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Ni el sonido de la alarma sonando aguda y repetidamente justo en su oído consiguieron que abriera los ojos. Estaba demasiado cansado como para eso después de pasarse horas hablando con Taehyung la noche anterior. Además, era uno de esos días en los que estaba en una posición perfecta para su vientre, de modo que el bebé no protestaba y todos estaban felices. No, no iba a levantarse. No pensaba hacerlo ni aunque le gritaran al oído.

—Jungkook, vamos.

Jungkook ignoró esa molesta voz, acoplándola a su sueño y arrebujándose.

Bueno, en realidad no estaba soñando nada. Era sólo inconsciencia. Pero era suave, cálida y reconfortante. Estaba cómodo, la sensación era dulce. Quería quedarse así para siempre.

Una almohada se estampó contra su cara.

—¡Jungkook!

Jungkook gruñó.

—Déjame dormir. —rogó con voz ronca, sintiendo la boca pastosa. Escuchó pasos alejándose y sonrió, victorioso, relajando el cuerpo para recuperar ese estado de somnolencia que...

—Lo siento.

Y lo siguiente que supo fue que tenía la cara y el cuello completamente helados, su camiseta de dormir pegada al pecho y el pulso por los aires.

Abrió los ojos de golpe, irguiéndose, y antes de poder abrir la boca Jimin ya se estaba riendo. Tenía un vaso de agua vacío en la mano que, a juzgar por el frío líquido que ahora le empapaba el cuerpo, había estado lleno hacía unos instantes. No había que ser un genio para unir los puntos, pero acababa de salir repentinamente de un sueño profundo, así que la sinapsis entre sus neuronas tardó unos segundos en establecerse correctamente para que pudiera reaccionar.

Cuando lo hizo, solo pudo jadear.

—Voy a matarte. —dijo, muy despacio, mirándose la camiseta con un puchero. Era su favorita.

Jimin se carcajeó y se dio la vuelta para dirigirse de nuevo a la cocina.

—Levántate. —gritó desde allí. —Te he hecho el desayuno, y estoy aquí para recordarte que tu Taehyung viene esta noche y tu casa es un desastre. No queremos que su primera impresión de ti después de cuatro meses sea esta, ¿verdad? A trabajar.

Jungkook rodó los ojos ante la exageración, pero le hizo caso. Se dio una ducha de agua caliente para no coger un resfriado por las ocurrencias de su amigo, se vistió, desayunó y se pusieron a limpiar juntos. La casa no estaba hecha un "desastre", pero definitivamente, en cuanto se pusieron manos a la obra, se dio cuenta de que dejaba mucho que desear.

Tal vez estar tan concentrado en las sesiones y en el juicio le habían hecho olvidarse de sus responsabilidades.

Eso, y que el hecho de que se iba a mudar y no volvería a pisar esa casa triplicaba la pereza a la hora de pensar en limpiar algo. Porque, ¿para qué? Tendría una casa nueva, ¿para qué iba a limpiar esa?

Pues por la posibilidad de una situación como esa, por ejemplo.

Todas sus cosas estaban en cajas de mudanza apiladas en la habitación de invitados, por lo que el resto de estancias estaban bastante vacías. El lugar tenía un aspecto... aburrido. En realidad, era casi tétrico. Necesitaron horas para adecentarlo todo, y un poco más de tiempo para sacar cosas de las cajas y recolocarlas por las habitaciones principales para que el lugar tuviera un poco de vida. Más tarde tendría que guardarlas de nuevo, pero la verdad era que el ambiente había mejorado mucho.

Terminaron de cocinar la cena cerca de las seis de la tarde, lo cual sería temprano de no ser porque el cochinillo asado con compota de naranja y crema de manzana necesita estar dos horas en el horno antes de poder servirse. Aún no era noche cerrada, pero ya había oscurecido un poco, así que Jimin cerró las cortinas con la excusa de que no quería que los faros de los coches que pasaran por la carretera deshicieran "el ambiente romántico", puso música suave porque "se aburría" y salió al jardín para cortar una rosa que puso en el centro de la mesa del comedor.

Batterer 『TaeKook』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora