Declaraciones sobre hielo

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Chris abraza la cintura de Emma y la guía hacia el hielo.

Se posiciona detrás de ella para dirigir sus pasos mientras se acerca poco a poco a su cuello haciendo que Emma perciba aquel característico perfume que no le disgustaba.

—Lo único que debes de hacer es relajarte e inclinar tu cuerpo hacia adelante cuidadosamente — Explica en voz baja cerca de su oído

Emma trata de imitar lo que escuchaba a pesar de que sentía distraccion por su cálida voz y el acogedor sentimiento en su cintura haciendo que su corazón palpite en una velocidad que no era normal.

—Ahora, deslizate lentamente alternando tus pies —Continua

—Creo que ya lo tengo —Dice emocionada al ver que se deslizaba sin caerse.

—¿Viste que no es tan difícil? —Cambia de posición y toma la mano de Emma mientras patinan al unísono

Una sonrisa de extremo a extremo se revela en el rostro de Emma al sentir la adrenalina

—Pense que no sabias —Comenta Emma al ver lo bueno que era Chris.

—De hecho, tomé algunas clases cuando pequeño.

—Pues al parecer tienes buena memoria — Dice ironicamente

—Y al parecer tu eres lo contrario — Suelta la mano de Emma y presume sus viejas habilidades en el patinaje

Emma se sorprende al ver lo bueno que Chris se desenvolvía, incluso parece un patinador profesional. Pero estaba más intrigada en conocer el por qué de lo que había dicho Chris anteriormente.

—¿Como que soy lo contrario? —Indaga con interés

—No se si recuerdes, pero en la cita que tuvimos ayer te di mi número —Le recuerda —Y a no ser que no tengas celular, no recibí ningún mensaje.

Emma abre sus ojos como pelotas y corre detrás de Chris intentando mantener el equilibrio. El había acelerado la velocidad sabiendo que Emma no lo podría alcanzar.

—En primer lugar, no fue una cita — Establece en voz alta siguiendo a Chris — Y segundo, no estoy obligada a escribirte o llamarte.

—Por otro lado, yo si estoy en obligación de buscarte. —Le responde Chris

—¿Que dices? —La confusión se muestra en su voz —¿Por qué rayos tendrías que buscarme?

—Porque quizas me gustas —Enuncia y frena con brevedad.

Emma se quedó sin palabras y con la mente en blanco. Tanto fue así que no supo cómo frenar y velozmente se dirigió justo al cuerpo de Chris pronosticando una fuerte caída. Pero hábilmente este la detuvo tomando de su mano haciendola que caiga entre sus brazos de forma inclinada.

Sus ojos se encontraron y aún Emma no procesaba lo que Chris había declarado.

—¿Te había dicho lo lindo que son tus ojos? —La mira con una sonrisa genuina.

— S... Si, digo... No —Tiembla su voz — Pero gracias

—Aún tienes mucho que aprender sobre patinaje— Chris se ríe y la ayuda a tomar el equilibrio de vuelta.

Nadie sabe si las palabras de Chris habían sido ciertas o no. Pero lo que sí está claro es que Emma no dejó de pensar en esas sílabas la tarde completa.

Y si no era poco, su pequeña mente tampoco podía entender:

"¿Cómo una persona puede semi-declarar sus sentimientos y actuar como si nada pasó?"

Chris ni siquiera volvió a mencionar el tema haciendo que Emma se auto pregunte si lo que escucho había sido real.

Las horas pasaban y pasaban pero ambos estaban tan metidos en su propio mundo que no veían como la luz natural que entraba por el techo se iba escondiendo.

— ¿Y qué te gusta hacer además de ser fría conmigo? — Cuestiona mientras toma de su mano y patinan hacia las gradas

Emma ríe levemente

— Me gusta tocar el violín, aunque hace tiempo que no lo practico— Confiesa

— ¿Por qué no? El violin me trae recuerdos — Se sienta junto a Emma en  los incomodos asientos de las gradas.

— ¿Recuerdos de que?

— De mi madre — Continua — Solia tocarme hermosas canciones.

— ¿Solia?

— Si, antes de fallecer de cáncer — Expresa cabizbajo mientras de desata los patines

— Lo lamento mucho — Lo ve a los ojos con tristeza — De hecho... mi madre también falleció en un accidente de tránsito cuando yo tenía dieciséis.

— ¿Lo dices en serio? — Levanta la mirada

— Si — Afirma — Esa es la razón por la que no he vuelto a tocar el violín. Solia tocar para ella antes de morir. — Cuenta con ojos llorosos.

Chris pasa su dedo por la mejilla de Emma limpiando la lágrima que había caído en su rostro.

— Tu madre debió de ser una persona hermosa, al igual que tu. — Sonríe

— Gracias — Dice entre sollozos — Tu madre debe de estar orgullosa del gran chico que ha criado

Las pupilas de Chris aumentaron en tamaño y una sincera sonrisa se dibujó en su rostro aunque dentro de si, sentía que no merecía aquellas palabras que Emma le había dicho.

Algo dentro de su ser no encajaba bien. ¿Realmente estaría dispuesto a mentir y romper el corazón de esta chica solo por la codicia de su padre?

— Gracias por eso — Responde — Por cierto, espero que algún día puedas tocar el violín para mi. — Agrega poniéndose de pie y dándole su mano a Emma quien  se había colocado sus botas nuevamente.

— Con mucho gusto lo haría — Bromea tomando de la mano de Chris.

Ambos devolvieron los patines al establecimiento y salieron por un helado el cual Emma se ofreció a pagar.

Lastima que ninguno de los dos estaba lo suficientemente consciente para darse cuenta que a escondidas, las cámaras de los medios caían sobre ellos preparados para anunciar la noticia de que Emma Brown había encontrado a su futuro esposo.

Cautivado por mi herenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora