La chica de las cartas suicidas ⎯ Bang Chan

1.

1/4/20. 2:47 a.m.

¿De qué sirve vivir si no hay razón? Debería seguir viviendo para que sigan burlándose de mí, sigan observandome como un bicho raro solo por ser extranjera, desearía que mis padres nunca me hubieran dejado, que esa noche hubiese sido yo la que iba en el auto y acabar en un accidente.

Será mejor cortarme las venas y morir, que le ahorre al mundo el oxígeno que consumo, que se lo den a alguien que realmente lo necesite.

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Ésa carta que estaba toda arrugada y con pisadas marcadas en toda la extención se encontraba en manos de un rubio con una piel blanca como las nubes.

Su nombre era Bang Christopher Chan, un estudiante de secundaria de último año, el típico estereotipo del estudiante estrella que está en el equipo de fútbol de la escuela.

El pedazo de papel en manos del australiano lo había encontrado tirado en el suelo de la cancha de entrenamiento de su escuela.

...

Mientras entrenaba, pudo divisar cómo un papel estaba tirado en medio de la cancha, y su curiosidad no se quedó atrás, fue hasta él y lo levantó del pasto sintético, sin analizarlo para no levantar muchas sospechas, luego lo guardó en el bolsillo de su pantalón deportivo y volvió con el resto de los chicos. Nadie dijo nada.

Como todos los días, normalmente, volvió a su hogar luego de sus prácticas finales.

Caminaba pacíficamente por las calles ya iluminadas por los faroles debido a la caída del sol tempranera, la noche arrasó y junto a ella el frío.

Decidió comprar de camino ramen y acompañarlo de una buena gaseosa.

La caminata no fué muy entretenida, lo único que pensaba era llegar, calentar su comida y acurrucarse en su cama.

La llegada al hogar fue la misma de siempre, saludar a su hermano menor, ignorar a su madre y subir a su cuarto mientras su comida se calentaba.

Si hablamos del humor de Bang, es diferente dependiendo de las personas que estén a su alrededor. En la escuela es simpático con quiénes deben ser, de lo contrario, solo los ignora. Pero en casa es, sorprendentemente, frío.

Su hermano menor y él se volvieron muy unidos después del fallecimiento de su padre.

Todos habían cambiado mucho desde ese día. El pequeño Bang se había vuelto más tranquilo, siempre tenía una actitud energética y amistosa, pero ahora es más introvertido. Su "madre" pasaba la mayor parte del tiempo en su trabajo, y cuando estaba en casa pasaba tiempo con otros hombres haciendo cosas que ninguno de los dos hijos querían escuchar o ver.

Simplemente repugnante.

Después de algunos minutos mirando su celular, bajó para ver su comida, la cual había calculado que ya estaba.

Tomó el plato con el ramen y tomó su gaseosa, subió hasta su habitación para comer solo.

Unos minutos más tarde dejó el plato para lavar sin mirar a la mujer, quien estaba cenando con el menor.

A veces Bang se arrepiente de no haber aceptado tomar un puesto de trabajo vacante en una cafetería cercana a su casa. De esa forma no llegaría a ver a la mayor en todo el día.

Agotado de todo lo que había hecho decidió tomar una ducha para relajar sus músculos y limpiar cualquier rastro de transpiración debido a los fuertes entrenamientos, ya que pronto se acercaban unos juego intercolegiales.