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Un calambre le estrujó las entrañas y boqueó. Antes de abrir los ojos ya estaba corriendo hacia el baño, agachándose frente a la tapa abierta del inodoro y echándolo todo dentro.

Maldita sea. Las náuseas y vómitos habían disminuido hasta casi desaparecer por completo, pero todavía recibía agradables sorpresas como esa, que le había obligado a levantarse de la cama cuando dormía plácidamente.

Se intentó tranquilizar, a pesar de que el sabor que ahora predominaba en su boca era insoportable, y cuando pudo respirar con normalidad se levantó, tiró de la cisterna para no tener que aguantar el olor, limpió lo poco que había manchado con algunas toallas húmedas y se lavó los dientes y la boca en profundidad.

Desde la habitación, como una cruel ironía, llegó el irritante sonido de la alarma del despertador.

Jungkook rebufó frente al espejo con la boca llena de espuma blanca.

Se duchó, se vistió y cuando quiso desayunar se encontró sin hambre.

Salió de casa con un par de galletas en los bolsillos, por si acaso luego se le apetecían. Se metió en el autobús y revisó algunos emails en el móvil mientras esperaba.

Kuyng le había enviado una fotocopia digital de su contrato firmado y el director de la organización para personas maltratadas con la que estaba cooperando le mandaba saludos y le daba las gracias por su última donación. A parte de eso, no había nada más interesante que un poco de publicidad.

Como siempre, escrutó cada rostro por los pasillos. Como siempre, nada.

Esta vez, Sooyoung le esperaba en la puerta del ala reservada para las salas de psicología. Estaba vestida de un traje que estaba entre lo formal y lo divertido, grisáceo, un poco holgado por las mangas pero ceñido en los lugares que debía apretar. Era una clase de vestido que a poca gente le quedaría bien.

Obviamente, a ella le quedaba de infarto.

—Buenos días, Jungkook. —Sonrió al verle.

Era más que obvio con quién compartía los benditos genes.

Se dirigieron hacia la consulta en silencio, lo cual era extraño. Normalmente ella le hacía algunas preguntas cordiales para romper el hielo antes de comenzar con la sesión, le preguntaba cómo se encontraba y esa clase de formalidades. No eran tan cercanos como para haber dejado de necesitar eso.

Jungkook la miró, esperando encontrarla escrutándole con la mirada, tratando de dilucidar en lo que pensaba, pero ella miraba al frente con una expresión ausente.

—¿Ocurre algo? —le preguntó al final, incapaz de seguir con el silencio.

—¿Por qué lo dices?

—De todas las veces que he venido nunca te he visto fuera de tu consulta. —Cruzaron el pasillo que conectaba con el ascensor y se tensó. Quizás hoy... Pero pronto relajó los músculos, al darse cuenta de que no había razón alguna por la que un cirujano subiría al ala psicológica y psiquiátrica. Sooyoung respetó su pausa momentánea y él se aclaró la garganta antes de continuar. —Tampoco he llegado tarde, ¿me estabas esperando?

—No. Bueno, sí. —Sacudió la cabeza. —La verdad es que nuestras sesiones también me están afectando. A su manera, por supuesto, pero quería hablar contigo sobre eso antes de empezar hoy porque habrá algunos cambios y quiero que lo sepas por adelantado.

Jungkook la miró sin entender nada.

—Le he pedido a un amigo que nos ayude a partir de ahora con las sesiones. Es un psicólogo realmente bueno y estoy segura de que te ayudará mucho mejor de lo que yo puedo ahora mismo.

Batterer 『TaeKook』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora