01 - LAS VEGAS

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Desperté en el suelo de un baño. 

Me dolía todo; mi boca se sentía como la mierda, y sabía peor.
¿Qué demonios pasó anoche?
La última cosa que recordaba, era la cuenta regresiva hasta cero para la media noche, junto a la emoción de cumplir dieciocho y ser legal finalmente; había estado bailando con Mia y hablando con algún chico. Y luego... ¡BUM! 

Tequila. 

Una línea entera de copitas de limón y, además, sal. 

Todo lo que había oído de Las Vegas era verdad. Las malas cosas ocurrían aquí. Cosas terribles; sólo quería hacerme un ovillo y morir. 

Dulce bebé Jesús, ¿qué había estado pensando al beber tanto? 

Gemí e incluso eso hizo que mi cabeza palpitara. Este dolor no había sido parte del plan. 

¿Estás bien? -preguntó una masculina, profunda y linda voz. Realmente linda. Un escalofrío viajó a través de mí, aún a pesar del dolor. Mi pobre y mallugado cuerpo se removió en extraños lugares- ¿Vas a enfermarte de nuevo? 

Oh, no. 

Abrí mis ojos y me senté, empujando mi grasoso cabello pelirrojo a un lado; su borroso rostro se encontraba demasiado cerca. Apresuradamente golpeé una mano contra mi boca, porque mi aliento tenía que ser horroroso.

Hola -murmuré-

Lentamente lo observé. Era macizo. Hermoso y extrañamente conocido. 

Imposible. 

Nunca había conocido a nadie como él. 

Parecía estar en sus veintitantos (un hombre, no un chico), tenía una espesa y abundante cabellera entre rubia y castaña, larga y un poco rulosa, sin barba (quizá fuera lampiño, quizá acabase de rasurarla) y de rasgos bien definidos, un lunar arriba de su labio decorando su blanca piel; sus ojos eran de un celeste algo inusual, tenían un brillo diferente. De todos los millones de chicos en el mundo de ojos con el mismo color, los suyos eran distintos. Diferentes a los demás. No podía ser real la forma en que estos brillaban; parecían poseer una belleza exagerada. 

"Eso o yo empiezo a imaginarme cosas. Culparemos al alcohol por ello." 

Me había embelesado con sus ojos color cielo. Perfectamente bien. Incluso con las descuidadas sombras debajo , eran hermosos. 

Y estaba desnudo. 

De la cintura para arriba, claro. No habría sido capaz de mirarle desnudo el cuerpo entero a pesar de la baba que me hacía soltar con sólo verle los ojos. 

Yo aún llevaba la linda camisa blanca con bordados rojos que Mia me había persuadido (obligado) a usar, aún sabiendo lo poco que me gustaban las camisas. Había sido un desafío debido a la forma en la que me incomodaba tener aquellas mangas hasta las muñecas, y aún así no me había quitado aquella prenda. Pero ese hermoso hombre me había ganado con el espectáculo de piel. 

¿QUÉ PASÓ AYER? - PABLIZZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora