2. La antigua yo

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Todo empezó mucho antes, con la llegada de una nueva alumna al colegio, quién diría que sería la principal causa de todos mis problemas.

- Saluden a su nueva compañera, Andrea Reiter quien ha sido becada a esta prestigiosa institución por su alto desempeño académico, un fuerte aplauso por favor.

Los aplausos de mis compañeros se confundían con la voz del profesor, era un momento "glorioso" para la que posteriormente sería mi amiga, aunque no parecía feliz, lucía tímida, insegura; trataba de lucir una sonrisa pero no lo conseguía pues algo que la caracterizaba era principalmente eso, fingir que las cosas estaban bien cuando en realidad no, sí que era una gran actriz.

- Y qué piensas de la nueva?- la voz de mi amiga retumbó en mi cabeza sacándome de mis pensamientos- escuché que ha salido del colegio de cerebritos por haber desafiado a los profesores.

- ¿Cuándo tú no te enteras de algo?, además solo son chismes, Kym, parece ser una buena persona.

- No lo sé, hay algo en ella que no me da buena espina, tengo un sexto sentido para esas cosas.

- Tal vez solo tengas hambre- reí para mis adentros

- Ja, Ja que graciosa- dijo irónica- igual tengo mis dudas.

Asentí a su comentario, luego de un segundo sonó su celular.

- Disculpa, tengo que irme, tengo entrenamiento de porristas, y tú sabes que no puedo faltar, tal vez me eligen capitana- agarro sus cosas y se fue más prácticamente corriendo.

Me quedé meditando un momento cuando noto a la distancia una chica de tez blanca ojos grandes y brillantes, cabello sedoso y delicadamente trenzado. Andrea le dio un mordisco a su manzana para seguir perdiéndose en su libro.

Por un minuto se me pasó por la cabeza saludarla y darle la bienvenida al colegio, pero luego pensé en lo que dijo Kym, y ella casi nunca se equivoca. Aunque pensándolo bien, no perdía nada intentándolo, con mi mejor amiga metida en su mundo y un alma solitaria a un par de pasos, decidí que lo mejor era seguir mi conciencia y hacer una nueva amiga.

Si le hubiese hecho caso a Kym las cosas serían diferentes.

- Hola, soy... - dije pero ella no me hizo caso por lo que no me molesté en terminar mi oración.

Me quedé viéndola indignada por su comportamiento, quiero ser amable y ella solo me ignora.

- Si sé quién eres - dijo separando la vista fe su libro para prestarme atención, respiró profundo - no creo que debas hablarme.

- ¿Por qué no?

- No soy buena compañía para nadie

- No deberías hablar así, puedes no agradar a muchas personas pero eso no abarca a todo el mundo.

- Enserio, deberías alejarte

- Y si no quiero - crucé los brazos

Se quedó callada y siguió leyendo su libro. Bien si tenía que tomar la iniciativa lo haría, por alguna extraña razón me compadecía de esta chica.

- Física cuántica ¡he! - tomé una silla y me senté.

- Eres perseverante ¿no?

- Una de mis cualidades, sí- mordí mi manzana - ¿quieres que te ayude en ese ejercicio?

- Ya que - sonrió levemente.

Le saqué una sonrisa y mi conciencia estaba más que tranquila, sí podía ayudarla lo haría, me da pena verla sola y si acompañándola un par de veces la hace sonreír más seguido, pues habré cumplido con mi misión.

El Libro de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora