15. Algas gemelas

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Luna, Anne y Ruby se encontraban en casa de Diana, pues ella las había invitado a pasar la tarde. Junto con ellas, se encontraba su tía Josephine, quién les contaba sus aventuras con su mejor amiga ya fallecida.

—Usted la quería mucho, ¿cierto? —preguntó Anne mirando fijamente a la mujer.

Josephine suspiró.

—Era mi alma gemela —contestó, sonriendo de manera tierna.

"Alma gemela"

Qué concepto más abstracto. ¿Quién podría ser mi alma gemela? Pensó Luna.

Alguien con quien sientas una fuerte atracción, no necesita una explicación, simplemente sentirlo. Alguien a quien poder confiarle tus más oscuros secretos, porque sabes que no los divulgará por ahí. Alguien con quien puedas hablar de la creación del mundo, las estrellas, y al mismo tiempo, sobre perros verdes.

—¿Quién creéis que podría ser mi alma gemela? —preguntó Anna a Ruby y Luna mientras volvían a sus casas.

—No lo sé, pero la mía seguro que es Gilbert —respondió la rubia, juntando sus dos manos en el pecho y suspirando.

L

una la miró. Después, devolvió la mirada al frente y soltó una risilla. No podía evitar reírse ante el comentario de Ruby.

—Sinceramente y sin ofender, Ruby —intercedió Anne—, yo creo que el alma gemela de Gilbert es Luna.

Las dos chicas miraron a la pelirroja sin entender.

—¡Por favor! ¿En serio no os habéis dado cuenta? —Luna arqueó una ceja—. Se os nota en la mirada. A Gilbert se le ilumina en cuanto Luna aparece, empieza a hacer movimientos torpes y se vuelve un tomate tartamudo.

La joven no pudo aguantar más y comenzó a reír. Las ocurrencias de su amiga eran de lo más disparatadas y eso provocaba que Luna llorase de la risa.

—¡Qué ideas tienes, Anne! —consiguió pronunciar, a duras penas, pues las carcajadas se interponían en su camino.

La pelirroja la miró con las cejas arqueadas, pero Ruby no decía palabra alguna.

—¿Qué te sucede, Ruby? —cuestionó Luna, aunque perfectamente sabía el motivo de su malestar.

—Gilbebrt me ha gustado por más de tres años, y nunca me ha hecho caso —comenzó a explicar la rubia—. Hice todo lo posible: cocinar, ser amable, maja... Y no sirvió para nada. De repente llegas tú y el mundo de Gilbert se ilumina, las demás chicas desaparecen, solo eres tú, Luna.

La sonrisa de Luna se borró al escuchar sus palabras. La miraba fijamente, prestando cauta atención.

—Y es muy frustrante porque yo llevo años intentando captar un ápice de atención suya, una sola pizca, pero no lo he conseguido nunca. Soy invisible para él —los ojos de Ruby empezaron a aguarse, a punto de dar paso a las lágrimas—. ¡Pero tú! —hizo una pausa, señaló a Luna y apretó sus puños—. Tú lo consigues sin mover un solo dedo... ¡Ondeas el pelo y ya tienes a medio Avonlea a tus pies! ¡Y odio eso de tí, te odio!

Ruby empujó a Luna, logrando solo que se tambalease un poco, y salió corriendo hecha un mar de lágrimas. Anne se vio tentada a seguirla, pero no quería dejar a la morena sola, estaba en un dilema. Al notar la duda de la pelirroja, Luna hizo un gesto con la cabeza, dándole a entender que corriese detrás de Ruby, que ella estaría bien. 

I Found You, Gilbert Blythe »Gilbert Blythe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora