↬Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 15↫

2.2K 213 37
                                    


La
comunicación
es  la  clave.

|↬❀↫|

Y. Han Soora

     No era ninguna fábrica de bebés, era una mujer y por ende, valgo más que eso. No me malinterpreten, quiero tener hijos, pero no por obligación, quiero tenerlos por amor.

     Las mujeres no somos objetos de ningún tipo, somos un ser humano que tiene un corazón y un cerebro.

     Salí corriendo de aquella habitación, ignorando el hecho de que estaba desnuda y envuelta en una sábana. Quería huir, no sabía a donde o siquiera con quien ir, no tenía amigos y solo había interactuado con una persona convirtiendolo en conocido, uno bastante atractivo, fuera de eso, no tenía a nadie.

     —¿Señora Jeon, a dónde va tan deprisa? —Ian se puso delante de mí y solo corrí a abrazarlo, no se me había ocurrido otra cosa para desahogarme—. Si el señor Jeon nos ve, estamos muertos.

     No me importó y seguí pegada a él.

     Era cálido.

     Me rodeó con sus brazos e inundó mis fosas nasales con su exquisito perfume. No era uno costoso como los que usaba Jeon, pero estaba perfecto.

     —Quiero irme de aquí —dije en un sollozo—. No quiero darle un hijo, no por obligación o un simple contrato. Me niego —quizás Ian no entendía lo que pasaba, pero por lo menos me escuchaba mientras sollozaba.

     —No puedo llevarla a ningún otro lado y menos, cuando el señor Jeon tiene tanto poder sobre nosotros. No quisiera que le pasara algo a usted —su voz era suave y consoladora.

     ¿Esto estaba mal?, ¿Querer que otro hombre te consolara contra su pecho, estaba mal? Me sentía patética haciendo ésta escena, sabía lo que pasaría al ser comprada por Jeon, pero jamás ñ que fuese por su bien, para salvar su pellejo y sus millones, solo pensé que necesitaba una compañera para el resto de su vida.

     Un carraspeo se hizo presente y por instinto me alejé de Ian como un rayo, tenía miedo de lo que podría pasar. Miré a Carlos, era el chófer actual de Jung Kook, estaba de brazos cruzados e imponiendo su tamaño, porque realmente era muy alto, a mi parecer sobrepasaba el metro ochenta, pero no sabía con certeza.

     —El señor Jeon desea ver a su esposa en la oficina —miré a Ian unos segundos y luego a Carlos, su voz gruesa se repetía en mi cabeza.

     Jeon iba a castigarme si se enteraba de aquella escena.

     Asentí, dándole a entender que subiría a la oficina justo como él mismo había dicho. Subí las escaleras a paso lento, reviviendo momentos que había pasado con mis hermanas y de cuanto las echaba de menos; ellas me aconsejarían y sabrían que hacer en mi posición, pero a pesar de mi gran carácter y facilidad de decir "No", con Jeon me sentía obligada a acceder, me gustara o no.

     Toqué la puerta y escuché el famoso, poco esperado y con voz gruesa el gran pase, tragué saliva e intenté normalizar mi pulso, no sabía si era por subir las escaleras o por la intranquilidad que sentía al saber que hablaríamos del tema.

     No me sentía preparada.

     —Ian te ha servido de consuelo, ¿No es cierto?

     Tragué saliva, ¿Por qué debía sentirme culpable? No lo había engañado.

Es ᴄᴜᴇsᴛɪᴏ́ɴ ᴅᴇ ᴘᴇʀᴄᴇᴘᴄɪᴏ́ɴ || ᴊᴇᴏɴ ᴊᴋ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora