Ahsoka se encontraba en Lothal, el Imperio había sido destruido, junto al emperador y su aprendiz. Ella estaba feliz de que aquello hubiese terminado, pero también estaba triste, sabía que aquel ya no era su maestro, tan solo era un ser oscuro, pero aquello no la impedía dejar de sentirse mal por él, en el fondo sabía que Anakin aún vivía en él y ella lamentaba no haber podido hacer más por salvarlo.
El sol de aquel tranquilo planeta empezó a ocultarse, desde donde estaba podía ver la ciudad por completo, estaban celebrando, incluso desde allí podía sentir la felicidad que albergaban.
-Ahsoka-Llamó Sabine apareciendo en el balcón de aquella casa alejada de todo-¿Vienes?
-No-Contestó la togruta girándose para mirarla-Pero pásalo bien-Dijo sonriente.
Esa noche Hera vendría a la ciudad junto al pequeño Jacen para celebrar y para que Sabine conociera al hijo de Kanan, al que con toda aquella guerra no había podido conocer.
La mandaloriana la observó, sabía que tras aquella sonrisa se ocultaba una rostro triste, pero ella había conocido lo suficientemente a la chica como para saber que no cambiaría de parecer, por lo que decidió no insistir en el tema.
-Ya sabes donde estaremos-Dijo dándole una sonrisa sincera, esperaba que lo pensara mejor y se uniera.
Ahsoka amplió aquella sonrisa inconscientemente mientras la veía irse, incluso cuando salió de la casa observó como llegaba a la ciudad.
La casa estaba a oscuras y el silencio reinaba en ella, algo que inquietaba a la togruta, desde joven se había tenido que acostumbrar al sonido de la guerra, pero ahora que no había todo se le hacia extraño, se sentía fuera de lugar.
La chica entró al interior de la casa, sin embargo no encendió ninguna luz, conocía perfectamente aquella vivienda como para evitar chocarse contra algún mueble.
Caminó a su armario y sacó un simple camisón, nunca había usado esas prendas antes, siempre debía estar preparada para la lucha, pero ahora se podía permitir la tranquilidad de usarlas ya que no había ningún peligro acechándola.Ahsoka abrió la nevera, iluminando la pequeña cocina con una tenue luz azulada, la chica buscó el agua pero en el interior no se encontraba la botella de aquel líquido. Buscó por la encimera por si la había dejado allí, pero tampoco estaba.
Un sonido en el exterior puso alerta a la togruta e hizo que cogiera con la fuerza uno de sus sables, los cuales descansaban en el salón. Con cuidado salió al balcón encontrándoselo completamente vacío.
Ahsoka se deslizó por la pared hasta sentarse en el suelo y se frotó los ojos dejando soltar suspiro. Con la fuerza buscó a su alrededor, pero no había nadie cerca de ella, ¿Se estaba volviendo loca? Su mente le pasaba malas jugadas desde que había acabado la guerra.
Maul se le vino a la cabeza, él había vivido obsesionado con Obi-Wan, ¿Lo haría ella con la guerra?
Una lágrima se escapó de sus ojos, la togruta se encogió en el sitio deseando que los recuerdos de la guerra la dejaran de perseguir, pero entonces una mano limpió sus lágrimas de la cara.
Asustada se puso alerta elevando la cabeza y atrayendo su sable, el cual había apoyado en el suelo a su lado. Rápidamente aquel arma cayó de su mano al ver a la persona que estaba frente a ella.
-Anakin-Llamó en apenas un susurro.
-Hola, sabionda-Saludó con una sonrisa mirándola con cariño.
Ahsoka cerró fuertemente sus ojos, muchas lágrimas luchaban por salir de ahí, Anakin atrajo hacia su pecho a la chica, la cual dejó escapar un sollozo mientras lloraba, él estaba allí, estaba con ella.
Anakin la sostuvo mientras la notaba calmarse, cuando paró de llorar, él, la tomó por los hombros para poder verla.
-Has crecido-Dijo con nostalgia, ya no era una niña, era una mujer, fuerte y sabía, aunque fuerte siempre había sido.
-Lo siento-Soltó la togruta mirándolo con tristeza-Te fallé...
Varias lágrimas cayeron de los ojos de la togruta.
Ridídula, así se sentía.
