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Aquella mañana habían amanecido con uno en los brazos del otro. El pelo rebelde de Louis se arremolinaba en ondulados, cayendo por su frente, mientras su barbilla reposaba en su pecho, en el calmo de su respiración, los ojos enormes y brillantes, expectantes azules que le observaban precario. Harry sonrió. Jamás se acostumbraría a despertar con esa bella mirada puesta sobre él, y la sensación gratificante que le causaba.

La llamada molesta que resonó por la habitación le hizo ponerse de pie, caminando de un lado a otro, su mano revolviendo sus rizos rebeldes algo largos. Louis se enderezó buscando sus aparatos de audición sobre la mesa de noche a un costado, colocándoselos, justo cuando este cortó la llamada. Hizo una pequeña mueca antes de carraspear.

—Era Timothy. Tiene programado la rueda de prensa para esta tarde—la mirada del castaño se distorcionó—Lo sé, lo sé. No era eso lo que habiamos planeado, pero tenemos un vuelo a Italia esta misma noche, apenas termine la rueda de prensa y entonces iremos a Venecia, hablaremos con papá, y será todo, basta de ocultarnos—. Aún si todo estaba arreglado, no podía ocultar su propia preocupación, teniendo que gatear hasta la orilla de la cama, extendiendo una de sus manos hacia él, con este tomándola, y yendo hasta quedar uno frente a otro. 

Le abrazó, fuerte, sintiendo el olor de su cuerpo desde su pecho donde apoyó su naríz, con las caricias de la mano del rizado sobre su cabeza, soltando una risita coqueta. 

—V-Vamos a est-tar bien—animó. Y Harry quiso creerle, pero el mal presentimiento estaba albergado en todo su cuerpo. 





Un cardigan color blanco, resaltando su dorada piel, con tiro largo, un pantalón negro ajustable y unas vans del mismo tono se amodaban a su pequeño cuerpo. Louis dejó con el rizado le colocase una bufanda al rededor de su cuello, de colores, hasta la naríz, roja de botón, ante la baja temperatura de Londres aquella tarde. Harry optó por un traje negro a rayas, con unas botas St Clair. Timothy insistió en que los estilistas rizaran demás sus cabellos y que se colocase los anillos significativos en sus dedos. Al final se veía guapísimo, o al menos eso pensó Louis al verle, sintiendo sus mejillas ruborizarse mientras tomaba su mano con fuerza. Harry no le dejó ir lejos en ningún momento, y se sentia afortunado, con una taza de chocolate caliente que ayudaba a sus nervios. No lo sabía, pero Harry lo notó, cómo todo el personal se movilizaba ante el pequeño hombrecito de cabellos castaños, con la mirada más dulce del mundo, que sonreía de vez en cuando mientras esperaba sentado en una silla de madera. 

Harry se acomodó el traje antes de salir a donde Timothy le había presentado, dejándole a un costado  del pequeño escenario preparado, donde no pudieran verle, aclarando su garganta antes de hablar.

—Gracias a todos por venir—dijo cuando los flashes al fin cesaron. Los reporteros que Timothy había reunido eran los más respetuosos de la farandula. Ninguna revista de chisme barata, ni páginas web con mala fama. Aquellos pocos frente suyo habían ganado su confianza por entrevistas anteriores donde acturaron con honestidad al momento de escribir sobre él—. Se que todos aquí son conscientes de los chismes que se han ido generado en los últimos días por parte de la farándula amarillísta, y en realidad, no es algo que haya venido aquí a negar, sino más bien aclarar—. Para ese momento, la atención que había capturado el cantante rulado había hecho a los presentes preparar las cámaras y encender bien sus grabadores—. Hace unos meses, fuí de vacaciones a Venecia para ver a mi padre a quien hacia mucho no visitaba, ahí lo conocí. No entraré en detalles sobre nuestra pequeña historia de amor, por que no es mi estilo, eso es personal—. Un par de risas se escucharon incluyendo la suya, volteando a medias hasta el pequeño de mirada azul que se tomaba las manos entre sí, viéndose chiquito—. Me enamoré—. Confesó, aún sin dejar de observarle fijamente—. Su nombre es Louis, y la razón por la cuál hago público esto es por que pido de antemano que mi privacidad sea primordialmente respetada—. Ahora volvía a mirarles; la nimia multitud ahora tomando fotos, haciendo preguntas. Permaneció sereno un buen rato antes de volver a hablar—. Louis tiene un problema de audición, es de nacimiento, por lo que se comunica por medio de lenguaje de señas. Actualmente lleva a cabo un tratamiento que está desarrollando su función del habla. Es una muy bella persona y estoy seguro que nadie podría llegar a merecer su bondad, yo incluido. Así que no miento al decir que soy muy afortunado de tenerlo—. Volvió a mirar a Louis a un costado, que tenía los ojos brillosos al verlo, una pequeña sonrisa que se ocultaba bajo esa bufanda. Harry extendió su mano a él, dándole la señal para acercarse. Los reporteros aumentaron sus preguntas en torno al pequeño chico que daba pasitos tiernos hasta colocarse casi tras Harry, oculto y penoso, mientras este lo envolía en un abrazo, susurrándole animos—. Por favor—. Hablo de nuevo, casi suplicante, ahora su mirada se había tornado algo ofuscada, poco usual en el cantante, captando de nuevo la atención—. Las personas que me aprecian, que aprecian mi trabajo, les pido con el corazón, que aprecien a Louis. Es muy importante para mi. 

A pesar de que surgieron miles de incógnitas, las cámaras se enfocaron en el curioso ser envuelto en la bufanda de colores, cuyos ojos azules brillaban mirando al rizado. Harry le acomodó los cabellos sueltos, tomando su mano para salir de ahí sin responder a las preguntas esparcidas en el aire. 

Recuerda que el equipo de imagen de Harry celebró, acercándose a ellos, felicitando, con Timothy de último, palmeando su hombro. 

—Salió mejor de lo que esperaba—la risa burda del risado sacó a relucir ese lado engreído oculto.

—Obvio, sé hablar en público—haciéndole sonreír—. Ahora me tienes que dar los boletos de esta noche—. Mumuró como si de un secreto tratase. Timothy asintió seguro de sí. 

—¿Los llevo a la terminal?

—Sería de ayuda, gracias.

El camino a la terminal fue placentero. Timothy parloteaba hacia Harry acerca de los planes que tenía para él apenas las cosas estuvieran más calmadas. Le presionó para un nuevo disco, y una gira por el mundo. Le ofreció unas mentas a Louis e hizo chistes acerca de una llamada que Gemma le hizo in fraganti. Al llegar a la terminal, el conductor les ayudó a bajar el equipaje de un par de días, y el chico parlanchín les siguió hasta la central del lugar. Harry se veía tenso mientras escuchaba todo lo que su asistente decía y Louis, que hasta ese momento no había soltado su mano, se reía por lo bajo. 

—Hablando de ropa, tenemos que registrar el equipaje—mencionó Timothy, Harry suspiró aliviado de deshacerse de él—. Y firmar el acuerdo de confidencialidad—. Recordó. 

—Vale—gruñó irritado. Louis seguía sonriente, pensando en el mal genio que se cargaba el rizado cuando no se trataba de él, pues parecia que todo el mundo le sacaba de quicio muy facilmente—. Lou—. Cuando susurró su nombre, alzó su mirada batiendo las pestañas mientras le escuchaba atento—. Tengo que ir, ¿quieres acompañarme?—. Lo meditó un rato antes de negar y señalar a un punto vago.

—Baño—dijo sin más. El rizado le sonrió genuino acercándose y depositando un suave beso en su frente.

—No tardes. Te espero aquí—el castaño asintió alejándose poco a poco en dirección al letrero de WC pegados en la pared a un costado. 

Fue algo largo el camino hasta adentrarse a los pasillos, y ahí, una pequeña desviación hasta el baño de hombres. Orinó en una de las cabinas a pesar de estar vacio el lugar, pues nunca había sido muy fan de exponserse tanto, más por pena que por otra cosa. Cuando al fin salió, se dirigió al lava manos, mojando estas y usando jabón, disfrutando de las burbujas, quitando todo y sacudiendo el exceso. Cuando su mirada fue a parar hasta el espejo, retrocedió un par de pasos, volteando enseguida hasta el umbral de la puerta. 

—Mi conejito, siempre tan lindo—con el retumbante sonido de su pecho al latír de su corazón. Negó. 

¿Qué hacía ahí?, no era posible. Había desaparecido después de lo ocurrido con Harry en su casa en Venecia, cuando presentaron cargos por agresión pero él se desvaneció, o al menos eso comentó la policia a el gran hombre y a su madre. Negó.

—R-Ryan no...—la cara de asombro del chico frente suyo no pasó desapercibido. Admite que, cuando lo vió aquella tarde en las noticias de farandula, no lo pudo creer, pero no le quedó duda, y después de que sus padres le hayan castigado un buen tiempo por los cargos que la jirafa, como él se refiere a Harry Styles, le había puesto, se había dado por vencido en su venganza hasta que le miró en la televisión, así como en las muchas fotos que ya circulaban en internet. Tan lindo, deseable y prohibido. Su conejito. 

—He vuelto, cariño—su sonrisa se extendió en todo su rostro, tanto que dolía, y Louis solo pudo quedarse tan quieto que apenas y respiraba—. Y esta vez, no te dejaré ir tan fácil. 


Azul. "Larry"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora