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14/5/20 9:34 a.m.

No sé quién comienze a encontrar las notas, realmente, no sé si quiera si las encuentran, pero si es el caso. Hola extraño.

Te contaré un poco de mi día de mierda que he tenido, primero que nada, fui golpeada, si, golpeada por mis compañeros y realmente no me importa, me ayudan a desacerme de mi vida.

Después iré al baño y haré lo mismo de siempre, cortarme, pero sin llegar hasta el fondo porque soy cobarde, odio serlo.

Puede que no te importe como también sí, solo quiero decir, si tienes la oportunidad de ayudar a alguien que pasa por malos momentos y tú lo sabes, estate hay, presente para defenderla o defenderlo. Nunca sabes cuánto puede ocultar tras una sonrisa tan falsa.



El rubio quiso saber quién era la persona, quería estar ahí para ayudar pero si no sabía a quién acudir, ni podía.

Dejó la carta en su mochila como antes, bajo a la cafetería y busco con la mirada a su mejor amigo.

- Félix. - llamó el rubio a su amigo, el pecoso dejó de hablar con sus amigos y se acercó tan rápido como pudo.

- ¿Que pasó bro? - miró atentamente al mayor de los dos.

- Tengo algo que decirte. - susurró en el oido del menor - acompáñame. - se dirigió a su salón donde no quedaba nadie debido a que la siguiente hora sería libre.

- ¿Pasó algo malo? - el pecoso miró desesperado por una respuesta de su amigo ya que era bastante impaciente.

- Mira. - le entregó la carta que recientemente había leído y habia sido escrita, pues, solo llevaba un día de diferencia.

- ¿Que es esto? - musitó confundido mientras leía palabra por palabra y se sorprendía un poco.

- No lo sé, pero, ¿Recuerdas el papel que alcé de la cancha? - el pecoso le devolvió la carta mientras asentía - ésa fue la primera carta que había leído de esta persona. - guardó el papel algo arrugado en su mochila.

- Que raro, te diria que tal vez es una broma pero no se ve como si lo fuera. - intentó prosesar un poco más la información pero no llegaba a nada, y esa letra no la reconocía - ¿No pensaste en intentar comparar letras? - ideó Félix.

- Tardaré mucho, son más de mil estudiantes - se quejó su amigo.

- ¿Que tienes en mente? - preguntó.

- Realmente no tengo idea. - no le agradaba no saber que hacer, entre tantos estudiantes tener que encontrar al escritor era frustrante, y más para él.

- Tengo una idea. - habló el pecoso - deberíamos ver los brazos. - lo miré confundido por la extraña idea - la carta dice - le hizo señas para que hablara más despacio - ok ok, la carta dice que se cortó ¿No? - recordando un fragmento.

- Si. - estaba seguro que decía eso.

- Pues, sus brazos deberían tener cortadas.

- Pero no creo que sea la única persona con cortadas, cuál quiera puede hacerse una por accidente.

- Si, pero para eso tenemos las cartas, para comparar letras.

- ¿Que tal si es coincidencia? - habló el rubio.

- Pues, tendríamos que vigilar a la persona. - justificó.

- Okey, tu ganas, pero nos mirarán raro por estar observando sus brazos, ¿No crees?

- ¿Que acaso no sabes disimular? - el pecoso miró a su mayor con sorpresa debido a que al parecer, no sabía todo de su amigo. Todo iba en broma.

- Osea, si sé disimular, es solo que pueden notarlo, ¿O no?

La chica de las cartas suicidas ⎯   Bang ChanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora