Capítulo 6

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Capítulo 6

Diario de Él — 4 de Julio de 1994:


Hoy tengo que ir a una entrevista de trabajo. Y digo "tengo que ir" porque siento que estoy obligado, coaccionado a ello. Juan fue el que arregló todo. Parece ser que está empecinado en que yo trabaje, ¡y yo no quiero trabajar, por ahora! Pienso que es demasiado pronto para volver a hacer aquello que dejé de hacer con mucha felicidad. Podría, sí, aceptar trabajar en cualquier otra cosa, en donde no tenga que volver a tener una postura formal y científica. Quiero descansar de eso. Creo que no quiero ser odontólogo nunca más. Prefiero estar en el campo sin tener que cambiarme, sin tener que saber que a tal hora voy a ver a tal persona para hacerle determinado tratamiento. Creo que eso Juan no lo entiende. Tal vez tenga miedo de tener que ayudarnos monetariamente, pero eso no pasó ni remotamente por nuestra mente.

Lo vi muy interesado en esto y me parecería una falta de consideración hacia él de mi parte, un desaire no ir a esa entrevista porque, en definitiva, puedo comprender que tenga ese miedo, él es así, pero siento que por su temor me coacciona a hacer algo que no quiero hacer. ¿Por qué carajo voy a ir? ¡Tendría que decirle que no!...


Se vistió pulcramente y fue con Juan a ver a un conocido de aquel que dirigía un sindicato y que tenía instalada una clínica para la atención de los afiliados. Juan había concertado la entrevista para que mi discípulo pudiera ejercer la profesión nuevamente. Preparó todo sin haberlo charlado con Él, por lo tanto, mi discípulo fue con desgano. La propuesta era pésima. Debía trabajar mucho para ganar muy poco dinero, prácticamente nada, ya que debía invertir en materiales dentales y llevar el instrumental, que no tenía porque le había dejado todo a Susana. Ante las negativas de mi discípulo a las alternativas propuestas, Juan, intentaba convencerlo delante del otro para que aceptara de todos modos. Él no lo aceptó y volvieron. Juan muy preocupado le dijo que lo pensara, que no había sido cerrada esa puerta con su "amigo" de carrera política.

Luego de la entrevista y después que Juan se fuera a su casa, nos reunimos para charlar.

—¡Guden dacht, herr doctor! —lo saludé en alemán

—¡Guden dacht! —contestó respondiendo mi saludo

—¿Cómo estás? —le pregunté

— ¡Creo que totalmente loco! — me respondió con una sonrisa

—¿Feliz? —inquirí

—¡Muy feliz!

—Bien.

—¡Me siento Libre! —acotó terminando esa serie de preguntas y respuestas breves, a lo que acoté

—¡Eso es bueno! Siempre es bueno ser feliz. Muy bien.

—¡Creo que fui impecable, también, ¿no?

—En todo caso, eso, tendrás que analizarlo vos. Pero el ser consecuente con la idea es lo fundamental, ¿verdad?

—¡Sí! ¡No quería grilletes! ¡No más grilletes!

—Muy bien.

—Cuando salí me pregunté, ¡Bah, vos sabés qué pasó cuando salí! ¡Pero igual te lo cuento! Me pregunté "¿Estoy loco?... ¡En lugar de estar triste por no haber conseguido un trabajo estoy feliz por no haberlo logrado!"

—En realidad no es lo que querés. Y si vamos a la parte del conocimiento en donde hemos aprendido que la mayoría de los hombres piensa una cosa y hace otra... La idea es no pertenecer a ese grupo.

—Yo sabía que estaba... ¡Mirá, sinceramente, no sé por qué fui! ¡No quería ir! ¡No tenía ganas!

—Te hiciste cargo de los pensamientos ajenos.

—¡Exacto! Sentía que me desviaba, no un milímetro, ¡un metro!, me desviaba del Camino del Conocimiento. Del camino que elegí seguir. ¡Pero ahora estoy otra vez ahí, en el mismo filo.

—Es bueno. ¡Es bueno poder ver estas cosas! Pasarlas, vivirlas es bueno. También es bueno saber que los tiempos que nos tocan vivir son difíciles. Pero no pierdan nunca el sentido del humor. ¡Ríanse siempre! Hay cosas que son muy serias, y hay que tenerlas en cuenta; pero siempre hay que reirse de uno mismo. ¡Aprender a reirse! Porque fortalece al espíritu más de lo que todo hombre supone. ¡Le da tanta fortaleza para seguir!

—Sí. ¡Estoy feliz! ¡Libre!

—Siguen siendo impecables con el ejemplo de su vida. ¡Y es maravilloso para nosotros!

—¡Qué desatino controlado es esto!

—¡Si todos los hombres pudieran experimentarlo! Ustedes comprueban que aún aquellos que están muy cerca no se atreven. No se atreven a escarbar dentro de sí mismos, y no comprenden que esto es lo que se encuentra. ¡Siempre es así! Las pruebas aparecen y parecen terriblemente grandes pero una vez que las superamos comprobamos que pudimos. ¡Pudimos nosotros mismos!

—¡Sí, y te prepara para la otra!

—Sí. Bien; charlen esto entre ustedes. ¡Aufwiedersehen, herr doctor!

—¡Aufwiedersehen, herr profesor! —y ahí terminamos el análisis de ese hecho.


En realidad, Juan sentía miedo, pánico, que lo consideraran "aquel amigo que tendría que ayudarlos materialmente", como el que les conté que me ayudó a mí cuando me fui de mi casa. La propuesta de vivir en su campo y que Ellos construyeran allí una casa, tenía oculta una idea especulativa para sacar el mayor provecho material de toda esta experiencia. Si Ellos estaban en su chacra y manejaban los Espíritus de la Naturaleza, ese lugar sería un vergel lleno de frutas y hortalizas gigantes, que aplastarían a un hombre, y de las que podría sacar un buen rédito, y como mis discípulos estaban trabajando con el Desapego no haría falta pagarles sueldo, ya que podrían vivir alimentándose de esos productos. Eso deseó cuando leyó "Los Jardines de Findhörn", un libro que cuenta una experiencia similar a la que estaban realizando Ellos. Por eso, lo primero que hizo, cuando recién llegaron a Nehuén Curá y vivían con Arturo, fue prestarles ese libro para que lo leyeran y se entusiasmaran con su proyecto. Mi discípulo pudo ver eso, pero pensó que eran prejuicios; yo lo escuché pensar, pero no podía confirmárselo; esa era la prueba, y era para Ellos, no podían correr con ventaja, Ellos tenían que desmenuzar mis mensajes y encontrar los otros que estaban dentro de aquellos, como aquel de la primera vez en la carpa cuando yo dije a Ellos, delante de Juan, que aquel era desinteresado, y que en definitiva tendría que haberse cuestionado si realmente era así (a Juan me refiero). Al ver que Ellos no tenían ninguna intención de hacer algo como eso, por el momento, en forma inmediata y ante el inminente peligro que le pidieran ayuda económica para subsistir, se preocupaba en buscarles algún trabajo y poder zafar de ello. Entonces, ese día le dijo a Él que había logrado una entrevista por un puesto de odontólogo, y mi discípulo, por no resultar desatento, a pesar que no quería eso, fue igual.

Nehuén Curá - Un viaje de Ida - (Libro 3ro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora