Capítulo 9: Quizás hay más de lo que crees

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9-Quizás hay más de lo que crees

**Renji**

Apoyo el fonendoscopio sobre el pecho de mi pequeño paciente al cual puedo oír como su corazón late tan intensamente que me hace sonreír. Observo como agita sus puñitos emitiendo grititos que me arrancan una carcajada. Dioses, es tan bonito...a veces los bebés no nacen bien formados, pero este pequeño tiene la cabecita redonda, es blanco como un copito de nieve y sin duda sus ojos grisáceos que seguramente se aclararán un poco a medida que crezcan, son los de su madre...

- ¿A que es guapo mi hijo, Abarai? – veo entrar en la habitación a Kariya acompañado de un par de fotógrafos que sonríen al ver al bebé. –Voy a tomarme unas cuantas fotos con él, para la portada de la revista cultural de este mes ¿quieres salir? -

-No gracias. El protagonismo es del niño- Kariya sonríe aún más orgulloso cuando levanta al pequeño que parpadea sin parar ante los flashes de las cámaras y al final termina poniendo morritos hasta que llora. Eso me hace ir hacia él y más cuando su padre lo deja en mis brazos de nuevo resoplando.

-Parece que en carácter es idéntico a su "maravillosa" madre- los fotógrafos le ríen la gracia a Kariya sin apreciar el sarcasmo de sus palabras. Vaya lameculos de mierda. –Cuida bien de mi pequeño Hitsugaya, Abarai. Tengo una rueda de prensa en unos minutos, recuerda lo que te advertí- tuerzo el gesto en cuanto veo que Kariya sale de la habitación charlando con sus "súbditos". Qué asco de tío, mucho querer tener un hijo para hacerle caso unos pocos minutos al día. Me jode que algunos traigan hijos al mundo para usarlos solo para sus intereses sin preocuparse de las verdaderas necesidades y obligaciones que se supone ser un buen padre. Pobre criatura...entre este padre y sin hablar de la madre... ¡tsk! joder, no puedo dejar las cosas así ¡me niego!!

-Vamos a dar un paseo, Hitsu-chan...- acaricio la cabecita del pequeño con mis labios cuando le levanto en brazos para que esté erguido sujetándole bien y salgo al pasillo en dirección al otro lado de la mansión, a esa zona prohibida que me hace inspirar con fuerza antes de tomar valor para entrar encontrándome a Byakuya sentado frente a su espejo, mirándose fijamente hasta que oye los ruiditos guturales del pequeño y se gira.

-No me parecía justo que no pudieras verle. Estoy seguro de que ahora sí quieres cogerle-

- ¿Qué te hace pensar tal cosa? - abro los ojos sorprendido y frunzo el ceño empezando a cabrearme. El pequeño gimotea un poco entre mis brazos teniendo que acunarle.

-Seguro que ya tiene hambre- veo de reojo como Byakuya traga saliva serio y se lleva una mano al pecho que me hace observarle con duda.

-Oye, no sé mucho de donceles, pero ¿quizás podéis también ama...? - ni siquiera termino la pregunta cuando Byakuya viene hacia mí dándome tal bofetón que me echa ligeramente hacia atrás agarrando bien al niño para no desestabilizarme. Me preparo para encararle tras golpearme, pero enmudezco al ver su mirada fulminante y cristalina.

-Ni siquiera...te atrevas a decirlo... ¿cómo osas pensarlo? Sigo siendo un hombre pese a todo ¡no insultes mi estampa!!-

-Tsk! lo siento, he sido un idiota al pensarlo ¡pero no lo he dicho con mala intención! - veo como eso le hace extrañarse, pero suspira resignado.

-Lo pasaré por ser tú. Tu diminuto cerebro tiene excusa por ser como es-

-Oé...no te pases...- siento un tic en la ceja al ver que vuelve a mostrarse soberbio ante mí e intento acercarme de nuevo ofreciéndole al pequeño, lo cual le hace volver a mirarlo como si le diera miedo incluso.

-Vamos...es tu hijo ¿no sientes nada hacia él? -

-Apesta. Apártalo de mí-

-Pero si acabo de cambiarle...solo huele a bebé ¿Por qué dices eso? -

"Doncel contra Corcel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora