Capítulo 6.

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Enciendo la luz de la entrada y veo que Zayn sigue sin camiseta, y que la mano con la que ha dado el golpe a la ventanilla está amoratada. Tiene la otra mano apoyada en la puerta detrás de mí, a la altura de mi cabeza, y me está mirando fijamente.

—Zayn, vamos arriba, tengo que vendarte la mano— el chico asiente y subimos juntos a mi habitación. Lo obligo a quedarse sentado en mi cama mientras voy al baño a por el botiquín, a pesar de que él insiste en que está bien y no le duele nada.

Agarro su muñeca derecha con cuidado, está sangrando un poco en los nudillos, así que lo desinfecto con algodón y lo vendo despacio, bajo la mirada sorprendida de Zayn.

—No está nada mal— dice, y yo sonrío.

—¿Has mirado ya los papeles y la bolsa?— pregunto. Zayn niega con la cabeza y lo recoge todo de la cama con la mano sana. Pone los papeles encima de sus piernas para que yo también pueda ver lo que hay escrito en ellos; parecen facturas, aunque no especifican nada excepto grandes cantidades de dinero; por algún motivo tengo la sensación de que son facturas en negro. Ningún dato sobre Zayn, al menos aparentemente. El chico sigue mirando los papeles intentando encontrar algo, pero minutos después se rinde.

—Aquí no hay nada— dice, decepcionado.

Lo observo mientras abre la bolsa que ha sacado de la furgoneta. Mete la mano en ella y saca su contenido. Abre los ojos de par en par, al mismo tiempo que yo. Zayn tiene en la mano un enorme fajo de billetes. Y una pistola. Lo deja todo encima de la cama y saca más de la bolsa. Los dos estamos tan sorprendidos que no hablamos durante un rato, hasta que decidimos que lo mejor será descansar, y pensar mañana qué vamos a hacer. Zayn se levanta de mi cama y me mira. Yo me levanto también, ordeno un poco los papeles, devuelvo el contenido a la bolsa y se lo doy al chico. Él lo deja encima de mi mesilla, se gira de golpe y me abraza muy fuerte. Yo me quedo sin respiración un momento por la sorpresa, pero enseguida le devuelvo el abrazo. A pesar de que lleva un buen rato sin camiseta, no está congelado como yo suponía.  Siento los músculos de su espalda bajo mis manos, y apoyo mi mejilla en su pecho; él es mucho más alto que yo.

Unos segundos después, nos soltamos, Zayn recoge sus cosas de mi mesilla y sale de mi habitación.

—Buenas noches, Claudia— dice, mirándome antes de cerrar la puerta de mi cuarto.

No me da tiempo a responder. Mi familia se ha ido a dormir hace rato, por lo que la casa está en total silencio. Me pongo el pijama y me meto en la cama, sin poder dejar de pensar en todo lo que me ha pasado hoy. Y, sin embargo, lo más raro de todo es la sensación que tengo en el estómago, como un cosquilleo, que se ha hecho más fuerte cuando Zayn me ha abrazado. ¿Por qué lo habrá hecho? Supongo que se siente mal, perdido, no me imagino lo que tiene que ser no poder recordar nada de tu pasado. Supongo que es su forma de decirme "gracias" otra vez por haberlo acogido. No lo sé.

No tardo mucho en dormirme.

Me despierto de golpe cuando mi hermano salta sobre mí y cae con todo su peso en mi tripa. Doy un grito de dolor y sorpresa, y lo golpeo con todas mis fuerzas en el chichón que le hice ayer en la cabeza. Él también grita, porque no se esperaba mi reacción, y así es como los dos empezamos de mal humor este domingo.

Me levanto y me encierro en el baño para darme una ducha rápida. Cuando termino, bajo a la cocina a desayunar, y en ese momento recuerdo que Zayn sigue en casa, porque lo veo sentado en una silla, hablando amablemente con mi madre.

—Buenos días— digo, sonriente. Zayn me devuelve la sonrisa.

—Buenos días, ya era hora de que te levantaras, Zayn lleva despierto 2 horas— dice mi madre, poniendo la taza del desayuno delante de mí cuando me siento.

—Gracias— digo sujetando la taza—, pero es que es domingo. Los domingos son para dormir— mi madre pone los ojos en blanco.

—¡Ana!— oigo decir a mi padre desde el salón. Mi madre sale de la cocina para ir con mi padre.

—¿Qué tal has dormido?— me pregunta Zayn. Siento que me pongo roja y aparto la mirada de él a mi desayuno.

—Bien— respondo. —¿Y tú? ¿Has podido dormir algo?— Zayn sonríe y asiente.

Me bebo la leche sin comer nada, porque no tengo hambre, y me levanto.

—¿Qué quieres hacer hoy?— pregunto.

—Tú mandas— responde Zayn encogiéndose de hombros.

—Así me gusta— bromeo.

Zayn se ha puesto un pantalón vaquero gris y una camiseta roja de mi hermano, y la verdad es que le queda muy bien. Tengo que reconocer que el chico es guapo, y los tatuajes... en fin. Salgo de mis pensamientos y los dos subimos a la habitación del chico. Me siento a su lado en su cama, y recuerdo que yo todavía no he hecho la mía.

—Claudia— me dice. —Esto... he pensado que... bueno, con este dinero puedo pagarme un hotel o cualquier cosa y...

—No— respondo. —No te vayas. Acabas de llegar. Por favor— pido, poniendo mi cara de perrito triste. Zayn sonríe.

—Es que... yo no quiero ser una molestia para ti y tu familia...

—No eres una molestia— lo corto. —Te he invitado porque quiero. Además, los tíos a los que les has quitado eso probablemente seguirán buscandote— hago un gesto señalando la bolsa con el dinero.

—Tendré que arriesgarme— me sonríe de lado y se encoge de hombros. —Y si esos tíos me están buscando, si me encuentran aquí, puede que te hagan algo a ti, y ni siquiera sé quiénes son, o qué quieren— yo frunzo el ceño.

—Al menos no te vayas hoy— digo, dándome por vencida.

—Claro— me pasa un brazo por encima de los hombros; su mano sigue con la venda que le puse. —Tienes que acompañarme a comprarme ropa, seguro que tienes mejor gusto que yo— sonrío—. Ah, y también necesito un móvil nuevo— señala el que tiene—, ese pesa demasiado— y yo no puedo evitar reirme mientras él finge que no puede levantarlo.

Me levanto de su cama y me voy a mi habitación a cambiarme de ropa para salir. Me pongo un jersey gris caído en los hombros y un pantalón vaquero cortado. Saco una bufanda del armario y me la pongo también, porque en la calle hará frío.

Zayn y yo salimos de casa; la furgoneta negra ya no está en la calle. Caminamos hacia la parada del autobús, y allí nos subimos en el primero que pasa, que se dirige al centro de la ciudad, donde están todas las tiendas.

Entramos en todas las tiendas que encontramos a nuestro paso, y Zayn compra mucha ropa, la mayoría sin probársela antes, aunque yo que le va a quedar bien.

Después compra un móvil, y consigue un número nuevo, aunque guarda el viejo por si pudiera ser útil para algo más adelante.

Volvemos a mi casa cargados con bolsas llenas de ropa, y las dejamos todas encima de la cama de Zayn.

También me ha comprado una pulsera pequeñita de plata, aunque yo insistí en que no era necesario. La verdad es que es preciosa, me encanta.

A pesar de todo lo que ha comprado, el dinero gastado resulta insignificante comparado con lo que hay en la bolsa.

Amnesia. [Zayn Malik]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora