom!
Dijo abrazándome con delicadeza y yo solo correspondí.
-¿Qué te dijo tu papá?
Me aparte un poco y me encogí de hombros.
-Ya sabes, no te juntes con ese maricón...no le hables al joto. Lo típico.
El comenzó a reír y me volvió a abrazar, lo rodee con cuidado y esa cálida sensación volvía a invadirme, mis sentimientos hacía él no cambiaban y eso era algo bueno.
-Ayer cuando te fuiste te extrañe.
Deje un corto beso sobre sus labios y le sonreí ampliamente.
-Yo quería quedarme contigo, te quiero tanto Max.
-Yo no te quiero.
-¿No?
Alce ambas cejas.
-No, yo te amo.
Y antes de que pudiera responderle me abrazo con ternura y busco mis labios para besarme, jamás creí que me diría "te amo" pero era algo que necesitaba escuchar.

Rompiendo reglas |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora