Capítulo 28

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Capítulo 28

Se vistió muy pulcro. Se peinó con gel atando prolijamente la coleta de pelo por detrás de la nuca. Ella emprolijó su barba, y estuvo listo para aquella nueva entrevista. Se sentía muy triste porque iba a hacer algo que no había elegido, a pesar de saber que en algún momento tendría que trabajar.

Antes del viaje a Nehuén–Curá le entregó a su compañera sus antecedentes en la profesión para que lo presentara en el Ministerio de Salud y así postularse para un cargo de carrera hospitalaria dependiente del Ministerio y ejercer la profesión en algún Centro de Salud. Era una posibilidad que Él había aceptado en caso que las cosas no resultaran como ellos creían. Pero no había cargos vacantes.

Esa mañana no hubo sonrisas de parte de Él. Se sentía un condenado. Hacía frío, pero era un día de sol hermoso. Salió de la casa solo y se dirigió al pino que los había cobijado bajo su copa, con la carpa, aquella primera noche de Nehuén-Curá, cuando se dio permiso y se encontró con sus propios huesos.

Se abrazó al árbol y le habló; le contó lo que le estaba pasando; le dijo de su tristeza...

Sintió una voz interior que le decía:

—¡No importa nada más que la firmeza resolutiva de las metas!

¡Mirame a mí! ¡El viento y la lluvia me castigan! ¡Y sin embargo, acá estoy! ¡Parado, firme a pesar de todo! ¡Porque esa es mi meta! Estar acá para lo que tengo que hacer.—

Se asombró mucho. Se dirigió a la habitación y le contó a Ella. Después decidió hablar conmigo

—¿Fuiste vos o el pino el que me habló? ¡El contenido era como escucharte a vos! —dijo Él

—Te voy a decir una cosa. En circunstancias límite siempre nos resulta creíble y más importante que algo superior a nosotros nos aconseje. ¿Verdad?

—Sí. —respondió

—Si yo te dijera que el hacedor de uno mismo es uno mismo, y que ese sos vos...

—¡Fui yo!

—¡Por supuesto que es así! Y, si en todo caso, podés escuchar una voz, también depende de vos. Siempre dependerá de ustedes. Están consiguiendo llegar a descubrir la riqueza que hay en sus espíritus, y cómo, la vida es una batalla. Una continua batalla que debemos librar, en donde debemos probarnos a nosotros mismos tantas cosas. ¡No a los demás! Sino a nosotros. Hay que enfrentarse... ¡con miedo, talvez?

—Sí. —dijo

—¡Porque tememos defraudarnos?... ¡No creo que sea así!

—No, pero hoy le comentaba a Ella, cuando nos abrazamos y dijo que parecía como si alguien se nos hubiera muerto, le decía que no es que algo se muera, pero sí que en algo se lastime esta libertad... de levantarte a la hora que quieras, de hacer lo que realmente quieras... —expuso

—¡Y por qué no pelear por eso? Si bien es cierto que necesitamos el trabajo, pelear por los horarios, ¿verdad? ¡Por qué no?

—Sí, puede ser.

—Sí; por todo aquello que consideres importante para vos. Importante en relación al Conocimiento; a no estancarnos. ¡Sí?

—Sí. —contestó más aliviado, y después me agradeció la ayuda con los postes

—Estabas usando tu Voluntad. —le dije— Te ayudé a que recordaras cómo usarla; porque en ese momento estabas venciendo a un enemigo poderoso. Estabas usando una maza para derribar un muro. ¡Eso es lo que importa! ¡Sean Felices!

Nehuén Curá - Un viaje de Ida - (Libro 3ro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora