Capítulo XIV

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La puerta principal del castillo Cartwright se abrió de manera ruidosa, provocando que todos los que se encontraban en el vestíbulo se pusieran alertas.

—Milord, milord —decía con palabras entrecortadas quien acaba de ingresar.

—Debe de ser algo grave como para que te presentes de esta manera.

—Lo es milord —decía en tanto intentaba recuperar el aliento por el gran esfuerzo empleado para llegar al interior del castillo.

—¿Qué sucede Cookie?

—Tom ha enviado un mensajero, para informar que deben salir del castillo ahora mismo —Cookie se dobló hacia al frente para aminorar el dolor en su estómago por la falta de oxígeno y luego se enderezó —él está luchando para evitar que un extraño ingrese a la cuidad, pero el hombre es muy poderoso y no podrá detenerlo mas tiempo.

—Es él, está aquí —dijo Michael refiriéndose al misterioso hechicero a quien no habían podido capturar y de quien solo sabían que viajaba en el tiempo al igual que ellos y que necesitaba de un alma pura para aumentar sus poderes y quizás regresar a su tiempo. Aunque no tenían la seguridad, Arthur y él sospechaban se trataba de Raymond Leagan. Y de ser cierta su sospecha, Candy corría peligro si se quedaba en la ciudad.

Jimmy se puso en pie de guerra y comenzó a dar órdenes

—Dile al herrero, que sustituya todas las espadas y lanzas ordinarias por otras que garanticen un golpe o lanzamiento exacto y mortal. Que el broncista, provea remaches mágicos para las lanzas, vainas para las espadas y rebordes para los escudos, que el carpintero suministre todas las astas de lanza y escudos y por último, envía un grupo de nuestros mejores hombres para que le impidan el paso en tanto nosotros salimos del castillo.

A pesar de no entender en lo mas mínimo una sola palabra, Candy comprendió que la situación era grave, podia verlo en los rostros de todos.

—Vayan ustedes, nosotros nos quedaremos para darle caza.

—Eso tendrá que esperar, recuerden que ustedes son lo únicos que pueden ayudarnos en caso que seamos emboscados.

A regañadientes ambos reconocieron que Jimmy tenía razón y junto a los Cartwright, Candy y un pequeño grupo de hombres armados hasta los dientes salieron por el pasadizo secreto con dirección al bosque.

—¿Y ahora, qué haremos y hacia dónde nos dirigimos? —preguntó Candy mientras caminaban por un estrecho camino.

—Necesitas ser instruida de manera teórica y práctica para cuando llegue el momento, estes preparada. Hay muchas cosas que debes saber y memorizarte —le respondió Michael —y respondiendo a tu otra pregunta, nos dirigimos hacía un lugar en donde todos estaremos resguardados.

—¿Es allí donde ustedes viven? —preguntó la joven rubia.

—Así es y estoy seguro disfrutarás tu estancia.

Minutos mas tarde, subieron a unos caruajes que aguardaban por ellos en las afueras del pasadizo. Conforme avanzaban, los ojos de Candy se deslumbraban ante la belleza de aquel lugar. Amaba estar en contacto con la naturaleza y más si este tenía una apariencia mágica, de esos que describían en los cuentos de hadas. Las flores de todo tipo y colores, las mariposas revoloteando por doquier, el canto de los pájaros, el sonido del agua que descendía desde las montañas y seguía su curso y los rayos del sol que se filtraban a través de los árboles hacían de aquel lugar algo sumamente mágico, sin contar con los animales silvestres que podía ver correr de un lado a otro en total libertad.

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