La chica de las cartas suicidas ⎯ Bang Chan

5.

17/05/20 11:45 p.m.

Genial. Estuve castigada por haber dicho algunas palabras en la clase de Geografía mientras mis estúpidos compañeros hablan todo el puto día, me parece muy injusto.

Y si, como de costumbre, mis "amigos" volvieron a golpearme. Solo que esta vez, según ellos, sería la última.

Si conoces a Yang Jeongin por favor, te pido que lo alejes de Haneul, Jeon-Suk y Minseok.

Si no los conoces, por favor dale esta carta al director.

El rubio se encontraba en su cuarto leyendo la carta, su amigo había salido junto a esa chica que siempre veía con él y Seungmin.

Se preguntaba si tal vez era Seungmin el que hacía las cartas, quizo comparar letras con alguna carta cursi que le había dado en sus cumpleaños.

Al momento de buscarlas no las encontraba, estaba seguro que a una la había dejado en el cajón del escritorio mientras que a la otra la había guardado en un cajón donde guardaba algunas prendas de ropa.

Desesperado volteo todos los cajones, por alguna extraña razón tenía ese impulso de ayudar. Pero él comenzó a ser así desde que falleció su padre.

...

- ¿Mamá? - habló un pequeño Chan de 10 años acostado en el regazo de la mujer quien en ese tiempo, si la consideraba madre.

- ¿Qué pasó cariño? - acarició la pequeña cabeza de sus dos hijos, quienes disfrutaban de los mimos maternales.

- ¿Papá volverá a casa? - se sentó correctamente en el sillón de la sala.

- Ya verás que todo estará bien. - acarició delicadamente la mejilla del niño, el bebé de ya un año comenzó a llorar descontroladamente.

- Iré a jugar a mi cuarto. - agarró un autito que estaba en la mesa pequeña y se retiró para dejar a su madre tranquilizar a su hermano.

Cuando estuvo en su cuarto siguió jugando, en un momento imágenes de su padre con todos esos cables le hizo recorrer un escalofrío. El hecho de pensar en que su padre podría morir hizo que pequeñas lágrimas salieran, tenía tantos momentos con su padre que también quería que su hermano menor creará con el mismo.

Entró al baño y se dejó caer al suelo deslizando su espalda por la pared. Abrazó sus piernas y lloro sin parar. Pequeños gritos ahogados hicieron que su respiración se volviera irregular.

Después de quince minutos llorando se paró y se miró al espejo. Lavó su cara examinando que no quedarán rastros de lágrimas o algo que hiciera darse cuenta su madre que había llorado.

Salió nuevamente a su cuarto donde siguió jugando, intentando despejar su mente pero sin darse cuenta nuevamente estaba llorando. Era un pequeño niño llorando por la vida de su padre.

Él siempre había sido el que lo consentía, escuchaba a sus compañeros que siempre decían que sus madres les compraban todo lo que quisieran, pero en su caso era al revés. Innumerables veces se preguntó si realmente su madre los quería pero muchas veces le confirmaba que no los quería.

Le decía a la cara. Le gritaba a la cara que ojalá y no lo hubiese tenido.

Su padre, en cambio, siempre le recordaba lo mucho que lo amaba y le importaba. Que siempre debía ser bueno y nunca egoísta. Que ayudara al que pudiera y al que no, intentar como mínimo.