Act. 2: the miracle boy Ushijima Wakatoshi

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Narra la autora

Las cualidades especiales suelen aparecer cuando somos niños, la cualidad con la que había nacido Wakatoshi era ser zurdo, no era algo extravagante por que aproximadamente un 13% de la población mundial también tenía esta cualidad. Los zurdos son las personas que asimilan tendencia natural o utilizan preferentemente el lado izquierdo de su cuerpo, situación observable en sus extremidades. Es un fenotipo minoritario de la especie humana.

Solo su padre lo animó a que conservara su zurdera pues su madre quería corregir aquello ya que no era común del lado de su familia, su padre también lo instruyó en el volleyball deporte que él solía practicar cuando joven. De ese modo el volleyball se convirtió en algo muy importante para Wakatoshi y lo siguió practicando, quería volverse el orgullo de su padre. Entró a la secundaria con el equipo de volleyball más fuerte, Shiratorizawa, curiosamente ese mismo año entró una chica que al parecer había tenido una nota perfecta en su examen de ingreso... en otras palabras una genio.

Tsukino Mizuki era aquella chica, de caminar elegante y ligero parecía que flotara ¿podría ser una princesa hada? Su cabello era gris como las nubes de una tormenta, su piel era tan pálida que parecía de porcelana y sus ojos eran amarillos como la luna cuando no era blanca. La sonrisa radiante que le mostraba a sus amigos cercanos era preciosa y alentaba a muchos a acercarse a ella sin embargo Wakatoshi no se sentía capaz de hacerlo, pues creía que no sería digno de estar ante la princesa de las hadas (desde que la vio por primera vez ha creído que es una princesa hada) y solo la molestaría con su presencia.

Esperaba poder verla más tiempo, sin embargo escuchó a sus compañeros decir que la transferirían en cuanto terminara el año escolar. Ya no vería más a la princesa hada y se sintió triste por ello, inclusive se enteró que se había esforzado en el examen de promoción y había tenido el puntaje más alto de toda su generación. "Se mudan a Shizuoka por el trabajo de su padre", "seguramente la inscriban a una preparatoria de élite"; tenían razón a final de cuentas la familia Tsukino era una de las más importantes de Miyagi y no tendrían problemas para poner a su hija en una escuela de super élite.

Al año siguiente en las nacionales del intercolegial volvió a verla, aún jugaba al volleyball y se había apuntado al equipo de su preparatoria... Ōkamidani. Sin embargo había cambiado ya no parecía más la princesa de las hadas, se le notaba más alta, un semblante serio cruzaba su rostro y sus ojos ya no transmitían empatía, eran tan afilados como unas cuchillas y su mirada era salvaje que te atraía sin embargo te avisaba de no acercarte mucho. Por un ligero instante sus piernas flaquearon, el aura que le rodeaba era similar al de un depredador a punto de lanzarse y derribar a su presa de un mordisco, ella ahora era parte de una jauría de lobos.

Shiratorizawa era un buen equipo sin embargo habían mejores así que no lograron quedarse mucho, supo que el equipo de Mizuki perdió en las semifinales y que quedaron en tercer lugar.  Eran temibles a pesar de ser chicas, eran una fuerza arrolladora ante los demas equipos de chicas y su prescencia no pasaba desapercibida. "La número 9 del Ōkamidani es una gran colocadora", "Son las mejores de Shizuoka", "Escuché que su equipo está entre los 5 mejores de Japón"; a los cuantos meses después comenzó a aparecer en revistas deportivas.

Ese mismo año volvieron a encontrarse en las nacionales del torneo de primavera, sin embargo a diferencia de la vez anterior ahora captaba la atención de los chicos, "Escuché que la llaman 'International Playgirl', ahora veo por qué"; como la luna Mizuki siempre había tenido "dos caras" una dualidad. Esa dualidad ahora era lo que más encantaba a todos los chicos, tierna o sexy, podía ser cualquiera de las dos y eso también provocaba sensaciones desconocidas en Wakatoshi. De nuevo estuvieron cerca pero no lograron pasar a la final, ¿lo lograrían el año siguiente?, no sería extraño si lo hicieran después de todo eran un gran equipo que estaba dispuesto a ganar.

Al siguiente año cuando volvieron a las nacionales del intercolegial, Ōkamidani volvía a ser el representante de Shizuoka pero esta vez ambos equipos tanto el de chicas como el de chicos estaba allí, Mizuki ahora cargaba el número 6 en el jersey negro de su equipo y sorpesa ahora jugaba como rematadora lateral. Ya que las chicas jugaban primero tuvo la oportunidad de verle jugar, iba a hacer un remate y... ¡¿usó su mano izquierda?!; ese había sido un gran remate ni siquiera las bloqueadoras pudieron pararlo, verla jugar era como verse jugar él mismo o eso pensó al principio. En el siguiente remate usó su mano derecha, "Ahí esta de nuevo, la ambidiestra es imparable".

El resto de la preperatoria estaba allí, "Vamos, vamos Artemis. Presiona, presiona Artemis. Uno más" era lo que gritaban... ¿Artemis? Claro como la diosa griega de la caza además aquel apodo le quedaba bien, desde el primer instante en que la conoció estaba convencido de ello: Mizuki era una diosa. Aquel año lograron la increíble hazaña de llegar a la final, sin embargo no lograron coronarse campeonas pero... en sus ojos aún se veía, aún ardía la determinación por ganar y no se daría por vencida. Había escuchado que el equipo de chicas realizaba pratidos de práctica de vez en cuando contra equipos de volleyball masculinos, de cierto modo tenía ganas de jugar contra ella algún día pero no lo haría hasta que fuera una oponente formidable.

Aquel año Ōkamidani solo logró ser subcampeon, cuando entrevistaron a Mizuki ella hizo una promesa: "El próximo año ganaremos, seremos las campeonas de ambos torneos". Sí él también haría lo posible por avanzar más lejos, entrenaría duro y con todas sus fuerzas a diario; pero... en el fondo había algo que necesitaba aclarar. ¿Por qué su pulso cardíaco aumentaba cada vez que veía una foto suya?, ¿Y el calor que se arremolinaba en sus mejillas haciéndolas teñirse de carmín?, ¿Por qué el solo ecuchar su nombre ser mencionado le hacía sentir una calidez en el pecho? Wakatoshi realmente no entendía esos sentimientos.

À suivre

SHINE  | Ushijima Wakatoshi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora