⇒Segundo Capítulo

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  La pequeña Lalisa Manoban bajó del avión con mucho más que sueños en su maleta, su metro cincuenta y cinco de altura se alzaba orgulloso mientras que pisaba con firmeza las baldosas del aeropuerto. Cada paso que daba, la acercaba hacia un nuevo futuro y su corazón saltaba emocionado en su pecho con tan sólo pensar en reecontrarse con sus viejos amigos.

  Lisa no había sido la primer tailandesa en viajar a Corea del Sur en busca de su sueño, varios de sus amigos con los que había participado en un grupo de danza, BamBam, Minnie y Sorn también lo habían hecho. Ellos lograron ir antes que ella y ya se encontraba en su periodo de entrenamiento, intercambiaban mensajes de texto frecuentemente en dónde se contaban anécdotas y expresaban lo mucho que no podían esperar a que Lisa se les uniera. Minnie, o como le gustaba decirle, Nicha, había sido la primera en ofrecer su hogar para que la pequeña rubia pudiese hospedarse mientras encontraba un lugar para quedarse definitivamente. Y sin más remedio, Lisa aceptó la amable oferta y por eso ahora se encontraba buscando a una, por el momento, pelinegra. La rubia nunca había sido una gran fan de los lugares con gente y amontonamientos de la misma, así que con una desesperación agobiante, Lisa buscaba a un cartel con su nombre parada en puntillas de pie. El mar de gente la empujaba, la movía e incluso casi la tiraban, necesitaba salir de ahí si no quería tener un ataque de ansiedad pronto.

  Justo cuando estaba por darse por vencida, un cartel de tamaño promedio y color fucsia apareció en su campo de visión. La caligrafía prolija de Nicha y su nombre escrito en su lengua maternal, le decían que sin duda la que la sostenía era su amiga, quien se veía muy diferente desde la última vez que la vio.

—¡Minnie!—Gritó emocionada mientras corría, lo más rápido que su maleta le permitía, hacia su amiga.

—¡Lalice!—Le devolvió el grito con el mismo entusiasmo.

  Sus piernas cortas se movían a una velocidad y agilidad envidiable mientras esquivaba a todas las personas que se le cruzaban y observaba a la pelinegra abrir sus brazos de par en par. Ya a unos cuantos pasos de distancia, Lisa soltó su equipaje, dejándolo caer seco contra el suelo y corrió aún más rápido hasta estrellarse contra el pecho de Nicha, quién era unos cuantos centímetros más alta—unos 9 para ser exactos— y también dos años  mayor que la rubia.

—Te extrañé mucho—Murmuró la menor.

—Yo también te extrañé Lalice—Le respondió su amiga con una sonrisa en su rostro mientras acariciaba el cabello en el tope de la cabeza de Lisa—. Aún no puedo creer que estés aquí.

  La rubia soltó una breve risilla y se separó levemente de Minnie para volver a apoyar la barbilla sobre su pecho, levantando la cabeza para poder mirarla directamente al rostro.

—Yo tampoco, creí que jamás lo lograría—Confesó.

—Pero lo hiciste, ya estás aquí. Ahora dime, ¿estás lista para conocer tu nuevo hogar?—Preguntó  entusiasmada separándose mientras recogía la maleta que, previamente, Lisa había tirado al suelo.

—Temporal—Remarcó—. Y sí, estoy lista.

—No se diga más, andando—Dijo haciendo un saludo militar, arrastrando el equipaje que Lisa había intentando quitarle pero no tuvo éxito alguno.

  La rubia apuró sus pasos hasta llegar al lado de su amiga y cinco minutos más tarde, la brisa fresca de Seúl las recibió en la entrada. La menor tomó respiraciones profundas, llenando sus pulmones del aire nuevo y relajándose un poco al no estar tan rodeada por completos extraños que eran de todo, menos amables. Sus ojos miraban curiosos el alrededor, intentando absorber lo más que podía durante un breve período de tiempo. Las estructuras, la moda, todo en Corea del Sur transpiraba modernidad, una completamente distinta a Tailandia.

⇒Pérdida de tiempo⇐ Jenlisa FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora