Sin sangre

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Capítulo VIII

Sin sangre

{O de cómo las historias sobre la oscuridad son prescindibles.}

"Muy bien, querido Harry, aquí te va una anécdota. Mi nombre completo es Tom Marvolo Riddle. Si estoy haciendo cuentas correctamente, fui un estudiante de Slytherin hace cincuenta años. Conservo las memorias del dueño original hasta los 16 años. Cuando yo estaba en Hogwarts existía otro mago oscuro, su nombre era Gellert Grindelwald, su reinado de terror nunca llegó a Inglaterra y tuvo su punto cumbre en los años 40", relató Tom.

"Umh, ¿no fueron esos los años de la Segunda Guerra Mundial? Hitler y su doctrina de supremacía también estaba en apogeo, uf, es irónico como los humanos son humanos en donde sea", respondió Harry con diversión. "¿La comunidad mágica sintió los estragos de la guerra?".

"No. Muchos magos ni siquiera supieron que los muggles estaban en guerra. No lo consideraron importante o algo digno de mención. Los que sufrieron los estragos del conflicto fueron unos pocos, por ejemplo, los mestizos o nacidos de muggles que residían en el centro de Londres o en zonas cercana a él".

"Los magos tienen esta mala costumbre, ¿sabes? Les gusta encerrarse en su burbuja de seguridad y tener la creencia de que nada les pasara a ellos. Es impensable que el mal los alcance. No sé si llorar o reírme por su ingenuidad", escribió Harry.

"Pareces muy versado en este tipo de temas, joven Evans".

"No te imaginas cuánto. Soy un apasionado de la historia desde que estoy en contra de cometer errores mundanos y vivir en la ignorancia".

"Hablas como un verdadero Ravenclaw. Es bueno que tengas esa mentalidad puedes llegar lejos", dijo Riddle.

Harry sonrió. El Tom Riddle del diario era puro halago. ¿El dueño también sería igual de encantador? Casi podía imaginarse a un joven de dieciséis años rompiendo corazones.

"Gracias por la anécdota, monsieur Riddle. Me temo que nuestra conversación tiene que terminar. Tengo deberes con los que cumplir", comentó Harry.

"Por supuesto. Es bueno ver que ya has aprendido a despedirte."

Harry se carcajeó. Cerró el diario y fue por la habitación para guardar el diario en su baúl. Una vez que estuvo hecho se quedó viendo a la nada. De nuevo una extraña corazonada recorrió su cuerpo. El cuaderno lo dejaba con una urgencia, una preocupación que no podía explicar.

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(Sin sangre)

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Cuando Hermione entró a la sala común de Slytherin y vio una macha borrosa de verde con negro correr hasta ella hizo una mueca.

—¡Hermione! —gritó Harry con emoción.

—Oh dios, dime, ¿qué hiciste ahora?, ¿quién está en peligro de muerte?, ¿qué descubriste?, ¿a quién mataste?

Harry abrió la boca para empezar a hablar, pero enseguida la cerró, luego se cruzó de brazos como si estuviera indignado.

Encantador de serpientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora