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—Has estado nervioso desde que llegamos.

—C-claro que no — trató de sonar normal, pero no lo consiguió.

—¿Por qué estás nervioso?— se acercó a su rostro, esto claramente lo puso aún más nervioso.

—¿Nervioso? Yo no estoy nervioso — desvío la mirada,— eres tú el que piensa que estoy nervioso.

—Desvías la mirada y juegas con tus dedos, haces eso cada vez que estás nervioso. Lo sé porque he estado observándote.

—Pervertido — lo empujó,— ¿desde hace cuanto que me observas?

—Desde siempre.

—Si bueno — rascó su cabeza,— yo también te he estado obeservando, así que no puedo quejarme. Antes de que fuéramos amigos, siempre esperaba que pasarás por mi puerta para así poder hablarte. Te mentí, nunca me dejaban tarea sobre encuestas, es solo que quería saber más sobre ti.

—Tú de verdad eres un acosador, Louis.

¡No puedo creer que le dije todo eso!

—Bueno ya, aléjate un poco.

Sonrió burlón.

—No quiero alejarme de ti— lo tomó de la cadera, pegado sus cuerpos,— quiero estar siempre cerca de ti, Louis.

El omega comenzó a toser.

—Estás muy raro hoy — rió,— iré a preparar algo para comer.

—Pero tú no sabes cocinar, no del todo bien — hundió su nariz en el cuello del omega sin previo aviso,— quédate aquí.

Louis quería saber el por qué Harry estaba actuando todo raro.

Hizo esto de volver a empujarlo, con tal de estar alejado del alfa, aunque a decir verdad no quería alejarse del alfa.

—Tú de verdad estás muy raro — tocó la frente del mayor,— tienes calentura.

—No, no tengo.

—Sí, estás caliente.

—Por ti.

Fue así como Louis corrió hasta el otro lado de la habitación.

—¿Qué...dijiste?

—Lo que escuchaste — estaba caminando hasta el omega, se sentía un aura muy extraña e incómoda.

—No te acerques, Harry — se aseguró de decirlo por lo alto,— quédate ahí.

Por suerte él le hizo caso, algo que agradeció de inmediato.

Desde que Harry pasó por él a la universidad, sintió el aroma del alfa aún más fuerte y embriagante, casi se desmayó al oler adentro del carro. Había estado divagando sobre a qué se debía ese suceso tan extraño.

Tenía algo en mente.

—Ya sé porque actúas de ese modo — lo miró fijamente, al mismo tiempo que pasaba saliva con tanta dificultad.— Tu aroma es más fuerte, estás sudando y no quieres alejarte de mi cuello.

—Me gusta tu cuello, es por eso que no quiero alejarme.

—Y además estás siendo sincero — se apresuró en decir.

—Siempre soy sincero.

—No entiendo cómo es que pudiste olvidar algo como esto — cruzó sus brazos,— por suerte sabes controlarte.

—¿Qué olvidé?

—Tu celo, olvidaste que hoy comienza tu celo.

—No me siento como si estuviera en celo — pasó la mano por su frente, con tal de limpiarse las gotas de sudor que le estaban escurriendo,— estoy bien.

El Cortejo De Los OmegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora