11. ¿No sabes leer?

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—... y luego sumamos el ángulo Beta a los catetos y lo dividimos por el coseno de Alfa...

Las clases de mates siempre eran aburridas. El señor Philips explicaba cosas que la mayoría de la clase no entendía, luego les ponía ejercicios que no sabían hacer y se enfadaba por ello. Claro, nadie le ponía pegas.

A veces Luna veía como el señor Philips miraba a Prissy y cómo ella le devolvía las miradas. ¡Puag!

Cómo una muchacha de no más de diecisiete años podría enamorarse de semejante... No había palabras para describirlo.

Luna se aburría y empezó a jugar con su pelo. Lo miraba y repasaba las puntas, buscando algo con lo que entretenerse. Sin saber por qué, su mirada se fijó en Gilbert. Su pelo estaba más revuelto que de normal y tenía cara somnolienta. Decidió que al salir de clase le preguntaría qué le pasaba.

—Señor Blythe, pase a la pizarra y resuelva el problema.

Gilbert se levantó lentamente y se dirigió a la pizarra. Sus movimientos eran lentos, parecía realmente cansado. Resolvió el problema rápidamente y volvió a su pupitre. Dos horas más tarde, la clase acabó y pudieron volver a casa.

Luna se levantó y recogió sus cosas, pero cuando se giró a buscar a Gilbert, este ya se había marchado.
Sin despedirse de las chicas, la asiática salió corriendo por el camino que frecuentaba el chico en su busca.

A medio camino más o menos lo encontró. Andaba rozando las suelas de los zapatos contra el suelo y tenía sus hombros caídos. Luna se acercó y le dio una palmadita en el hombro, captando la atención del muchacho.

—Hola —saludó la chica poniéndose frente a él y andando de espaldas.

Gilbert levantó la cabeza y, al ver a Luna, soltó un 'ah' y volvió a bajar la cabeza.

—¿Qué te pasa? —preguntó tratando de verle a la cara.

—Nada —respondió él secamente.

—Venga Gilbert, dime qué te pasa.

—Que no me pasa nada —volvió a responder.

Luna levantó su mano para poderla en su hombro pero Gilbert la evitó y le dio un golpe para apartarla. La chica se sorprendió por su acto, pero no sé enfadó. Volvió a intentar tocarle.

—¡¿Quieres dejarme en paz?! —le gritó, cogiéndole de la muñeca y apretándola fuerte.

Luna puso una mueca de dolor, mas no dijo palabra alguna.

—Eres muy pesada —soltó su muñeca y la muchacha comenzó a sobarla—. ¡Estoy harto de tí, vuélvete al orfanato de donde has venido y quédate ahí!

Las palabras del chico impactaron fuertemente en Luna. En otras ocasiones también le habían dicho cosas parecidas pero nunca les había dado importancia... Nunca, hasta ahora.

Luna comenzó a sentir un nudo en el estómago y en la garganta. Sus ojos comenzaban a quemar y las lágrimas amenazaban con salir. Bajó la cabeza y retrocedió un paso. Después otro, y otro, y entonces, echó a correr en dirección contraria.

Gilbert la miraba cómo se alejaba cada vez más, pero estaba demasiado cansado y molesto como para saber bien qué es lo que había dicho o hecho. Pasó una mano por su pelo y siguió su camino hacia casa entre resoplos.

Mientras tanto, Luna seguía corriendo por el bosque. Las lágrimas empañaban su vista y no la dejaban ver bien. De repente, sintió cómo chocaba contra algo y se desestabilizaba, pero no cayó al suelo. Los brazos de esa persona la sujetaban y evitaban así, su caída.

—¿Está bien, señorita?

Alzó la cabeza, encontrándose con unos ojos cafés: éstos la miraban de forma curiosa y preocupada. Rápidamente se enderezó. Se dio la vuelta y secó las lágrimas que le recorrían las mejillas. Después, se volvió hacia el chico.

—Sí. Gracias, Jerry —contestó tratando de controlar su voz.

—¿Estaba... Llorando? —Jerry no quería hacer sentir mal a Luna, pero necesitaba saber la respuesta.

La asiática recordó la reacción de Gilbert y lo que le había dicho...

"¡Estoy harto de ti, vuelve al orfanato de donde has venido y quédate ahí!"

No pudo evitar comenzar a sollozar. La pena le comía por dentro y el pensamiento de que Gilbert ya no la quería estaba muy presente en su corazón y mente.

Jerry, sin saber muy bien cómo actuar, se acercó a Luna y la envolvió entre sus brazos. El llanto de la niña aumentó al sentirse en confianza.

Sus brazos descansaban a los lados de su cuerpo, pero, al poco rato, rodeó al francés con ellos.

—¿Qué le pasa? —preguntó en voz baja el chico.

Luna no respondió. Se limitó a apretar más fuerte su cuerpo contra el de Jerry y a esconder la cara en su pecho. El chico dejó de preguntar y siguió abrazándola hasta que los sollozos cesaron.

—Vayamos a Tejas Verdes, ¿sí? —habló el chico con de forma suave y tranquila.

—Vayamos.

Jerry se agachó y recogió las cosas que Luna había dejado caer cuando la había abrazado, y empezaron a andar hacia la vivienda en silencio.

Una vez allí, se instalaron en la parte alta del establo y de sentaron encima de unos fardos de paja.

—¿De qué es este libro? —Jerry miraba el libro de literatura con una mueca extraña.

—De literatura —respondió Luna—. Lo pone en la portada.

El niño se mordió el labio inferior, dejó el libro a un lado y, tras tomar una bocanada de aire, confesó:

—Yo no sé leer, señorita Luna.

La Ackerman se quedó callada. Por una parte se esperaba tal respuesta, pero no sabía por qué le impresionaba tanto escuchar eso. Quizás, no estaba acostumbrada.

_¿No sabes leer?

Jerry negó con la cabeza.

—Bueno... ¿Quieres que te enseñe? —propuso Luna.

Al chico se le iluminaron los ojos y una gran sonrisa se le posó en los labios.

—¿Lo dice en serio? —preguntó entusiasmado.

—Claro que sí. Ven, empezaremos ahora mismo.

—¡Muchas gracias, señorita!

Jerry se sentó al lado de Luna y esta comenzó a enseñarle lo básico de la gramática y lectura del idioma.

Así pasaron las horas y el sol poco tardó en empezar a esconderse. Al ver esto, la muchacha decidió que era hora de marcharse.

—Mañana repasaremos lo de hoy y te enseñaré más cosas —le dijo Luna a Jerry mientras recogía sus cosas—. Te traeré una pizarra para que vayas practicando la escritura.

—Muchas gracias de nuevo, señorita —el francés tomó la mano derecha de Luna y le dio un suave beso en el dorso de esta.

La niña sonrió y, por un momento, no fue Gilbert quien captó su atención.

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Odio que Wattpad cambie los guiones largos por esto - 🙄

I Found You, Gilbert Blythe »Gilbert Blythe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora