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Bueno, Jeon Jungkook definitivamente no era idiota.

No ser idiota significa, entre otras cosas, conocer el camino hacia tu casa, o por lo menos diferenciarlo del camino hacia otra en la punta contraria de la maldita ciudad.

—¿A dónde estás conduciendo? —Le preguntó a Taehyung por decimotercera vez, pero él tarareó y subió el volumen de la radio. —¿Por qué me ignoras?

Él abrió la ventana de su lado y el viento le golpeó la cara, callando sus preguntas.

Jungkook se cruzó de brazos, indignado.

¡Eso podía ser considerado secuestro! ¡Podía denunciarle! Después de semejante altercado con la madre de su novio lo único que quería ahora era ir a casa y pasar la tarde acurrucado con él, pidiéndole mimos y favores con el pretexto de sentirse herido, no hacer un tour por su ciudad natal como si fuera un turista. Iba a poner una denuncia contra él. Sí, lo haría. No le importaba si tenía que criar solo a su hija o si Sooyoung le odiaba de por vida o si Jimin...

Oh, se habían detenido.

—¿Dónde estamos?

Taehyung le desabrochó el cinturón con una expresión divertida.

—Si miraras a tu alrededor y pensaras un poco en lugar de comportarte como un niño —le regañó con cariño. —ya lo sabrías.

Jungkook quería enfadarse. Iba a enfadarse.

Taehyung le dio un piquito.

Se enfadaría luego. Prometido.

Le obedeció y miró a su alrededor, buscando pistas que le dijeran dónde se encontraban. No las encontró. Todo lo que había era una fila de casas a la izquierda, como en todas las calles de la ciudad, un bosque a la derecha, una hilera de árboles en la acera, un cartel anunciando las próximas elecciones de la comunidad...

No, nada destacable.

Nada destacable hasta que se fijó bien en la fila de casas.

Se volvió automáticamente hacia Taehyung.

—¿Cómo sabes dónde...? —preguntó con un hilo de voz. Él se encogió de hombros.

—Me lo dijiste tú.

Jungkook respiró, incrédulo, y se giró otra vez para mirar la casa. Había tardado en reconocerla porque el buzón había cambiado, probablemente se habría roto con el paso de los años. La pared frontal estaba algo desgastada y las ventanas junto a la puerta tenían cortinas nuevas. Por lo demás, era exactamente como la recordaba.

—P-Pero quizás ya no viva aquí. —susurró apenas, sus ojos vagando por el jardín perfectamente cuidado y cada detalle diferente que podía captar, intentando guardarlo todo.

Las baldosas donde jugaba con su hermano.

El quiebre en las escaleras que jugaba a saltar como un conejo.

La zona de flores junto a la puerta donde su padre plantaba.

—No te habría traído si no me hubiera informado antes, cariño.

Su pecho se sentía como si fuera a estallar, pero no sabía qué hacer. No había visto a su madre en años. La última vez que había hablado con ella había sido para rechazar su invitación de ir a ver a su padre moribundo. ¿Cuál sería su reacción si aparecía de la nada un día cualquiera, seis años después? Probablemente le echara, y eso suponiendo que le reconociera.

La casa estaba allí delante, esperando.

En un arrebato, Jungkook se dio la vuelta y le estampó un beso a Taehyung. Uno profundo y húmedo, lo suficientemente largo como para dejarles sin aire y llenarles la boca de su sabor.

Batterer 『TaeKook』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora