Baluarte

4.8K 730 260
                                    

Notas: en una parte se hace referencia al capítulo 3 del Cantar de los cantares, del verso 3:1, al 3:4: El Amado perdido y reencontrado.

Capítulo XX

Baluarte

{O de cómo el amor es una poderosa muralla.}

Midió los mililitros de sangre de nueva cuenta. Pesó los órganos y los devolvió a sus contenedores con actitud clínica. Lanzó un hechizo para evitar que las bacterias y los hongos se propagaran en sus ingredientes y después escogió una zona que no estuviera demasiado húmeda para comenzar a dibujar el Sello de Salomón y las ruinas que lo acompañarían. La tiza fue esparciéndose por todo el suelo de la habitación principal de la Cámara de los Secretos. Mientras Harry dibujaba, Kudu se paseaba por el lugar y Veratrum seguía su ejemplo, la escena de un par de serpientes con capas era más extraña que la de un adolescente trazando un símbolo esotérico.

El equinoccio sería al día siguiente y Harry debía de tener el sello completo. No era un trabajo sencillo, las medidas eran exactas y equivocarse por un centímetro sería catastrófico o equivaldría a un ritual fallido. Todo el tiempo se aseguró de que los ángulos de los triángulos concordaban y que las runas estaban bien dispuestas, que ningún trazo era más tosco que otro y que no había borrado algún signo por error. Nunca dejó que su sudor manchara su trabajo.

Después de diez horas de trabajo pudo terminar la primera parte del ritual. Harry iba a darle un puñetazo a Tom en su perfecta nariz en cuanto fuera posible, el guapo adolescente era un dolor de cabeza, Riddle era más problemático que divertido.

Miró por última vez el sello y soltó un suspiro. Con la llegada de la primavera el caos asomaría su fea cabeza. El mundo no estaba listo para tener a Tom Riddle de vuelta.

.

(Baluarte)

.

Tener una charla con Remus Lupin resultó más complicado de lo que Harry pensó en un principio. Desde aquella vez en la que su boggart hizo acto de presencia el profesor de defensa lo evitaba de manera educada. Estaba bien. Harry admitía de buena gana que quizá no era una persona muy fácil de tratar por su tendencia a desentonar con la realidad, no es que lo hiciera a propósito, se le daba de manera natural. Le tomó, al menos, tres intentos acorralar a Remus Lupin después de clases para que pudieran tener una conversación a solas. El profesor lucía incómodo, lo último que deseaba era quedarse con el muchacho que le recordaba a James y a Lily con una dolorosa intensidad. Ni qué decir que el chico era un Slytherin, las personas de esa casa siempre se traían algo entre las manos y eran tormentosos a su manera, incluso en sus momentos más encantadores.

—Profesor —empezó Harry con una sonrisa—, si yo fuera más sensible ya estaría llorando porque creo que me está evitando y no está siendo muy sutil.

Remus intentó mostrar una expresión afable, pero terminó haciendo una mueca. Para su buena o mala suerte, Harry pareció divertido con su actitud.

—¿Podemos hablar? Tengo un mensaje de parte de un perro negro.

Lupin, que hasta ese momento lo único que tenía en mente era buscar una excusa para aplazar la charla, se congeló. Miró a Harry con verdadera confusión, buscando signos de que había escuchado mal y Sirius Black en su forma de animago no fue mencionado en forma de metáfora.

Encantador de serpientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora