Capitulo 10

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En el corazón de Chernóbil, una ciudad de economía estable y con el desarrollo suficiente para tener cines y teatros. Con gente animada y niños corriendo por las calles jugando, el clima estaba bastante favorecedor ese día, exactamente llegando unas horas antes del accidente que acabó con el suelo habitable. Habíamos llegado a Pripriat el veinticinco de Abril de mil novecientos ochenta y seis, un excelente momento para visitar una ciudad.

El ciervo, Bell y yo habíamos hecho una parada para merendar en un cálido restaurante familiar, ahora podíamos ir a uno de esos ya que éramos una familia, conformada por un padre amoroso (Quien sea que fuera), una madre y un hijo lindo. Comimos hamburguesas y bebimos soda, yo tuve mis precauciones así que no tuve problema alguno, nos la pasábamos de lo mejor. Ambos de nuevo teníamos nuestras apariencias humanas por lo cual no llamábamos la atención de nadie, éramos dos simples pecadores en un mundo pasado.

- ¿Debo comerlo con las manos, enserio? - Preguntó el ciervo antes de comer su hamburguesa, apenas una amistosa mujer nos había traído nuestros alimentos.

- Te he dicho que si. - Él pensaba que se vería muy bien comer su hamburguesa con cubiertos, a mi al principio me pareció igual pero ahora ya no era necesario que me explicaran que es normal comer algunos alimentos con las manos. - Ya te has lavado las manos, por lo tanto puedes comer cuanto quieras.

- ¿Y si me ensucio? - No soportaba la idea de manchar sus manos con salsa de tomate y mostaza.

- Límpiate las manos con la servilleta, - Ese era el propósito de la mencionada. Aunque algunas personas suelen chuparse los dedos para limpiárselos pero eso si me parece una falta de educación. - ¿Te parece bien?

- Tal vez. - Tomó una papa frita de un plato que pedimos, la metió un momento sobre aderezo. Se la llevó a la boca. - ¿Debo hacerlo? - De nuevo iba con lo mismo.

- Solo si quieres comer conmigo y Bell. - Incluso Bell comía con sus pequeñas manos sin dedos, era muy hábil, a él no le importaba ensuciarse por que podía limpiarse rápido gracias a sus propias habilidades.

- Jamás había venido a un restaurante de este tipo. Deberías entender como me siento. - Al menos yo estaba viendo su primera vez en esto.

- Entiendo que puede ser difícil, pero, estás conmigo, ¿Acaso no comerás por que estoy yo?. - Aunque quisiera lucir genial frente a mi ya era demasiado tarde para eso. Todas las mañanas veía una parte nada glamurosa en él, no digo que no me guste, al contrario, me encanta verlo así pero desde sus ojos él debe ser el ser más elegante que he visto y quiero sacarlo de esa burbuja.

- He comido frente a ti muchas veces.

- Pero esta es tu primera vez. - Me enorgulleció decir eso. - En este ámbito en especifico.

- Ya lo sé. - Con su dedo tentó el pan de su hamburguesa, inspeccionándolo de que no tuviera nada extraño. - ¿Que tipo de carne será esta? - Preguntó muy interesado. En casa comería cualquier cosa pero fuera y en un establecimiento publico no soportaría ingerir comida hecha con carne de calidad menor de A4.

- Es de ratas de alcantarilla. - Ya que no quería hacer una discusión por esto saqué mi cuchillo favorito y corté la hamburguesa del ciervo en trozos pequeños, me sentí como una madre complaciente al hacer eso. - Ahora, comételo. - Los trozos que habían quedado eran ahora suficientes para comerlos como si fueran bocadillos, no era necesario utilizar las dos manos y cuando mucho se ensuciaría el dedo medio, índice y pulgar al comer.

- Oh, querido. No debiste molestarte. - Yo lamí las manchas y migas que le quedaron a mi cuchillo, por dentro mi cabeza pensó ante lo que dijo él: "Si no lo hubiera hecho habrías estado dudando por días". - Muchas gracias...- Agradeció profundamente, esta vez si lo pagaría con los intereses necesarios. Si lo salvé de tener su propia experiencia normal de comer hamburguesas al menos él debía darme un pago. - No se ve mal, - Tomó una porción y se la llevó a la boca.

El ciervo rojo, el ciervo azul...y yo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora