"Tic Tac, Tic Tac" son las unicas palabras del reloj colgado en la pared. Un ambiente sereno y frío envolvía el lugar, llantos de desconocidos se escuchan entre las paredes y la ruidosa conciencia no ayudaba a Emma a despejar los malos pensamientos de su mente.
—Odio los hospitales —Murmura cabizbaja
Cada minuto el volumen aumentaba dentro de la sala de espera. Preguntas sin respuestas se originaban dentro de Emma —"¿Será solo un resfriado?", "¿Qué pasará si muere?", "No estoy lista para dirigir una empresa" —Cada vez más fuerte resonaba en su cabeza.
—¿Emma Brown? —Llama el anciano doctor con rostro caído que refleja los años que ha vivido dentro de estas tristes paredes
—Soy yo —Se levanta con ojos esperanzados y camina hacia la habitación donde su padre se encontraba.
Harry Brown yacia en una camilla un tanto pequeña para su tamaño. Se veía la enfermedad en sus ojos con tan solo darle un vistazo pero su positivismo seguía diciendo que solo era un mal resfriado.
—Hemos realizado profundos análisis al Sr. Brown pero aún no podemos descifrar el motivo de sus síntomas. —Dice el triste doctor dirigiendo la mirada hacia Harry —Lamentablemente, esta afección que se aloja en su cuerpo lo está consumiendo poco a poco. —El doctor enunciaba con una triste mirada que no daba esperanzas.
—¿Y eso que significa? - Emma preguntaba esperando una respuesta contraria a lo que la lógica le decía.
—Mmm... Signi... — El doctor es interrumpido
—Significa que moriré —Harry afirma de forma melancólica mirando a su querida hija a los ojos.
—No puede ser —Contradice mientras se arrodilla junto a la camilla de su padre —¡Papá!, no puedes morir ahora. No estoy preparada para dirigir Brown's Industry, apenas tengo 21 años. —Ruega la chica con lágrimas en sus ojos.
—No te preocupes, se que podrás hacerlo, después de todo, te he criado para que puedas enfrentar todo lo que el camino te traiga.
—Te extrañaré mucho papá. —Una lágrima cae entre sus manos entrelazadas
El ambiente se sentía frío. Solo lágrimas caían de los ojos de Emma quien nunca pensó que la vida de su padre llegaría a su fin de manera tan temprana.
—Y pensar que soñé con verte casada antes de que mis últimos días lleguen —Dice el padre con decepción
Emma levanta la cabeza despacio reflejando la nostalgia en su rostro diciendo —Quizás no es demasiado tarde.
—¿A que te refieres hija? No te puedes casar en tan poco tiempo. —Pregunta confundido
—Solo quiero que mueras feliz papá. Además, si en séptimo grado pude hacer aquella maqueta del sistema solar en una noche, creo que esto sera pan comido.
—No sabes lo feliz que me harías— Expreso con una cálida sonrisa y ojos llorosos. — No puedo creer que puedas organizar una boda en 30 días.
—¿ESPERA QUE? —Exclama en tono de pregunta.
Emma tenía en mente que su padre se iría de este mundo en un lapso de tiempo decente como para poder disfrutar de sus últimos días pero 30 días no eran suficiente para ella.
Su mente daba vueltas y vueltas, estaba confundida y arrepentida de tomar aquella decisión tan importante en su vida.
—Cuando dijiste que morirías pensé que sería en ... —se detiene — ...no se, un año. Pero ¿un mes? Es muy poco tiempo.
—Lo sé mi niña —Responde en tono bajo —Por eso no tienes que casarte ahora, cuando sientas que es el momento para comprometerte te estaré viendo desde allá arriba.
Un silencio incómodo hace presencia en la habitación esperando la respuesta de la futura heredera de Brown's Industry.
—Agh —Suspira —No padre, tu has hecho todo por mi y lo menos que puedo hacer es cumplir tus sueños antes de que sea tarde.
Una sonrisa de tranquilidad se dibuja en el rostro de Harry quien sabe que dejará a su hija en buenas manos.
"Me casaré en 30 días" —Fueron las últimas palabras de Emma Brown antes de salir del hospital y regresar a su hogar.
El camino a casa fue largo y la quietud se apoderaba de la limosina donde Emma se sumia dentro de su propia conciencia. La tos seca de Harry Brown interrumpía el silencio y el pitido de los autos no dejaba concentrar a Emma quien miraba por la ventana el paisaje de los altos edificios y un cielo que pronto se apagaria.
Sostenía el amuleto de suerte que colgaba de su cuello el cual su madre le había obsequiado mucho antes de su muerte. "Ni tanta suerte me has dado" — pensaba Emma mientras admiraba la foto de su madre plasmada en el collar.
Llegan a su destino, una mansión de gran escala que cualquiera que la viera pensaría que con solo vivir ahí su vida estaría arreglada. Pero no todo es lo que parece.
Los Brown son recibidos por un impresionante numero de sirvientes que interrogaban sobre la salud de su jefe.
—No es nada —Decía Harry tratando de calmar la multitud aún sabiendo que mentía. Solo buscaba el momento indicado para darles la noticia que pronto todos servirán únicamente a su hija, Emma Brown .
Emma siempre pensó que contar con tantos sirvientes era ridículo, después de todo, siempre se ha considerado como una mujer independiente y que ser hija de uno de los magnates más ricos de Inglaterra no significaba que no podía hacer algunas cosas básicas por si misma.
La entristecida futura heredera de Brown's Industry ignora las interrogantes a su paso y sube las espaciosas escaleras dirigiéndose hacia su habitación en donde se encierra.
—"Si mamá estuviera aquí, todo sería más fácil" —Pensaba mientras dejaba caer su bolso de mano.
Cualquier persona en Inglaterra o en cualquier parte del mundo daría lo que fuera para estar en la posición de Emma, pues, ¿Quién no quisiera liderar tan poderosa empresa y tener dinero de sobra para hacer lo que te plazca? Al parecer nuestra protagonista era la excepción.
Pero, la preocupación de que miles de empleados estén en sus manos no era lo que ocupaba mayor espacio en su mente sino que, desde que salió del hospital una pequeña pregunta ha estado rondando en su cabeza:
"¿Como voy a enamorarme en 30 días?"
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Cautivado por mi herencia
Romance¿Que harías si tienes que enamorarte en 30 días siendo consciente de que todos tus pretendientes solo buscan la herencia de tu padre? La misma pregunta se ha estado haciendo Emma Brown, quien ha vivido por 21 años bajo el manto de su padre, el líde...