Capitulo 17. Ruby, se enferma.

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Uno de los factores especiales de la fruta es la atracción de cosas, y también aplicaba a la atención de la gente, por eso, siempre terminaba en algún aprieto con algún hombre, pero también, se me era fácil atraer enfermedades, por lo que a veces, me volvía en una carga.

No quiero ser una carga.

Después de desmayarme, sentía algo húmedo en mi cabeza, los chicos estaban gritando, Nami y Vivi intentaban tranquilizarlos, al parecer creían que iba morir, por solo un simple desmayo. Saque el trapo de mi frente.

—No voy a morir —aclaré formando una sonrisa divertida—. Fue solo un desmayo.

—También tienes fiebre, Ruby —se sentaba Nami un cuanto consoladora, para que me recostase nuevamente, pero no quería—, iremos a buscar un doctor...

—No podemos ir a buscar un... doctor —le interrumpí un cuanto apenada, apretando mis labios—. Hace unos días, salió un periódico, que no quería que vieras... pero esa es la razón, por la cual, no hay que... perder el tiempo, en cosas tan vanas como mi salud.

Sacó el periódico que estaba en el escritorio, le había puesto la realidad de su país, en una cachetada, me disculpe por haber guardado aquella importante información, así que me paraba de la cama.

—Pero si no te encontramos un doctor pronto... —decía Usopp deprisa, moviendo ambas de sus manos.

—Estoy bien —logre levantarme sacudiendo mi cabello—. El termómetro se habrá confundido, por el color de mi cabello... me pondré bien sin tener que ver a un doctor.

No quiero ser una carga, fue la frase que se reprodujo en mi mente, mientras salía de mi cuarto, Zoro estaba sentado en el barandal, moviendo una pesa enorme, pareció decirme algo, pero le ignoré, en verdad, no me hagan en una carga, pedí.

—Tenías mucha fiebre hace un rato —me regañaba Zoro—, regresa a tomar un descanso...

—¡No quiero! —interrumpí con enfado, dándole la espalda, sentí su mano tomar mi brazo, pero lo aparte, mordí mi labio inferior con fuerza, esta vez, no pude evitar que tomara mi brazo, ya que lo hacía, evitando que cayera en mis rodillas.

La enfermedad, hacía que en mi mirada se nublara, vi a Lucien enfrente de mí.

—Lucien —decía casi sin voz.

—Otra vez, ese nombre —dijo Zoro sosteniéndome contra su cuerpo. 

—¡Giren el timón al sur! ¡Ruby! —me dependía Nami.

Nami regañaba a Zoro, mientras este continuaba teniendo mi peso en sus brazos, una de sus manos, estaba en mi rostro, así que, a los siguientes segundos, me puso, pero debía colocar las velas hacia babor, aunque no podía moverme muy bien, mi cuerpo no me lo permitía.

—¡Llevala al cuarto! —ordenaba Nami, este me intentaba sostener, pero me separaba rápidamente de él—. Debes descansar, Ruby.

—Debo ayudar —replicaba.

Una mano fue posada en mi frente, mire a Luffy desconcertada, le iba a morder, pero este la quito, con una cara de horror.

—¡Dios, estás ardiendo! —exclamaba Luffy—. ¡Tenemos que detener el barco y llevarte a un médico!

No me dejaron protestar, aunque Nami, advirtió nuevamente que venía un huracán, mientras Sanji, que observaba que estaba en medio de tres idiotas, decía lo que pensaba, juro que iba a romperme a llorar, me sentía... como una carga.

—Ruby-swan, ya sé que es por el bien de Vivi-chan y todo eso, pero no creo que debas salir.

—¡Estoy bien! —exclame irritada.

—Ruby, de ver...

—¡Suficiente! —exclamé, me puse en el barandal, aunque efectivamente, estaba enferma, balancearme en esos momentos, era mucho para pedirme, así que inmediatamente, brincaba y hacia a la vela girar al sur—. Ven.

Pero contrabajo pude aterrizar.

—Estoy perfectamente bien —sonreía de cabo a rabo.

—Tengo algo que pedirles a todos vosotros —salía Vivi del dormitorio—. Ya sé que les digo esto después de que decidieran dejarme embarcar con vosotros de en su navío, pero mi país está cayendo en un terrible destino, y quiero darme prisa en llegar —sonreí con todas mis fuerzas, la cara me ardía por la fiebre, ¿Cuánto más puedo soportar esta fiebre? —. ¡No podemos posponerlo de ningún modo! Así que quiero dirigir este barco hacia Arabasta a la velocidad máxima.

—¡Ya ven! —le señale—. ¡Eso es lo que haremos, Vivi!

—Así que vamos a buscar enseguida una isla con un doctor —mis ojos se abrieron de par en par—. Tenemos que curar la enfermedad de Ruby-san tan pronto como sea posible —inclusive el aliento se me corto, cuando observaba a Vivi encima de mi—. Entonces podremos ir hacia Arabasta, así este barco ira a su máxima velocidad, ¿o no?

—¿Estas segura? —preguntó Usopp—. Eres una princesa, tiene a un millón de personas por las que preocuparte.

—Si, ese es el motivo por el que debemos curar a Ruby cuanto antes —deje que mi peso se apoya en el mástil—. Siento hacer que te preocupes por mí, no debes esforzarte demasiado, Ruby.

—Lo siento, Vivi —mis ojos se cerraban.

Nuevamente, estaba en la cama, salvo que todo era muy distante, detestaba estar enferma, podríamos ir más rápido, no tendríamos que desviarnos por un doctor, ¿Por qué se me ha ocurrido tener que enfermarme? Me siento a gusto en esta tripulación, por favor, déjame quedarme, aunque sea un poco más de tiempo aquí... solo un poco más.

—Se fuerte, Ruby —abrí los ojos, encontrándome con el sombrero de paja, por primera vez, lo confundí y creí ver tres cicatrices de garra en uno de esos ojos, pero era Luffy a quien había confundido.

—Luffy —esboce una sonrisa.

—¿Cómo te encuentras? —pregunta un cuanto estoico.

—Un poco mejor... —respondí dudosa, bajé la mirada y evadía su mirada—. Estoy siendo una carga, ¿verdad? ... déjame en la siguiente, isla, así podrán ir a Arabasta.

—No —negó con rapidez—, este barco no andará a su máxima velocidad, si tú no te mejoras —explicó Luffy sonriendo de cabo a rabo, y yo intente sonreír, la enfermedad, me obligó a cerrar los ojos una vez más.

Abrí los ojos una vez más, era de noche, el reloj sonaba ante la silenciosa habitación, donde todos estaban dormidos en ella, Usopp, Vivi, Nami, Luffy, Zoro y el Avestruz, una sonrisa se esbozaba en mis labios, y solo podía sentir lo mucho que me gustaba estar ahí en esos momentos.

La Pirata Escarlata (One piece x Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora