Capítulo VII

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—Buenos días Pecosa durmiente.

<<No es real, es una ilusión >> <<Estoy en un Colegio para magos y él es uno muy diestro que puede conseguir hacer lo que se le plazca>>

—El día es hermoso —dijo él abriendo las cortinas. —Vamos Pecosa, el efecto del calmante ha terminado, no seas perezosa y abre tus ojos

—Es un sueño  —musitó Candy negándose a abrir los ojos.

—Oh si claro, un sueño que no cualquiera tiene por mas que lo desee.

—Eres un pretencioso —Candy abrió los ojos de golpe —¿Qué haces aquí? ¿Hace cuánto llegaste? ¿Quién te permitió el paso? .

—Tranquila —Alzó las manos en señal de rendición —son muchas preguntas a la vez —sonrió de medio lado —Pero te responderé con una sola respuesta.Tengo el honor de ser tu escolta privado.

—¿Qué? —Candy abrió los ojos ampliamente.

—Como lo escuchas Pecosa, he asignado por la directora Paulina para ser tu sombra a partir de hoy.

—¿Cómo que mi sombra? —No pretenderás ir al baño conmigo ¿verdad?

—¿Por qué no? —su tono era jugueton —no es como si no te he hubiera visto en paños menores antes.

—Oye, eso fue un error de cálculo

—Error o no, te vi —le guiñó un ojo —pero descuida puedo aplicar una de mis célebres frases.

—¿Y cuál es esa celebre frase, si se puede saber? —Candy rodó los ojos.

—Te vi, pero no te miré.

—Jajajaja —Candy fingió reírse —mira que conveniente y gracioso me saliste.

—Y esto solo es una pequeña muestra de quien soy en realidad —movió las cejas de arriba a abajo.

—Así que además de mago, eres un payaso.

Terry se echó a reír —en ese caso ambos pertenecemos al mismo circo, mira que eres graciosa y además Pecosa, bien podrían contratarte como una Mona Pecosa Saltarina —se burló una vez más.

—Idiota —Candy se cruzó de brazos y frunció los labios en señal de molestia . —¿Qué crees que hace? —le preguntó al ver como acercaba la bandeja de desayuno, se sentaba junto a ella, tomaba la cuchara para alzarla luego y dirigirla a ella.

—Darte el desayuno

—Puedo hacerlo sola, mis heridas están en la planta de los pies no en mis manos —
intentó quitarle la cuchara.

—No lo dudo —dijo él evitando que ella cumpliera su propósito —pero debo asegurarme que te alimentes bien para que tengas una pronta recuperación. Abre la boca —le ordenó al ver que apretaba los labios.

—No voy a hacerlo, no soy una niña a quien tienen que alimentar en la boca —dijo entre dientes.

—Eso me quedó claro la noche que te conocí —sus ojos adquirieron un travieso brillo —Pero ahora te estas comportando como tal. Abre la boca —ordenó una vez mas pero esta vez su voz era dulce —no me obligues a hacerlo a mi manera.

Mi Nueva VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora