Capítulo 2

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Capítulo 2

Las energías negativas los atacaban con cierta frecuencia. Arturo, dormía profundamente, —ellas hacían que su sueño fuera profundo— y no escuchaba nada de la lucha que tenían con esos seres. Debí darles un arma para que pudieran defenderse contra ellas. Lo que las energías negativas producían era el desacomodamiento de los núcleos espirituales de Ella (mi discípula) y Él se las veía muy mal para rescatarla de ese influjo. Para corregir esto le enseñé a Él una maniobra que solo debe emplear un espíritu Maestro, y que además, les serviría a ambos, después, para usarla y alterar la consciencia de aquellos pocos que los seguirían —a los que me referí en el libro anterior de Ellos— y que aprenderían las bases del Camino del Conocimiento, pues en ese estado de consciencia alterada se aprende de otra forma.

—¿Dónde es, precisamente, que tengo que golpear? —preguntó

—¡Aquí! —y le golpeé suavemente en la espalda, por debajo del omóplato y hacia el centro

—¿Con esa fuerza?

—No; un poco más fuerte. ¡Así! —y volví a golpearlo con la fuerza necesaria con la palma de la mano. Él se sintió mareado y notó que la respiración le cambiaba, entonces aproveché para explicarle en ese estado de consciencia

—Estas cosas parecerán insólitas, pero no lo son. Son armas. Esto es el conocimiento puro. Es como si en un rompecabezas acomodaras una pieza clave y en el momento en que la acomodás, todas las demás encajan perfectamente. Esto es acomodar esa pieza. Ustedes no tienen idea de lo que están consiguiendo, y todo esto porque creen, porque dudan. Trabajen mucho.

—Sí, tenemos que ensoñar.

—Tienen que ensoñar. Pero también hay que trabajar con la Importancia Personal, con la Historia Personal, con los Apegos y con las formas inferiores de amor.

—¡Y te parece que no estamos trabajando?

—¡Hay que trabajar más!

—¡Pero!... ¿Y no creés que hice un gran desapego, dejando todo?

—Lo importante es que vos lo sientas.

—¡Es que lo siento!

—Bien; entonces no tenés que preguntarme.

—¿A vos te pasó lo mismo con las energías negativas y Sophía, cuando hiciste esta experiencia?

—Sí. Algo parecido. Pero ya charlaremos más. Enfrenten el miedo. No es malo sentirlo, sino que hay que superarlo. Deben ser guerreros y estar estratégicamente preparados.

Quiero decirte que a Ella le llevará más trabajo que a vos el Desapego; le costará más porque ¡hay tanta benevolencia en las personas que constituyen su familia! Por eso deben ayudarse siempre; ayudarse mucho y trabajar sobre eso. ¡Sus charlas son tan hermosas, tan lindas! ¡Y aprenden mucho, también, porque son transparentes y están llenas de amor!—y me

fui.


Juan los visitaba y diagramaba la forma en que podrían construir la casa en su campo. Siempre estaba dispuesto a dar su opinión —que consideraba la más lúcida— para resolver los problemas de todos, pero los suyos ni siquiera los examinaba.

Al día siguiente llevaron a arreglar el desperfecto del auto. Ya tuvieron un gasto extra, por lo tanto sus exiguas reservas disminuyeron. Debían, además, comprar unos planchones y postes de cemento para la construcción. Juan aportó unas pocas plan­chas, unas tablas de machihembre para el techo de la cocina y un par de postes. La casa iba a tener treinta y dos metros cuadrados. ¡Muy pe­queñita! Mi discípulo estaba acostumbrado al confort. Le en­cantaba ducharse; en su ex casa lo hacía hasta tres veces por día. Juan no estaba acostumbrado a lo mismo, pues en casa de sus padres, que era donde él vivía, tenían para la ducha un calefón eléc­trico, cosa que le extrañó mucho a mi discí­pulo, pues lo veía como algo muy antiguo y obsoleto; pero que, en definitiva, resolvía el problema del aseo.

Sabía que tenía que desacostumbrarse, pero eso no implicaba transformarse en sucio. Enton­ces decidió confeccionar un calefón eléctrico con un envase plástico de aceite de veinte litros, que le regalaran en una estación de servicio, y una resistencia que compró en una fe­rretería, y comenzó la construcción. Esto lo hacía feliz pues se sentía un creador, ya que un creador es aquel que tiene la capacidad para solucionar los problemas.


Mi discípulo comenzó a llevar un diario de todo aquello que le llamaba la aten­ción, tanto en las actitudes de Ellos y de los que los rodeaban, como de aquello que notara en la Naturaleza, o en El Mundo Real.


Diario de Él —27 de Junio de 1994

Me llama la atención que Juan nos haya ofrecido desinteresadamente, casi sin conocernos, una parcela de su campo para que hagamos una casa. Tal vez yo sea prejuicioso, pero no creo que no haya un interés de por medio; máxime, cuando lo primero que hizo, cuando llegamos, fue prestarme un libro donde se narra la experiencia de dos personas como nosotros, que lo dejaron todo y lograron unos cultivos de hortalizas espléndidos por hablar con los espíritus de las plantas y su pregunta a Wilheim cuando estuvimos en la carpa aquella primera vez sobre qué se podía hacer con esta tierra. ¿No querrá una súper huerta para sacarle rédito? ¡Creo que soy muy mal pensado!

Nehuén Curá - Un viaje de Ida - (Libro 3ro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora