16. Amargas sorpresas

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Todo Avonlea marchaba tristemente.
Los que una vez fueron coloridos y vívidos prados ahora estaban cubiertos por un blanco y espeso manto. Esa noche había nevado.

No había color alguno presente, todo se teñía de negro a su alrededor. Una caja de madera, abrillantada, y dentro de ella, un cuerpo. Cuatro hombres cargaban el ataúd del señor Blythe, seguidos por su hijo, Gilbert, y tras él, el resto del pueblo.

Luna se mantenía con la cabeza baja. ¿Qué se suponía que había que decir en esas ocasiones? Luna nunca había sufrido la perdida de algún familiar, por el simple hecho de que no tenía, y por ende, no sabía cómo consolar a Gilbert. 

Se pararon frente al cementerio, y el cura comenzó su sermón. Literalmente, un sermón, porque Luna no había oído cosa más aburrida en sus trece años viva. Bueno, sí: las clases del señor Philips. 

Los minutos pasaron como si fueran horas, las tristes expresiones de los presentes no ayudaban a amenizar la situación y, la profunda soledad que en ese momento su mejor amigo estaba sintiendo le llegó a afectar también a la chica. Decidió que tras la misa hablaría con él, pero Gilbert era escurridizo y cuando se quiso dar cuenta, el muchacho ya no estaba entre los presentes.

Luna se quedó con la familia Cuthbert en casa de Gilbert, preparándole algo de comer.

—¿Crees que volverá pronto? —le preguntó Anne a Luna.

—Sí —afirmó—, no tardará mucho. Le entrará el hambre en cero coma.

Tal y como la chica había dicho, en poco rato entró Gilbert por la puerta, llenando de nieve la entrada de la casa. Una fría brisa recorrió la estancia, haciendo que tanto Luna como Anne temblasen del frío.

—Te hemos hecho la comida —le contó la pelirroja, mostrándole los platos puestos en la mesa.

—Muchas gracias, señorita Marilla, Anne y Luna.

Al pronunciar el nombre de la última, la chica notó un cierto toque de dejadez, como si le costase pronunciar su nombre o como si no quisiese hacerlo por algún motivo.

Gilbert se sentó a comer. Anne se sentó en frente suya, pero Luna se quedó de pie. Sentía que algo no iba bien, que algo andaba mal con Gilbert. Y los presentimientos de luna siempre eran certeros. Marilla y Anne se fueron, quedándose los dos jóvenes solos.

Cuando Gilbert acabó de comer, dejó los platos en el fregadero y salió camino al trabajo. Luna le persiguió colina abajo sin decir nada, pero no pudo aguantar el silencio mucho tiempo más y se decidió a hablar.

—Gilbert, espérame —la chica aceleró un poco el paso hasta quedarse a la altura del chico—. Siento mucho tu pérdida, créeme que él fue como un padre para mí, ha sido la única persona que no me ha tratado como escoria.

»Además, quería decirte que no estás solo. Tienes a Anne, los hermanos Cuthbert, a todo Avonlea contigo. Y a mí, por supuesto. Te ayudaremos siempre que lo necesites, tenlo por seguro.

»A parte, míralo por el lado positivo; siempre tendrás buenos recuerdos con tu padre que recordar, no empiezas desde cero como yo lo hice, ya sabes, mis padres nunca estuvieron y...

—¿Qué tiene que ver esto contigo? —cortó tajantemente Gilbert.

Luna enmudeció por unos segundos, aquella respuesta le había tomado por sorpresa.

—Nada, pero...

—Entonces, deja de decir sandeces y vete. Quiero estar solo, ¿entiendes? No quiero tu compañía, ¡no quiero la compañía de nadie!

—Pero Gilbert...

—Ni pero ni nada, Luna. Lárgate y déjame tranquilo, ¿quieres? Haz caso por una vez en tu vida.

—Gilbert, por favor, para un momento y hablemos...

—¡No hay nada que hablar, joder! —gritó enfurecido. Luna abrió los ojos como platos—. Escúchame bien, ¿sí? No. Quiero. Saber. Nada. De. Ti. Estoy harto de que te metas en mi vida, siempre estás molestando, ¡déjame en paz de una puñetera vez!

Y el chico se fue, dejando a Luna clavada en la nieve, con una estaca desgarrando su corazón. Pero, sorprendentemente, ni una sola lágrima se derramó de sus ojos. Las había conseguido reprimir, pero eso solo le ocasionó un fuerte dolor de cabeza y ojos.

Lentamente arrastró sus pies por el suelo y, tras una larga caminata, llegó a su casa.

Gilbert se había ido camino al muelle. Tenía la cabeza llena de pájaros y la muerte de su padre le oprimía el corazón. Ya había tomado una decisión hacía tiempo; se embarcaría en el próximo barco hacia nuevas tierras, trabajando en la sala de máquinas.

Al llegar al muelle fue cuando se dio cuenta de que sus manos formaban unos puños, y que estaban fuertemente cerrados. Parpadeó varias veces para despejar su mente y comenzó a trabajar.

Pero no podía concentrarse, pues la expresión impasible de Luna rondaba su mente cada rato. No sabía que habría dolido más, que le pegase una bofetada o esa mirada de indiferencia, con un toque de tristeza.

—Oye chico, ¿estás bien? —le preguntó un marino, compañero de trabajo suyo.

—Sí... —contestó no muy convencido—, bueno, en realidad no —confesó.

—¿Qué ha ocurrido?

—Le he dicho cosas... Horribles, a mí mejor amiga... —cierta duda asomó al pronunciar las palabras mejor amiga, pues estaba claro que para Gilbert, Luna no era una simple amiga, ni siquiera su mejor amiga.

—Por la cara que pones, esa chica debe importarte mucho.

—Sí, demasiado —contestó.

—Pues chico, si tanto te importa, ya puedes correr a arreglar las cosas. Tengo entendido que eres grumete en el siguiente barco, y zarpa mañana por la noche...

Gilbert bajó la mirada.

—¿No me digas que no se lo has dicho?

El silencio del chico afirmó la pregunta del compañero.

La tarde siguiente, Luna fue a visitar a Gilbert. Aunque él le había dicho todas esas cosas, ella no quería dejar solo al chico. Sabía que estaba sufriendo, y por ello no se lo había tomado en cuenta del todo, pero había dolido, y eso se lo haría ver muy claro.

Llamó tres veces a la puerta, pero nadie abrió. Llamó una segunda vez, también sin resultado alguno. Finalmente, decidió a abrir la puerta.
Estaba abierta. No había nadie en la cocina ni en la sala de estar. Estaba apunto de irse cuando unos ruidos provenientes de la habitación del chico llamaron su atención, pero la sorpresa que se llevó en ese instante fue amarga.

***

El siguiente capítulo será el último de la primera temporada :))

¿Tenéis ganas de saber qué pasará con Luna y Gilbert?

¿Cuándo debería subir la última parte? ¿Una semana más tarde? ¿Quizás el día siguiente de publicar esta? Ummmmm....

I Found You, Gilbert Blythe »Gilbert Blythe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora