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Se llevaban bien.

Aunque ahora mismo quería darle una patada por el trasero, porque a decir verdad no tolera la hermosa mirada que le está dando ahora mismo.

—¿Estas enfermo o por qué estás aquí?— dejó caer su bolígrafo en el escritorio.

—Me duele el cuello — murmuró en seguida,— también la espalda, no dormí del todo bien, doctor.

Eilán chasqueó su lenguas ruidosamente.—Y para eso tenías que venir hasta aquí.

—No hay otro clínica.

—Ray, tienes que dejar de venir a mi trabajo. Los empleados comienza a preguntarme sobre ti y de todos los dolores en el cuerpo que tienes.

Era verdad, desde el pequeño incidente que tuvieron en la clínica, Ray siguió visitando a Eilán todos los días. Siempre fingía tener un dolor aquí y allá, y Eilán como buena persona lo atendía solo para llevarse la sorpresa de que en realidad a Ray no le dolía nada.

Luego de eso se quedaban hablando por unos minutos, ya que el doctor le decía al
Alfa que había más de un paciente esperando afuera.

—Hoy he venido a hacerte una pregunta — Ray parecía querer sonreír, pero por algún motivo se estaba conteniendo.

—¿Que tipo de pregunta?— frunció el ceño,— no es nada raro ¿o si?

Se alzó de hombros.

Ray desprendió de sus feromonas, el resultado de esto fue que Eilán soltara un leve jadeo por la sorpresa. Aún se le complicaba un poco acostumbrarse a las feromonas del alfa más alto, están eran fuertes y muy embriagadoras.

—Solo quería saber sí...— era la primera vez que lo veía nervioso. Ray bajo su mirada hacia abajo, al mismo tiempo que rascaba detrás de su oreja.

—Tomate tu tiempo.

—¿Quieres ir a una cita conmigo?— habló rápido.

—¿Si quiero ir a donde?

—Una cita conmigo.

Ray se veía lindo cuando se sonrojaba.

Ir a una cita con un alfa no es tan mala idea, todos pensarán que somos amigos o simplemente dos alfas que hacen un trato.

Dependiendo a donde me lleve.

—Sí.

Ray casi salta de la emoción gracias a la respuesta del alfa más bajo, únicamente soltó un sonido por lo bajo, llamando la atención del otro alfa, quien no dudó en darle una severa sonrisa burlona.

Eilán tiene que admitirlo, Ray logra sacarle las mejores sonrisas. El alfa más alto resultaba ser un tanto gracioso, siempre estaba haciendo reír a Eilán, al grado de que su estómago doliera un poco.

Lo malo es que, no se han vuelto a besar desde es vez. Eilán quiere saber si Ray se atreverá a besarlo como la última vez, porque aunque no quiera admitirlo, extraña los labios de Ray sobre los suyos. También extraña las manaos de Ray sobre su cuerpo y la forma en que lo tocó esa vez, con delicadeza, como si temería a romperlo en mil pedazos.

Ray siempre le da pequeños regalos al alfa, los cuales recibe con mucho entusiasmo. Poco a poco ellos dos se iban a enamorando, a su manera, claro esta.

—¿Donde será la cita?

Todo menos en tu casa. Todo menos en tu casa. Todo menos en tu casa. Repitió más de una vez, deseando que el alfa no le diera esa respuesta o sino sería su fin.

El Cortejo De Los OmegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora