Capítulo X

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—¿Me dirás ahora que lugar es este y en que año estamos ? —Preguntó la joven rubia observando detenidamente la vestimenta de Jimmy y recordando todo lo que había visto en su camino a aquel hermoso lugar.

—Estamos en Gales, en el año mil cuatrocientos noventa  —le respondió Jimmy.

—¿Has dicho Gales, año mil cuatrocientos noventa?

—Aja

—La.... e —ra  .....me—die—val —balbuceo Candy con ojos muy abiertos  —¿Cómo llegué aquí? —le preguntó mirándolo a los ojos tras recuperarse de la impresión de saberse en otra ciudad y en otra época —recuerdo que mencionaste que solo un milagro podría llevarme de regreso y luego te pregunté si eso significaba que permanecería para siempre en este lugar y me respondiste que no, que permanecería aquí hasta que se dieran cuenta que mi alma estaba ausente de mi cuerpo —su respiración se aceleró —Tú si sabes como fue que vine a parar aquí ¿verdad?

Jimmy negó. A pesar de no saber los por menores de su aparición en aquel lugar, había optado por decirle la verdad hasta cierto punto para que se mantuviera alerta.

—Candy —se aclaró la garganta —¿Me permites llamarte así?

—Claro, salvaste mi vida y eso te hace merecedor de mi confianza.

—Gracias —Jimmy esbozó una leve sonrisa y luego se puso serio — Confianza es precisamente lo que no debes tenerle a todos los moradores de Gales —le advirtió.

—¿Por qué?

—No todos son buenos Candy, existen muchos que practican doctrinas oscuras y por siglos han tratado de ganar adeptos a base de engaños y trampas —Jimmy se detuvo frente a una enorme puerta —Hemos llegado.

—¿Aquí vives? —preguntó la muchacha al ver la majestuosidad del lugar en cuanto la puerta se abrió frente a ellos.

—Si —respondió el joven —y a partir hoy te quedaras aquí, hasta que regreses a tu mundo.

—Dime la verdad Jimmy —Candy lo detuvo —¿Por qué me ayudas?.

—Es mi trabajo.

—¿Cómo? ¿A caso mi padre tiene los alcances de viajar en el tiempo y contratarte para que me cuides? —preguntó con mofa.

Jimmy negó con la cabeza.

—Y entonces, ¿Para quién trabajas?

—Para nadie en especial —le respondió Jimmy con diversión al ver la confusión en su rostro.

—Pero....

—No me es permitido decir más, así que no insistas —la interrumpió tornándose serio una vez mas —pero debes saber que mientras estes aquí, tu eres mi responsabilidad.

Candy enarcó las dos cejas de manera tan exagerada que estas dieron la impresión de tocar los cabellos que se habían salido de su densa trenza. <<Que chico tan extraño, unas veces sonríe divertido y de otras se torna serio>>

—Lo mejor es que terminemos de entrar —con un ademán de su mano y haciéndose a un lado, Jimmy la invitó a pasar.

—Gracias —Musitó la rubia pasando a su lado y atravesando el umbral de la puerta.

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