Capitulo 11

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Yo, soy Vox. Su voz tan complaciente y ese estilo de vestimenta, ahora entiendo el por que he seguido esta conversación. El mundo es muy pequeño, quien diría que terminaría conociendo por fin a Vox, en este tipo de circunstancias, algo es algo y no puedo quejarme.

Así que tú eres el famoso Vox. Alguien que mandaba excelente pastel como regalo y en entrega especial era definitivamente importante. — Por fin nos conocemos.

¿Nos conocemos...No pudo terminar de preguntar ya que recordó quién era yo. — Ah, si. Ya veo. Eres el recién casado. Su emoción se fue a pique.

Si, ese. Por la forma en que lo dijo tal vez puede que haya imaginado algo más en mi.

- Ya veo.- Eso de cualquier forma no lo hizo dejar de sonreír. — Si es así deberé de tratar bien al esposo del demonio radio, no queremos ponerlo de malas, ¿Verdad?. No lo dijo de la forma de sentirse intimidado, al contrario, pareció claramente que se burló.

Considerando la enmendación del error de ambos al toparnos decidimos ir a merendar a un lugar privado y tranquilo, fue un sitio dentro de un edificio algo extravagante, con muchas luces y un letrero que a juzgar por lo que dice no creo que sea un lugar de lo más decente. Puede que él me haya convencido por su argumento de que habría comida y bara brith pero pasarán siglos antes de que alguien quiera intentar engañarme.

- Vaya ubicación. Pero que raro restaurante para merendar ha elegido usted, señor Vox. - Dije sin dejar de caminar por los pasillos del lugar.

- Te has dado cuenta.

- No debe tomarme como un despistado. Solo lo he seguido acompañando por que quiero ver que tan lejos lleva esto y si en verdad tiene bocadillos, cuando me aburra me iré.

- Entiendo. - Él rio, apresuró su paso y me llevó hasta las puertas de una oficina, las abrió pero se quedó de pie ante estas. - Por favor, - Hizo la seña de que yo debía pasar primero. - Las visitas no deben cerrar la puerta. - Con esa mentalidad pasé a la oficina, en el interior era más bien un lugar apacible, como un lugar para pasar el rato solamente, con sillones acolchados, una mesa de centro, también en las paredes habían muchos cuadros con fotografías de personas, incluso creo que uno de ellos se parece mucho a Angel Dust pero eso no viene mucho al caso en este momento. - Siéntate donde quieras. - No había un lugar más cómodo que el resto así que solo me senté en uno al azar. - Estará bien bara brith y cualquier postre de ocasión, ¿No es así?. - Me preguntó al tomar un teléfono cercano.

Y si llega eso con té no me molestaría en absoluto. Con el pedido hecho él hizo una llamada pidiendo que le llevaran a su oficina esas cosas, no pasó realmente mucho cuando llamaron a la puerta, cuando se dio el permiso un chico entró, obviamente era un habitante del infierno por tanto su apariencia no era en su totalidad humana, mas bien solo era...Algo atractivo para pecadores.

- He traído lo que pidió. - El chico con una voz neutra pasó a la habitación, llevaba una bandeja con las cosas que con anterioridad había pedido Vox. - Lo dejaré aquí. - Se acercó lo suficiente para dejar la bandeja sobre la mesa cercana a mi.

- Si, si, solo vete. - Vox se desesperó un poco, el chico de inmediato se fue y solo entonces me quedé solo con aquel hombre. — Por fin estamos solos. — Dijo él como si yo no me hubiera dado cuenta.

Si, lo he notado. Tomé un sorbo del té que habían traído.

¿Te ha gustado el pastel que envié?.

El ciervo rojo, el ciervo azul...y yo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora