Capítulo 35

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Capítulo 35

Vino a verme preocupado porque había habido una tormenta que Él consideraba peligrosa en medio del campo y Ella había intentado cortar con una tijera. Se imaginaba un rayo descargándose en la tijera y a ella negra como el carbón. Reí y Él se sintió molesto porque yo no tomaba con seriedad su preocupación. Traté de explicarle:

Ella se identifica con las manifestaciones de la Naturaleza —dije—. Libera su espíritu; se encuentra con la Libertad. Así como vos encontrás la tuya viendo volar a los pájaros. ¡Es lo mismo! Ustedes están manejando poder, pero es muy poquito, aún. Tal vez no existan para la tormenta.

—¡Pero, entonces!... ¿Significa que aquella vez que nos dijeron que manejamos el viento no era así? ¿Fueron ustedes?

—Ayudamos a que acomoden sus núcleos. Fue ayudado, pero un poquito. ¡Pero algunas cosas pueden hacer! Digamos que sí; ¡tienen un poquito de poder! Esto aumenta con la ejercitación y trabajando con aquellas tres cosas de las que siempre hablamos. ¡Eso ayuda mucho, también!...

Quiero decirles que cuando uno empieza a transitar este Camino de Conocimiento, comienza a darse cuenta que muchas cosas van quedando atrás porque uno ya no es el mismo. A medida que pasa el tiempo nos vamos dando cuenta de esto, y un día descubren que había un abismo entre ustedes y el mundo que los rodeaba. Esto llega paulatinamente, y uno percibe que no hay dónde volver. Esto es "Un Viaje de Ida". Ya no hay retorno.

—Eso me causa un poco de tristeza. ¡Y me pone mal! Pienso en mi hombrecito... ¡Bueno, pero también pienso que si yo hubiera muerto, no me tendría!...

—Esto no se da en todos igual —le dije—. Hay personas que aceptan el Camino del Conocimiento y lo siguen y son felices. Y otros que, tal vez, añoran determinadas cosas; pero que, de todos modos, eligen este camino. Algunos más, otros menos, sentirán las pérdidas. ¡Pero esto no significa que sean personas tristes! ¡Y también te digo que no es lo mismo, para tu hombrecito, que hubieras muerto!

—Sí, sí. ¡Ya sé! Es mi estado de ánimo... Tal vez el miedo a que llegue el momento del Desapego sin comprenderlo del todo, aún.

—Mirá; eso llega solo y cuando estás preparado. No te preocupes ahora. Pensá, sí, en todo lo que tienen, lo que logran, lo que crecen. Pensá en los pájaros, en las aves que te hablan constantemente y se comunican tan bien con vos.



Diario de Él:

Wilheim nos dijo que durante la noche no silbáramos. Fue alrededor de la una de la madrugada. Yo pregunté por qué nos hacía esa recomendación y él dijo: —"¡Prueben!"—. Nos levantamos (ya estábamos acostados), nos abrigamos bien y salimos a la puerta de la casa. Nos había advertido que lo hiciéramos solo una vez y en cuanto tuviéramos contestación entráramos rápidamente, cerráramos la puerta y no volviéramos a salir por esa noche. Silbamos desde la puerta y en los cinco segundos siguientes no ocurrió nada (o sí, porque el silencio era total), pero inmediatamente comenzaron a hablar las casuarinas. El viento comenzó a acariciarlas suavemente por sus hojas, y en un instante se tornó violento y agitaba solo las casuarinas. El sonido que producían era un coro terrorífico. Corrimos hacia adentro y en el apurón no podía calzar la puerta; mi amadísima compañera me ayudaba. Cuando lo logramos y la trabamos desde adentro nos quedamos escuchando. El viento era como un grito, y comenzó a golpear la puerta llamando como llamaría una persona violenta. Pusimos ambas manos contra la puerta para sujetarla, pero era tal la fuerza, que nos vencía. En ninguna otra parte de la casa, a pesar de las rendijas, había viento; estaba todo ahí afuera, empujando la puerta. Nos asustamos mucho. Diez minutos tuvimos que soportar la puerta, hasta que volvió la calma. Wilheim había observado todo.



Reí ruidosamente cuando se volvieron y me miraron. ¡Qué susto, no! —les dije

—¡Sí. — dijeron ambos agitados y con la palidez en el rostro

—Esto tiene que ayudarlos a comprender cuánto falta aún. Pero es bueno sentir miedo. Sentir con todo el cuerpo.

—¿Querés explicarnos qué fue lo que pasó? —preguntó Él

—¡Llamaste y te contestaron!... Llamaron y les contestaron. —expresé

—¿Quiénes contestaron? —inquirió Ella

—Los Espíritus de la Naturaleza.

—¿A través del viento? —consultó mi discípulo

—Sí. Demostración de Poder. —acoté

—¿De ellos? —volvió a preguntar

—Sí.

—¿Y si nos hubiéramos quedado ahí afuera, qué hubiese ocurrido? —intervino Ella

—¡Ah! ¡Habría que haberse quedado y enfrentarlo! ¡Puede aparecer un remolino!... Todavía falta tiempo. ¡Pero un día se quedarán! Porque aunque estén muertos de miedo deben quedarse bien plantados y enfrentarlo. ¡Y lo harán! Sí. Es maravilloso sentir con todo el cuerpo aquello que no se ve y que es considerado invisible o que no existe, ¿verdad?

—¡Sí, pero nosotros esperábamos que contestara algún pajarito! ¡Y se levantó el Viento!

—Sí; puede ser. Generalmente es un pájaro... ¡o algo parecido a un pájaro! Porque los pájaros, duermen de noche. Salvo algunos que no; pero esos no contestarán.

—¡Pero, entonces!... ¿eso que consideramos un chingolito que canta al oscurecer?... —reflexionó Él

—¡Al oscurecer?

—Sí —dijo ella—, ¡tal vez una hora después que oscureció!

—¡Pero no a la una de la madrugada! —dije— Si es a esa hora, seguramente, ¡no es un pájaro!

—¿Significa que si venimos de trabajar silbando una canción se van a manifestar? —se preocupó Él

—¿A esta hora, de trabajar?

—¡Y, ayer terminamos a la medianoche! —agregó

—Y, sí. Puede ser. Por eso les decimos que no silben de noche.

—¿Y cantar? ¿Se puede? —dijo Ella

—Sí.

—¿Por qué? ¿Qué tiene el silbido? —indagó nuevamente

—¡Y, tiene algo muy particular que llama a determinados espíritus o fuerzas! El sonido es el que las atrae; el sonido característico del silbar.

Nehuén Curá - Un viaje de Ida - (Libro 3ro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora