Capítulo 29

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Capítulo 29

Diario de Él

Estuve cavando para hacer una cámara séptica previa al pozo del baño. En realidad se podría decir que hice otro pozo pues las dimensiones de la misma son 1,5x1,5 mts. de superficie y 1,80 mts de profundidad..

Tres calandrias andaban muy cerca de mí y me observaban. Nunca había visto que los pájaros se acercaran tanto a las personas. Estaban al alcance de mi mano. Había una en especial que me miraba constantemente y comenzó a hablarme en su idioma. Yo lo tomé como un juego y comencé a imitar el sonido que producía. Comenzó con sonidos simples y a medida que yo lograba imitarlos, ella los complicaba a tal punto que me perdía y no lograba la imitación, y ella disfrutaba haciendo eso y notaba su risa al ver mi imposibilidad para hacerlo. Por supuesto, le dije que yo tenía manos con oposición del pulgar que me permitían asir cosas y manejarlas. Ella dio un salto y voló a una rama, y desde allí me miraba sonriente, mostrándome que podía volar.

Se acercó mi compañera que había estado trabajando con las plantas y la calandria se puso a resguardo detrás de mí. Me comentó que había escuchado un silbido que la llamaba, era el silbido de un hombre, pero que buscó y encontró que lo producía una calandria que estaba cerca suyo.

—¡No sabés! ¡Era realmente el silbido de una persona! —dijo asombrada, y en ese momento, la calandria que estaba detrás de mí emitió el mismo silbido al que se refería mi compañera.

—¿Ves? ¡Así era! —expresó mientras la calandria asomaba su cabeza de costado para verla.

Mi compañera comenzó a cebar unos mates y mi amiga calandria comenzó a dar saltos sobre las zanjas abiertas buscando alimento. Ella y yo la observábamos y le dije que en el extremo de la zanja había visto un gusano muy grueso y, seguramente, apetecible para ella; entonces la calandria, después de mirarme se dirigió donde le había indicado. Miró al suelo y levantó la vista para mirarme.

—Está un poco más adelante. —le dije y dio dos pasos y volvió a mirarme. —¡Un poco más a la izquierda! —le dije, y se movió hacia ese lugar y me miró. —¡Ahí! —entonces agachó su cabeza hundiéndola en la tierra removida y sacó el gusano mostrándomelo complacida.

Después de ese episodio nos dirigimos a la cava. Cuando nos íbamos acercando, las ranas pararon su croar. Nos sentamos en sendas rocas y al poco tiempo comenzó el canto de las ranas nuevamente y se mostraron a nosotros.



─¡Qué hermoso contacto el de hoy! —les dije en la noche cuando decidieron charlar conmigo— ¡El de ustedes y los pájaros!

—¡Sí! ¡Increíble! —acotó Él

—El hombre se considera superior porque puede comunicarse. Y a veces, entre ellos, no pueden; ¡en la mayoría de las veces! Sin embargo, los animales todos tienen un mismo idioma. Todos saben porque sienten. ¡Sienten con todo el cuerpo! Porque están íntimamente relacionados entre sí. Animales y plantas; plantas y rocas, y roca y viento, y viento y tierra, y tierra y agua. ¡Siempre es así! En este caso, ese Mundo es superior, es Real. En realidad, los mundos son infinitos; porque a medida que nos vamos adentrando en mundos desconocidos vamos descubriendo otros, y otros, y otros, y otros, y son interminables.

Tu comunicación está siendo buena. La de Ella no tanto; así que tenés que enseñarle, y Ella aprenderá con vos.

—¡Y recién! ¡Lo que ocurrió con las ranitas! —exclamó mi discípula con asombro

—Es lo mismo. Es igual. Es como si fuéramos uno más de ellos. —dije— Dejamos de ser hombres y somos una pequeña rana, ¿verdad?

—Un Espíritu más de la Naturaleza. —dijo Ella

—Eso es sentir con todo el cuerpo. Esto es darle libertad al pensamiento y sentir. Es cierto que, también, así como Ella, como vos, —me dirigí a mi discípula mirándola a los ojos— te comunicás muy bien con las plantas y los árboles, vos —dirigiéndome a Él— te comunicás muy bien con los animales, sobre todo con los pájaros.

—¿Por qué es eso? —preguntó mi discípulo

—Porque hay una cierta afinidad y porque, además, hay un anhelo, un afán, que es igual al de ellos, y digamos que en los pájaros su necesidad no es tal, porque así son, y en este caso uno se identifica con ellos en todos los aspectos. Es muy bueno; esto quiere decir que avanzan y que siempre se ayudarán, y siempre uno aprenderá del otro. Es el "hacer". Es la asimilación.

—La búsqueda de uno mismo. —acotó Ella

—Sí. Y aunque a veces duele, y a veces no nos gusta, después de aquellas primeras capas vamos encontrando lo mejor. Es como tallar un diamante; vamos sacando el carbón, que es lo que ensucia, lo que molesta, hasta que un día aparece intacto el espíritu mostrando toda su riqueza. ¡Lleva mucho tiempo! ¡Mucho esfuerzo!

Nehuén Curá - Un viaje de Ida - (Libro 3ro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora