Capitulo 16

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- Esto tiene tantas cosas que no entiendo...- No sabía por donde empezar a preguntar.

En ese momento nos encontrábamos todos en el ático mirando el extraño órgano que tenía el ciervo, en una clase para nada normal. ¿Cómo terminamos así?. Pues fue un poco extraño.

Me encontraba tranquilamente ocupando mi tiempo haciendo las labores diarias, llevando cosas que se tenían que llevar, de aquí para allá por los pasillos de la casa como cualquier amo de casa normal, sin hacer nada peculiar hasta que un animado ciervo rojo dejó salir su cabeza por una pequeña puerta arriba en el techo, fue tan repentino que ni siquiera pude preparar mi cuchillo.

- Ya está listo. - Habló él, de cabeza y con el cabello hacia abajo, parecía un aterrador niño fantasma.

- ¿Qué cosa?. - No entendía de que hablaba. - Más importante, - Le lancé un plumero que tenía cerca. - No aparezcas de esa forma. Podría terminar atravesándote el rostro con mi cuchillo, de nuevo. - Había sido un accidente aquella vez. - Ya sabes que me sorprendo con facilidad.

- Si, como digas. - Rodó los ojos, lo dejamos así. - Lo que quería decirte es que, acabo de terminar de ajustar los últimos botones de mi órgano.

- ¿Debo celebrarte eso?. - No entendía muy bien, hasta donde yo podía entender los órganos no debían tener botones o al menos más de uno.

- Alastor...- Él resopló. - ¿Quieres verlo o no?.

- Si quiero. - Asentí reforzando la respuesta.

- Bien, te bajaré la escalera. - Una escalera plegadiza que ayudaba a llegar al ático. Dejé mis quehaceres y subí, el ático realmente no era un sitio de lo más relevante, era como cualquier otro lugar de la casa, con su debida limpieza y orden o eso debería decir, de no ser por un montón de figuras pequeñas, coloridas y llenas de pelo que se encontraban junto a lo que parecía ser una especie de piano. - ¿Te gusta?. Es tan maravilloso, - Él estaba muy orgulloso de su órgano y opinaría lo mismo si supiera tan solo comprendiera que eran esas cosas llenas de pelo, incluso parecían tener pico. - ¿Alastor?, - Me quedé un segundo callado, no sabía qué responder.

- ¿Lo ves?, Ni siquiera puede hablar por lo aterrado que lo has dejado. - Nevis llegó de repente junto a Bell. - ¿No es así? - Me preguntó.

- Esto tiene tantas cosas que no entiendo...- Y así llegamos hasta este punto. - En primer lugar, ¿Qué cosa son estos?, - Tomé uno de esas cosas, era de color negro.

- Son furby. De mi órgano furby. - Se sentó sobre un banco cercano, era lo suficientemente grande así que me hizo la seña de que me sentara junto a él. - El que tienes entre las manos es el que dirige a todos. - Tal vez esta vez si se le zafó un tornillo o dos al ciervo.

- ¿Es normal que se mueva? - Movía las orejas y parpadeaba de vez en cuando.

- Es normal. Funciona con baterías. - Solo lo dejé en su lugar. - Ahora, mira esto, - Levantó un pequeño botón de palanca que se encontraba después de una hilera de botones en un panel. Cuando lo hizo todos los peluches que estaban colocados comenzaron a hacer sonidos. Todos moviéndose al mismo tiempo, haciendo eso, si no estuviera con el ciervo de seguro que ya habría incendiado uno o dos muñecos. - Todos están sincronizados y conectados por muchos cables, así llegan a poder ser controlados por estos diversos botones.

- Un órgano fuera de lo común. - Opiné. - Pero bien, ¿Me mostrarás tus dotes con ello?, - Por más extraño que fuera todavía seguía siendo un órgano y por lo tanto debía sacar notas hermosas.

El ciervo rojo, el ciervo azul...y yo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora