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No recuerda mucho, casi nada en realidad, solo recuerda pequeñas escenas de lo que había hecho antes y casi poco después.
No quería ir al colegio. No tenía el humor, ni la fuerza suficiente para poder estar casi ocho horas seguidas en un mismo lugar, en donde cualquier persona puede llegar de repente y hacerle perder su paciencia o la poca que le quedaba de un golpe.
Con mucho cansancio y fatiga; se levantó de mala gana de su algo cómoda cama, yendo directo al cuarto vecino esperando que aquel adolescente busca problemas y merecedor de una gran disculpa, por fin haya llegado anoche o en la madrugada a dormir.
Un golpe... Dos... Tres... Cuatro... Había perdido ya la cuenta; pero era consciente de que ya había golpeado muchas veces la puerta, aún si este después del cuarto golpe perdió la esperanza de encontrarlo allí.
Ayer fue un día bastante desequilibrado; lo que había comenzado con un excelente ambiente junto con una gran vibra por ambos adolescentes, paso a ser un escenario muy incómodo, en donde ambos adolescentes terminaron volviéndose el centro de atención por tal escena que habían armado.
Sin querer bajar al primer piso, comenzó a caminar con bastante cansancio y sueño a su habitación. Al llegar ahí; sus ojos instintivamente se dirigieron al reloj digital que había en uno de sus muebles, todavía tenía algo de tiempo para poder llegar a la escuela, pero no le apetecía ir en lo más mínimo, además que quería esperar a que el azabache regresará para poder hablar muy seriamente con el.
No queria disculparse por el haber hecho tal cosa; no, él sabía mejor que nadie que todo aquello fue un simple pero fuerte impulso, algo que hizo su cuerpo casi por instinto propio al sentirse bastante estresado por la situación en la que se encontraba.
De hecho; lo que quería en realidad era disculparse por no haberlo hecho antes, por no haber sido aún mas claro desde un principio, por no contarle todas las razones de su estadía, por mentirle, por esconder secretos, por tratarlo igual... Igual que a Ran.
Él ojiazul como pudo solo se dejó caer boca a bajo a la cama, sintiendo algo de dolor en su rostro por la caída; más como su mente se encontraba abstraída por esos pensamientos, no logro sentir tanto aquel ligero dolor.
Cuando logro acomodarse un poco mejor, continuó con aquel último pensamiento que tuvo. De verdad, ¿Era cierto? ¿Kaito recibía el mismo trato que le dio a Ran?
No, eso era falso. Era imposible a decir verdad; tal vez si se parecen un poco las situaciones, pero el motivo era completamente diferente para cada uno de los casos; con Ran siempre había sido para protegerla y evitar más que nada que no metiera su nariz en donde no le llamaban; pero con Kaito, eso era casi un giro de ciento ochenta grados, con él no se a presentado el momento ideal para decirle todo, ya que a veces eran sus amigos queriendo hacer mal tercio o también había un caso o cualquier otra cosa.
Sus párpados comenzaron poco a poco a pesar más; se sentía tan estresado, que de solo pensar en cualquier otra pequeña cosa aún si fuera de la menor importancia, juraba que le daría un interminable dolor de cabeza.
Sentía como poco a poco su cuerpo se relajaba aún más y su cabeza solo le invitaba a que por fin cierre los ojos; más cuando eso estuvo a punto de pasar, el timbre comenzó a sonar como si no existiera un mañana.
Shinichi intento hacerse el sordo, colocándose una almohada en ambos oídos mientras maldecía a quien sea que esté haya afuera; pero aún el sonido era evidente y más cuando en vez de seguir tocando el timbre, comenzaron a golpear desenfrenadamente la puerta.
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Nuestra Melodía ×Actualizaciones Lentas×
FanficLo que había empezado como un castigo para un pequeño detective de siete años, paso a convertirse en el inicio de uno de los mejores momentos que en toda su vida a vivido... Dicen que la gente no puede olvidar nunca una melodía que tanto a apreciad...