Capitulo 14

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- ¡Hermanito! - Exclamó, acto seguido rodeó la mesa para abrazarme, yo solo permanecí estático en cuerpo y voz, no sabía que era lo adecuado para hacer en estas situaciones, la etiqueta no mencionaba estos momentos.

En una de sus manos él llevaba un pequeño recipiente con un semilíquido blanco, al parecer aún no desaparece esa costumbre suya de ingerir yogurt todos los días. Su ropa estaba impregnada de un suave olor a sangre, también lucía de una piel grisácea. Su aspecto había cambiado pero al menos la esencia de sus ojos verdes seguía siendo la misma, el mismo hombre que hablaba conmigo en mil novecientos treinta. El poco conocido desollador de nueva Orleans, el que amaba confeccionar accesorios con la piel y huesos de sus victimas, el sujeto llamado Frederick Jonnes Pershing. La gente lo solía llamar Fred, el de afiches públicos.

- Suéltame, por favor. - Lo hice a un lado algo nervioso.

- Pensé que te encontraría pero no de esta forma. Tanto maldito tiempo buscándote y por fin te he encontrado...- Él suspiró, colocó sus manos sobre mis hombros.

- ¿Me buscabas? - Todo se estaba dando tan rápido.

- Si, eh, te explicaré todo más tarde y con calma, solo ahora, - Miró hacia los lados. - Ven conmigo. - Tomó mi muñeca e intentó llevarme con él, yo hice peso para que no lo lograra. - Alastor, necesitamos hablar.

- Estoy en algo justo ahora, así que creo que no puedo atenderte. - Era enigmático y todo eso el que él haya aparecido de repente en una época y circunstancias anormales no quería decir que yo lo tomara de excusa para relevarme de cuidar el "Establecimiento".

- Alastor, tenemos muchas cosas que aclarar así que, debemos irnos antes de que venga...- La tétrica expresión que hizo al escuchar un pequeño chasquear, fue también un sonido parecido al de las patas de un animal chocando contra el piso. Una pequeña figura salió a alta velocidad, esa figura directamente fue a estamparse contra la cara de Frederick, él por el impacto terminó en el suelo.

- Eh, ¿Todo bien?, - Apenas si lo miré. - Fred...

- ¡Quítamelo, quítamelo!, - Gritó, se intentó quitar la cosa en su rostro la cual era...Bell. - Alastor, quítamelo, - Dio vueltas en su sitio. Con fuerza tiraba de Bell, este no cedía y seguía en su rostro, era bastante peculiar la escena. Yo solo miraba, no quería en realidad involucrarme hasta que Fred quiso azotar su rostro contra la mesa en un momento de desesperación, ahí fue cuando solamente le retiré su martirio. Solo tuve que tomar con mis manos a Bell y este cedió.

- Pero Bell, ¿Qué formas son esas de recibir a los invitados?. - Me lo senté sobre el hombro. - Perdona a mi hijo, es un poco animado al ver a personas nuevas. - Mentí.

- Él siempre me hacía eso al verme llegar a casa. - Comentó, esa fue una frase curiosa.

- Espera, ¿Acaso tú dijiste que...

- Bueno, ya que me han delatado habrás deducido que este muchachito y yo ya nos habíamos visto...- Tensó los labios. - Por eso también necesitamos hablar. - Desvió la mirada.

- Ya veo, con que tú eras ese ser misterioso que mandó a Bell a nuestras vidas. - Él sonrió.

- Con que te nombraron Bell, - Le habló a este. - No es un mal nombre para un tú. - Bell sonrió.

- Tardaste mucho al hacerte responsable de ello,

- ¡Lo sé pero, - Inhaló y luego sacó el aire para relajarse. - Hablemos en otro lugar esto, es que, lo que tengo que decirte quiero hacerlo mientras bebo algo, si sabes a lo que me refiero.

El ciervo rojo, el ciervo azul...y yo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora