Capítulo 34

12 3 0
                                    

Capítulo 34

Dieciseis días después volvimos a reunirnos. Lo primero que dijo mi discípulo fue que habían vencido el miedo a las víboras. Le pedí que me explicara por qué decía eso, y me contestó que habían podido ir a energizarse a las rocas y que habían vuelto sin problemas. Pregunté si eso, para Ellos, era "vencer el miedo" y no dijo nada más que —"¡Y, fuimos!"— Les dije que desde mi punto de vista creía que aún faltaba; que sabrían si lo habían vencido cuando se encontraran con alguna víbora. Se miraron con decepción y Ella, entonces, sonriendo, dijo que lo estaban intentando. Les respondí que eso me parecía mejor; que había que trabajar ese miedo creativamente; que estaba bien lo que habían hecho; que siempre era bueno Intentar, y que, en todo caso, pensaran que un hombre común no hubiera vuelto, y que debían alegrarse por el Intento —y esto último lo dirigí a Él más que a nadie ya que aún mostraba la decepción en el rostro,— y entonces dijo —"¡Pucha! ¡estábamos tan contentos por creer que lo habíamos vencido!"—. Después de su acotación dijo que volverían al cerro y que si apareciera alguna víbora gritarían, saltarían, pero que, de cualquier manera, seguirían yendo a las rocas. Les dije que debían continuar trabajando como hasta el momento y que después charlaríamos, pero que debía decirles que su casa era bellísima.

—¡Ah! ¡Hermosa casa! —dije— ¡Hermosísima!

—¡Sí! —dijeron alegres

—¡La fortaleza!... ¡cuando la terminemos! —aclaró Él

—¡Ya es una fortaleza! ¡Ya lo es! ¡Y estuvieron muy bien usando la Voluntad para colocar ustedes solos y sin escaleras, las cumbreras del techo! ¡Muy bien! Se hubieran precisado cuatro hombres fornidos y con escaleras o andamios para ello. ¿Se dieron cuenta?

—Sí. Yo intenté abrir mi Voluntad... —dijo Él y lo interrumpí

—No es bueno que abras tu Voluntad. ¡Siempre debe estar cerrado ese núcleo! ¿Sí?

—¡Y cómo la uso? —preguntó

—Mirá, —le dije— hasta que no supiste que se abría o se cerraba lo usabas sin pensar en abrirlo. Sentilo, nada más. Deben tratar de mantenerlo cerrado. Bien. ¡HIMMER LIEBE!



Al día siguiente nos volvimos a encontrar. Yo había dejado un mensaje escrito y me preguntaron si era destinado a Arturo o para Ellos. Les dije que en la Amistad Verdadera todo es de todos. Que era para que lo compartieran con él. Después, mi discípulo me pregunto sobre una conclusión que había sacado sobre el espíritu de Arturo e inquirí el porqué de su interés sobre ello, contestó que si fuera cierta su deducción, Arturo, se pondría muy alegre. Le dije que más adelante, tal vez, cuando no importara, hablaríamos sobre ello, y que, por ahora, solo les podía decir que los espíritus de las personas que los ayudarían eran espíritus evolucionados que estaban luchando con esfuerzo.

—Todo es una continua lucha —dije—, y ellos no deben quedarse llorando sentados, inmóviles, sino avanzar; avanzar siempre. Siempre hacia delante. Como lo hacen ustedes. ¡Y ser felices! Porque, como una vez dijimos, "¿Qué importa que haya cosas malogradas?"; ¿Qué importa, aún, si somos hombres malogrados?"... Sí, es así; si la meta es ser nada, no debe importar, y seguir. Ustedes son ejemplo; son impecables; perfectos cazadores siempre. Así deben tratar de ser vuestros amigos. Estén siempre atentos a las señales; no las desperdicien.



Diario de Él —20 de septiembre de 1994

No hay grandes cosas que contar. En realidad, vemos a los pájaros mezclándose, en actitudes, movimientos, peleas... La perra que continua en silencio... Pero no logro saber si son señales, ¡o no sé interpretarlas! Cada vez que pregunto a Wilheim sobre el particular me dice que el significado debemos encontrarlo nosotros; saber interpretarlas.

La perra mejora día a día. Su pelaje es hermoso. Seguramente dio resultado haber trabajado con su aura.

Juan hizo que creciera en mí el interés por leer algo de Castaneda. Al principio me negaba porque me parecía estar traicionando a mis Maestros. Pero lo hice; lo hice porque me molesta que él hable con total autoridad sobre estos temas y diserte como si los hubiera experimentado, entonces, ahora, tengo argumentos para refutarlo... ¡¿Qué estoy diciendo?!... ¡¿Estoy en lucha de poder con él?! ¡Hummm! Bueno, eso lo veré después. Noto que hay similitudes muy grandes entre lo que vive Castaneda y lo que hacemos nosotros.

Hoy estuvimos charlando con Wilheim y nos preguntó por nuestros progresos en el Ensoñar y le contesté que no habíamos avanzado. Me dijo que faltaba esfuerzo, tal vez. Cuando él dice "talvez", sabemos que no es "tal vez", sino que "es así". Me justifiqué diciendo que teníamos muchas cosas por hacer y en qué pensar, y que por eso escaseaba el esfuerzo en otras determinadas. Él lo entendió y me dijo que no obstante, no debíamos dejar de lado esto porque podríamos conseguir mucho más.

Pregunté sobre el "alimentarse bien" que él había usado para realizar las caminatas y explicó que era alimentarse lo necesario; ni más, ni menos. Yo indagué si el alimentarse era antes de salir, o llevar algo para el viaje (ya que Wilheim había mencionado sobre una mochila) y dijo que dependía del tiempo que llevara el mismo; que a veces tendremos que llevar algo y a veces no. La dieta que nos recomendó está basada fundamentalmente en verduras y frutas; legumbres; algunas veces carnes rojas, y a veces carnes blancas, pero sobre todo verduras y frutas, y legumbres. Nos dijo que aún faltaba tiempo para esas caminatas y que debíamos ir preparándonos de a poco. Ensoñar era lo primero. Y después la preparación caminando en nuestro lugar durante el día y la noche; que debemos levantarnos antes que salga el sol y que éste nos encuentre sobre un sitio energético para, después, caminar, caminar mucho. Por el momento, durante la noche no debemos hacerlo porque peligramos. No obstante nos pidió que nos ejercitáramos en realizar una marcha levantando en forma exagerada las rodillas casi contra el pecho. Dijo que con esa marcha, durante la noche, podríamos correr aunque el terreno fuera desparejo y no veamos nada. Realmente cuesta hacerla.

Después, algo avergonzado, le comenté que había leído algo de Castaneda (me sentía en falta); él se rió. Me dijo que no había mucha diferencia con lo que él y Sophia nos estaban enseñando. Yo acoté que las formas de enseñar eran distintas, y me dijo que las formas no eran importantes (¡perdí la cuenta de las veces que nos dijeron eso!); que cada Maestro tiene su forma de enseñar según ha aprendido y de acuerdo a su Cultura. También agregó que de a poco se va perdiendo todo eso hasta que ya no queda nada; la Historia Personal desaparece, pero que siempre se sigue el rumbo de aquello que se aprendió de otro Maestro, y de acuerdo al discípulo, se aplica. En esencia es lo mismo, dijo, y recalcó que nunca debían importarme las formas. Le manifesté que me identificaba, o mejor dicho, nos identificamos con el amor que siente Castaneda por Don Juan y el que sentimos nosotros por él y Sophia; sonrió y me dijo que era así, que ese amor era, también, Amor Supremo.

Nehuén Curá - Un viaje de Ida - (Libro 3ro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora