43 (Final).

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—Louis.

El mencionado alzó la mirada justo al tiempo en el que el rizado agrandaba esa sonrisa característica suya. Esa que le robaba el aliento, aún a ya tres años de haberle conocido y estar juntos—: ¿Te casarías conmigo?—. Fue lo que dijo a continuación, sacando del bolsillo de ese saco de algodón color verde olivo, un precioso anillo con un gran diamante azul en el centro, rodeado de pequeños diamantes incrustados,  contrastando su mirada, brillante y ansiosa. 

—Si.

Louis se había hecho la cirugía para la audición hacía dos años atrás, recuperando un sesenta por ciento de ella. Aún usaba aquellos molestos aparatos en menor frecuencia, pero su habla se había terminado de desarrollar al cien por ciento en todo ese tiempo, con ayuda de sus hermanas, que se mudaron a Venecia, su madre y "el gran hombre" que compraron una casa más grande mucho más cerca de los canales para poder albergar a toda la familia, y de Harry. Oh, Harry, su rizado empedernido, dueño de la sonrisa más hermosa del mundo, así como de su corazón, que latía con tanta fuerza por él, que lo escuchaba retumbar aún sin usar los auriculares. 


Después de esa propocición en el paseo de góndola que el rizado había organizado específicamente para la propuesta, llegaron a casa con el más alto gritando a todo pulmón que Louis había aceptado casarse con él. 

Sus hermanas salieron de sus escondites tirándoles confettis por todos lados, globos que adornaban el techo de su hogar de color verde y azul, una perfecta combinación de ambos. Una pequeña mesa de bocadillos preparada con un sin fin de postres que seguramente su madre había hecho, eso y el rostro cómplice que la mujer le dio a su prometido apenas y entraron al salón de estar. Incluso Gemma estaba ahí, (ella seguía viviendo en Inglaterra), y Desmond, que tragaba duro cada determinado tiempo, asimilando la situación. Le había tomado tiempo aceptar que sus hijos estaban en una relación, que el hecho de que vayan a casarse le descolocó de la misma forma que hacía años atrás al enterarse de su amorío. 

Les festejaron ahí mismo, agregando que sabían que diría que sí a la propuesta, y que adelantarse a la fiesta en honor a su compromiso, solo demostraba el hecho de cuán felices estaban por ellos. 

Niall y Zayn llegaron un par de horas después, cuando Desmond tuvo que quitarle el plato de macarons antes de que se acabara los últimos que quedaban a Gemma, que ya había desaparecido los muffins de arándanos. 

Louis sonrió al verlos de nuevo, pues hacía tres años atrás que se había reencontrado con el rubio parlanchín y el morocho mastodonte que alguna vez había sido su enemigo, más que después de tanto, había superado y olvidado el vago y crudo recuerdo de lo que pasó. 

Resulta que Zayn se había enamorado de Niall, y en una de sus muchas pláticas, en una cena de salchicas asadas con cerveza casera (al rubio se le había dado por fermentar cebada y arroz) en el día de San Patricio, la pareja les contó acerca de toda la odisea que tuvieron que pasar para estar juntos, incluyendo el acuerdo de confidencialidad que firmaron cuando se mudaron a Venecia para que la embajada italiana no revelase su ubicación. Nada que unos cuantos miles de euros no arregle. 

Se mudaron en una casita rústica, en la zona más alejada al área turística. No tenían un trabajo fijo, el dinero del moreno les alcanzaba para toda una vida. Niall había empezado un proyecto de cerveza casera que le fue bien con los turistas y Zayn se despertó un día con ganas de formar su propio huerto de tomates cherry. Ambos saltaron de felicidad cuando el primer tomate emergió, llevándose una pequeña cosecha al final del verano de ese primer año juntos. Para diciembre, Zayn estaba más que seguro que jamás le dejaría ir, y Niall ya era un loco enamorado de ese hombre que le llevaba los desayunos a la cama, tan sonriente y despeinado como le dejaba cuando hacían el amor por las noches, gimiendo su nombre sobre su piel, repasando con su lengua sus curvas y diciendo cuanta cosa vergonzosa se le ocurriese para ponerlo del color de un camarón en cocimiento, como una noche de otoño, cuando el aire fresco entraba por la ventana y secaba el sudor de sus cabellos, abrazados, con las piernas y los brazos sin saber donde comenzaba uno y terminaba el otro, Zayn acariciaba delicadamente su vientre con las puntas de sus dedos, besando de vez en cuando su hombro, dejando que los suspiros de Niall llenasen su pecho. 

Azul. "Larry"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora