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—Estaba destrozado. —Jungkook tragó saliva, rascándose el brazo nerviosamente. Acababa de empezar y ya sentía todo su cuerpo tenso, a la espera de lo que tendría que confesar. Sooyoung asintió comprensivamente.

—Es comprensible. ¿Estabas enfadado con él?

—¿Con Taehyung? —Cuando ella asintió de nuevo, negó con la cabeza. —Estaba enfadado conmigo mismo por ser tan débil ante Yugyeom. No, en realidad... no sólo por eso. Estaba enfadado por todo. Con Yugyeom por ser así, conmigo por permitírselo y con el mundo por haberme dejado probar un poquito de lo que significa ser feliz y luego quitármelo, pero no con Taehyung. Con él... no. La situación era insostenible por más tiempo, pero yo no quise verlo. Me ofreció la oportunidad de irme con él, a pesar de que era peligroso, y la rechacé. La única opción que quedaba era separarnos.

Que hubiera dolido más de lo que había pensado que algo podía doler sin matarle no significaba que no supiera que era lo mejor. Que hubiera intentado evitarlo no significaba que, muy dentro, no supiera que era lo correcto.

Si no era capaz de dejar a Yugyeom y no se atrevía a irse con Taehyung por el mismo motivo, seguir torturando al amor de su vida yendo y viniendo de su casa, pidiéndole que le cure, obligándole a ver el infierno que vivía sin permitirle ayudar era simplemente... eso: Torturarle.

Y no era justo.

—¿Qué pasó cuando te fuiste de su casa? —preguntó Sooyoung, sonrojándose un poco. Jungkook la miró, sintiéndose culpable.

Corea del Sur, 8 de Enero de 2020, 19:42 p.m. Hace cuatro meses.

Jungkook tiró las pruebas de embarazo a la basura con el corazón en un puño. No quería que Yugyeom las encontrara. Tiró también la carta y el sobre del hospital, rompiéndolos en pedacitos, pero eso sólo fue porque no quería pensar en ello. Cuando llegó a casa eran pasadas las ocho de la noche, y debió haber previsto que Yugyeom estaría allí para entonces.

Sorprendentemente, no le importó.

Las luces estaban apagadas, así que las encendió mientras se deshacía de sus zapatos. En cuanto la estancia se iluminó Yugyeom apareció bajo el marco de la puerta de su habitación, mirándole con seriedad.

Jungkook ni siquiera le miró pero, cuando intentó entrar en la habitación, su cuerpo se interpuso.

—¿Dónde estabas? —le escuchó decir, aunque sonó más como una orden. Apretó los puños.

—No te debo explicaciones.

Y, al instante, sin previo aviso, una mano se estrelló contra su mejilla y le giró la cara. Jungkook jadeó, cubriéndosela con su propia mano al sentir el ardor nacer en la zona.

Al sentir ardor nacer en su cuerpo en general.

—No tengo humor para esta mierda, Jungkook. —espetó Yugyeom, agarrándole la barbilla con los dedos con fuerza hasta que sus miradas conectaron. —Te he preguntado que dónde estabas.

—Y yo te he dicho —escupió, a pesar de que sentía el miedo recorrerle. —que no te voy a contestar.

Sabía que iba a pagar caro por aquello, pero se dio cuenta de que realmente... no le importaba.

No le importaba si tenía que sufrir a cambio de hacerle la vida imposible a Yugyeom.

Si iba a vivir lo que le quedaba junto a ese hombre entonces lo haría a su manera: luchando. Luchando hasta que las cosas cambiaran o hasta que le matara. Eso era lo de menos. Lo único que tenía claro es que no iba a soportar una sola burla más hacia su libertad durante lo que le quedara de existencia, significara lo que significara eso.

Batterer 『TaeKook』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora