El crepúsculo del aprendiz

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Darth Vader se encontraba en Malachor, había sido informado sobre la presencia de rebeldes allí, pero lo que había hecho que el sith fuera en persona no era nada mas y nada menos que por ella. Sabía que estaría allí.

Ahora él se encontraba en el interior del templo Sith, y en frente suya una Togruta lo miraba con tristeza.

-No te abandonaré-Gritó con tono dolido-No esta vez-Sentenció mirándolo con nostalgia, ¿Como había podido acabar así su maestro?

Cientos de imágenes de ambos juntos se le vinieron a la cabeza, pero ahora no era momento de ponerse a recordar esos tiempos.

En la cabeza del Sith también pasaban cientos de imágenes de ellos juntos, como bromeaban, como se protegían y como se había encariñado de aquella pequeña togruta.

Recordó como había sido su llegada, él no quería un padawan, se decía que solo lo retrasaría, pero al final de todo había resultado ser todo lo contrario.

Recordó como se protegían el uno al otro batalla tras batalla, como ella siempre lo seguía fuera a donde fuese, sin importar el peligro que lo acechase.

Recordó como se había sentido cuando la joven había quedado entre los restos de la fábrica de droides en Geonosis, como se sentía cuando la togruta le desobediencia o como le hacia sentirse al verla crecer y mejorar como persona y como Jedi.

Pero también recordó como ella había partido tras las escaleras del templo, como había cerrado su mano con su trenza padawan en ella y como le había dicho que no iba a volver.

Sin saber como, Vader se encontraba luchando contra ella, ni siquiera recordaba haberle dicho nada, aunque de su boca las palabras entonces morirás habían sido conjugadas.

El más alto observó como la togruta cruzaba sus sables para bloquear el contrario, provocando otro recuerdo en el Sith.

Después de meses tras su partida, ella había regresado para ayudar a Mandalore, sus caminos por fin se habían vuelto a juntar. Anakin había corrido a su habitación con entusiasmo y nerviosismo, y cogió aquella caja que guardaba entre sus pertenencias. Al principio el encuentro había sido incómodo, ella parecía distante ¿Acaso estaba enfadada con él?
Pero aquello fue olvidado en cuanto la vio sonreír, ella seguía siendo su Sabionda. Después de la sorpresa de su escuadrón, él se acercó a ella y le tendió aquella caja que había estado guardando y cuidando con tanto cariño.

En ese momento Anakin se sentía feliz, Ahsoka había regresado y la guerra por fin llegaba a su final, por lo que podría estar junto a su amado ángel.

Ahsoka recogió la caja con delicadeza y duda en sus movimientos, antes de siquiera abrirlo ya sabía su contenido, pero no estaba del todo segura de poder hacerlo. Anakin la miró y extendió más la caja, animándola a tomarlos. La chica abrió al fin la caja y sonrió al ver sus viejos sables de luz, estaban perfectos. Ella encendió sus sables y los movió adaptándose a ellos, al frenar miró con cariño a su maestro con los sables aun encendidos de forma cruzada y Anakin supo que todo saldría bien, todo volvía a donde debía estar.

Pero entonces se cruzó con el Canciller y lo arruinó todo, él le había llevado a su propia destrucción.

Y él lo odiaba por eso.

Él le había hecho perder todo.

El templo comenzó a desmoronarse mientras ambos seguían luchando en el interior. En uno de los movimientos del Sith, Ahsoka, fue empujada varios metros atrás, dejándola fuera de la vista de Vader.

Él debía salir ya, se repetía, si no no sobreviviría.

Con rapidez se giró y salió del lugar, varias piedras le golpeaban por el camino, pero el no se paraba a mirar. Su herida en la pierna resquemaba, una de las grandes piedras de una de las columnas del templo había impactado en ella, dejando al hombre malherido, aun así no se paró, debía seguir.

Cuando consiguió salir de allí, el templo se cayó por completo y él lo observó durante varios segundos buscando la presencia de Ahsoka, pero no había rastro de ella.

La aprendiz ha muerto

Se dijo a si mismo sintiendo una extraña sensación en el pecho, algo que no había vuelto a sentir desde que Padme había muerto.

Culpa.

Él la había matado también.

Vader se giró y caminó a su nave, en la cual dejó escapar un grito desgarrador, ella no debía morir, él le había jurado protegerla, juró que nunca le haría daño, y ahora ella estaba muerta por su culpa, él la había matado.

El sith encendió los motores y partió de aquel planeta, al cual jamás volvería a pisar.

Él la había fallado.

En las ruinas del templo, un pájaro se posó sobre los escombros. Ella había estado observando todo, había visto un atisbo de luz en aquel ser de la oscuridad, lo había sentido, pero murió tan rápidamente como nació.

Morai abrió sus alas y voló lejos de allí. Aún había esperanza para él, pero no estaba en manos de la togruta traerlo de vuelva, no, ese debía ser su hijo.

Luke Skywalker.

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