Ella no acostumbraba a llorar, mucho menos frente a alguien, ¿qué pensaría él?-Ahsoka-Llamó suavemente mientras volvía a quitar las lágrimas de la chica-Ni se te ocurra pensar que me fallaste-Dijo en tono serio, Ahsoka lo miró a los ojos-Si alguien ha fallado aquí, ese soy yo-Anakin suspiró observándola, él había creido que la había matado, pero cuando regresó a la luz pudo comprobar que no era así, ella seguía viva.
-No me has fallado, maestro-Contestó ella dándole una pequeña sonrisa sincera.
-Estoy orgulloso de tí, Ahsoka-Dijo tras unos segundos.
Ahsoka sintió una calida sensación en el pecho mientra varias lagrimas volvian a querer salir, ¿Desde cuando lloraba tanto? Se preguntaba la togruta. Ella se sentía muy feliz de escuchar eso, pero también la entristecía saber que tan solo lo vería unos minutos, por lo cual se apresuró en hablar.
-Te quiero-Soltó-Nunca te lo dije, yo...Antes de partir a Mandalore yo te lo quería decir, pero-Ahsoka limpió una lágrima traicionera que se había escapado-Fue tarde-Dijo con un suspiro, se había quitado un gran peso de encima, ella había querido decirle eso muchos años atrás, quería que supiera que él era como su hermano, ¿Qué pensaría él si supiera que siempre que hablaba de él lo pintaba como su hermano mayor? seguramente estaría igual de feliz que estaba ahora, tras escuchar aquello.
-Yo tambien te quiero, Sabionda-Dijo abrazándola, Ahsoka le respondió con más fuerza, ella deseaba que se quedara allí con ella para siempre, pero sabía que se acercaba la inevitable despedida-Hazme un favor ¿Si?-Anakin la tomo nuevamente por los hombros para así poder verla mejor-Vive, por fin la galaxia está en paz, disfruta de las pequeñas cosas, busca tu paz interior y cuando te sientas capaz, transmite lo que has aprendido-Dijo con una sonrisa, esa que era muy común ver en él durante las guerras clon.
-Ezra-Nombró la togruta con una pequeña sonrisa, lo encontraría, ella se lo había prometido.
-Puede que al principio no lo toleres, pero te acabas acostumbrando, lo se por experiencia-Bromeó el jedi. Ahsoka dejó escapar una risa mientras golpeaba juguetonamente el hombro de su maestro.
-Lo lamento, Skywito-La togruta siguió su broma nombrándole por aquel apodo que él tanto detestaba.
-Muy graciosa, sabionda.
Ambos se miraron sonrientes y relajados, la hora se acercaba.
-¿Te volveré a ver?-Preguntó ella esperanzada, deseaba volver a verlo.
-No te puedo responder a eso, no lo se-Anakin tomó la mano de Ahsoka dejando algo en el interior-Pero recuerda que no estás sola-Dijo mientras cerraba la mano de la chica sobre el objeto-¿Lo harás?-Preguntó ahora más serio.
-Lo haré-Prometió.
En un parpadeo, Anakin ya se había ido dejando una sensación amarga en la togruta.
Ahsoka recordó que le había dado algo, por lo que abrió su mano mirando lo que había dentro.
Su trenza de padawan.
Con una sonrisa la guardó en su bolsillo, luego lo engancharía en su cinturón. Ahsoka se levantó y se dispuso a entrar a la casa, pero un sonido en la mesa que tenían ahí fuera la hizo girarse. Ahí se encontraba la botella de agua.
Ahsoka rodó los ojos divertida, su maestro nunca cambiaría.
Se acercó a ella y la tomó para beber un poco, cuando la posó observó nuevamente la ciudad, el sol hacia tiempo que se había ido, aun así la ciudad estaba llena de luces, ningún callejón parecía haberse quedado sin. Ahsoka sonrió mientras volvía a su habitación a cambiarse.
Al poco se encontraba entrando a la ciudad y con ayuda de la fuerza logró encontrar a sus amigas.No estás sola
Resonó en su cabeza, y era verdad, no lo estaba, tan solo debía continuar su camino.
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Historias de Star Wars
Fanfiction¿Y si Ahsoka viera a su maestro al poco de que este muriera? ¿Qué pasaría si Anakin nunca se hubiese pasado al lado oscuro? ¿Qué pasaría si Ahsoka se hiciera cargo de Luke y Leia tras el inicio del imperio? ¿Y si la orden nunca hubiera prohibido los...