Capitulo 15

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Tal y como prometió el ciervo, al terminar el productivo día en el hazbin hotel nos encaminamos a nueva York. Una ciudad muy poblada, con enormes edificaciones por todos lados y gente colorida adornando sus calles, todo con la modernidad acumulada y tan nueva para mí. Todo el progreso de la mente de los humanos, era hasta cierto tiempo adelantos inútiles considerando que nadie necesita enormes pantallas que te indiquen comerciales televisivos pero bueno, son pecadores de los que hablamos, obviamente no son perfectos.

Entorno a las apariencias esta vez no solo el ciervo y yo tuvimos que disfrazarnos de humanos si no que Nevis también tuvo que hacerlo. Él al igual que el ciervo utilizó una mascara y modificó con sus habilidades temporalmente su cabello. La única diferencia que me hacía saber cual ciervo era cual era que el color de los ojos del iris de Nevis se había conservado azul y el del ciervo era marrón.

Como siempre habíamos vagado un rato adaptándonos al lugar, el caminar hacía seguir el tiempo y eso llegaba a cansar y además provocaba hambre además de antojo de comer algo dulce y frio por la hora del día que era así que todos compramos helados y nos sentamos a una espaciosa banca que se encontraba en el camino y que utilizaban los humanos para esperar la llegada de los autobuses. Nos sentamos simplemente a contemplar mientras merendábamos.

- El helado está muy frio, - Mi cabeza dolía cuando lo comía demasiado rápido. - Se me congelará la cabeza.

- Deja de comerlo entonces, - Habló el ciervo, estaba sentado junto a mi.

- Es que es delicioso. - Un delicioso helado de fresa. - Y si dejo de comerlo se derretirá.

- Cómelo con cuidado...- En cambio él era una imagen de la calma y la serenidad, comiendo su helado con el tiempo necesario para disfrutarlo. - Eso delata que te gusta mucho el helado.

- Me gusta. - Comer helado mientras mirábamos los autos pasar, muchos eran de color amarillo, eso me llamó la atención. - ¿Por qué hay tantos autos de color amarillo? - Sobresaltaban entre los demás colores. Le pregunté al mejor informado del grupo.

- Son taxis. - Eran demasiados como para ser solamente eso. - De hoy en día son muy necesarios para la gente. Tienen vidas muy complicadas.

- Que martirio. Es cansado solo mirarlos. - Lo era. - Por cierto, ¿Qué clase de trabajo debemos hacer aquí?. - Nos encontrábamos descansando desde que habíamos llegado y no habíamos hecho nada de trabajo aún.

- Según dijo el cliente, debíamos maldecir a un chico llamado Lee Jon...- No pudo terminar de hablar debido a un fuerte estruendo que sacudió el lugar entero, fue como un pequeño terremoto. Desde el lugar donde estábamos logramos mirar una columna de humo elevándose a la distancia, no podíamos saber exactamente de que cosa provenía pero parecía algo serio. - Y eso querida familia, fue un accidente cotidiano de nueva York. - Bell y yo admiramos.

- Bell y yo, - Analicé eso. Al principio éramos todos los integrantes de la familia, sin excepción. - Ciervo, ¿Dónde está Nevis? - No estaba sentado comiendo helado con nosotros.

- Nevis, - Él también apenas recordaba su existencia. - Él...- Miró los alrededores. - Se fue por lo que veo. - Vaya novedad. Volvió a escucharse el estruendo, ahora era un poco más cerca, era de varios autos que habían colisionado.

- ¡No hice nada!, - Nevis apareció frente a nosotros. Era entonces que los incidentes eran causa suya. - Es decir, - Se puso un poco nervioso.

- Puedes matar a quien quieras menos al elegido por mi cliente. - Aclaró el ciervo. - Él debe ser maldecido antes de ir al infierno.

El ciervo rojo, el ciervo azul...y yo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora