¿Qué cosa? -pregunté, todavía boca abajo, su espalda obstruía mi vista-
Espera -con cuidado me enderezó, poniéndome de pie en el suelo. Toda la sangre dejando mi cabeza me hizo tambalear. Me agarró por los codos, sosteniéndome en posición vertical- ¿Estás bien? -me preguntó-
Sí, ¿cuál es el problema?
Pensé que habrían más muebles.
¿Nunca has estado aquí antes?
He estado ocupado -se limitó-
Además de las cajas, habían... más cajas. Se encontraban por todas partes. Nos paramos en una gran sala central con una gran chimenea de piedra, situada en la pared del fondo. Podrías asar una vaca entera en ella si quisieras.
Escaleras llevaban a un segundo piso hacia arriba y hacia otro nivel inferior a éste. Una cocina comedor se hallaba después. El lugar era enteramente, del suelo al techo, de cristal, líneas de troncos lisos o piedra gris. La mezcla perfecta de técnicas y diseños antiguos y nuevos. Era impresionante. Y entonces me di cuenta de que todos los lugares donde él vivía debían ser así.
Me pregunté qué pensaría del apartamento de Mia y mío, pequeño y desaliñado. Un pensamiento tonto.
"Como si alguna vez lo fuera a ver."
Por lo menos consiguieron un refrigerador -abrió una de las grandes puertas de acero inoxidable. Cada centímetro de espacio en el interior fue llenado con alimentos y bebidas- Excelente.
¿A quiénes te refieres con "consiguieron"? -pregunté curiosa-
Oh, a las personas que cuidan el lugar por mí. Amigos míos. Solían cuidarla para el propietario anterior también. Los llamé antes de salir de Los Ángeles, pidiéndoles que organizaran algunas cosas para nosotros -sacó una cerveza Corona y abrió la tapa- Salud.
-Sonreí desconcertada- ¿Cerveza para desayunar?
He permanecido despierto durante dos días. Quiero una cerveza y después una cama. Espero que pensaran en conseguir una cama.
Con una cerveza en la mano, deambuló a través del salón y subió las escaleras. Lo seguí con curiosidad. Abrió una puerta de habitación tras otra. Había cuatro en total y cada una tenía su propio cuarto de baño, porque claramente la gente genial y rica no era capaz de compartir, en especial si se trataba del lugar sagrado en el que sus valiosos traseros se posarían.
El trasero de mi marido debía costar una fortuna.
En la última puerta al final del pasillo, se detuvo y dejó caer sus hombros con alivio.
Malditas gracias por eso -expresó sonriente-
Una enorme cama hecha con sábanas blancas y limpias esperaban dentro. Y otro par de cajas.
¿Qué pasa con todas las cajas? ¿Ellos sólo consiguieron una cama?
A veces compro cosas en mis viajes, otras veces la gente me las regala. Todas esas cosas las he enviado aquí durante los últimos años; echa un vistazo si quieres. Y sí, sólo hay una cama -tomó un trago de su cerveza- ¿Crees que yo estoy hecho de dinero?
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¿QUÉ PASÓ AYER? - PABLIZZA
RomanceDespertar en Las Vegas nunca debió ser así. • Esta es una adaptación. Todos los créditos correspondientes a la escritora original. & RW