Ese había sido su último cumpleaños, en el que había cumplido veintidós años, había comido tarta, le habían regalado el cuadro más bonito que había visto nunca y se había divertido como un niño pequeño cocinando kimchi con Taehyung.
Bueno, esa era la parte que le gustaba recordar.
Se levantó del suelo y se preparó ese café descafeinado, rezando para tener alguna clase de efecto placebo que le diese energía. ¿Que cómo podía haber sido tan débil, tan sumiso, cuando su personalidad era totalmente opuesta? Ni siquiera él lo sabía. A decir verdad tampoco quería pensarlo, no era un comportamiento del que se sintiera orgulloso.
Fue un proceso lento que pasó por varias etapas hasta llegar a ese punto. Tanto, que cuando quiso darse cuenta aquella ya era su personalidad estándar en presencia de Yugyeom. Complaciente, sin voz ni voto y sin hacer nada por recuperarlos. Si había indicios de rebeldía en él, su novio se ocupaba de sofocarlos. Y lo hacía de tal forma que se las arreglaba para que Jungkook terminase siempre agradeciéndoselo.
Sonará raro, pero él no sabía que estaba siendo maltratado.
Se vistió bien, escogiendo cuidadosamente cada prenda como cada vez que iba al hospital. ¿Quién sabe? Cualquier día de esos podían darle a Taehyung el turno de mañana y cruzarse con él por el pasillo.
Llegó al hospital media hora antes de su cita, pero no le importaba esperar. Mientras lo hacía, se dedicó a observar a las personas ir de un lado para otro sin parar, como hormigas trabajadoras. La velocidad de la vida en el hospital le sorprendía sobre todo por el contraste entre las personas más ajetreadas, que casi iban corriendo y perdían los papeles por el camino, y las que parecía que tenían años para llegar a su destino. Fijarse en los médicos siempre era entretenido. En los enfermos, en los que sólo estaban allí por una revisión, en las embarazadas y sus parejas. Sobre todo... Sobre todo en las parejas.
Una mujer de gafas de pasta negras, labios rojos y pelo castaño sujeto por dos lápices en un moño apretado abrió una puerta un rato más tarde y Jungkook no tuvo ni que oír su nombre para levantarse. Entró en la consulta de la doctora con una pequeña reverencia y se sentó en una de las sillas de cuero negro, preparándose mentalmente para estar un par de horas allí sentado.
Sooyoung, así se llamaba, se sentó frente a él, tras la mesa, y le sonrió.
—Hola. —saludó, extendiendo con amabilidad una mano que Jungkook no dudó en aceptar. —¿Cómo has estado, Jungkook? No nos hemos visto en una semana.
—Bien, bien.
—¿Seguro? Tienes ojeras, ¿has estado durmiendo bien?
—Sí, no es... nada. Hoy me he despertado en mitad de la noche y luego no he podido volver a dormirme, eso es todo.
Ella revisó algo en su libreta.
—Teniendo en cuenta el día que es hoy... es comprensible. —murmuró casi para sí misma. Luego le miró. —Dos de mayo. Hoy se cumple un año, ¿verdad?
Jungkook tardó un momento en procesarlo, pero después abrió los ojos como platos.
—Oh. —musitó. —Sí.
Había mirado la hora, pero no el calendario. Ni siquiera se lo había planteado. Dudaba incluso que, de haberlo visto, lo hubiera asociado a eso.
Hoy hacía un año que conoció a Taehyung.
Bueno, si ir hasta su casa en mitad de la noche porque necesitas ayuda médica, desmayarte y despertar a la mañana siguiente con algo frío en la frente, un brazo enyesado y dolor en todo el cuerpo puede entenderse como "conocer".
ESTÁS LEYENDO
Batterer 『TaeKook』
FanfictionJeon Jungkook era feliz. Tenía una familia unida, una buena situación económica, buenos amigos y un futuro prometedor. Entonces se escapó de casa.