¿Quién es el afortunado?

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El miedo se veía en los ojos de Emma. Sabia que no debió haber confiado en cualquier estupido que le pida "Confiar en el". Se reflejaron en su mente todas las veces que su madre le había dicho que no hablara con extraños y aún así se sube al vehículo de alguien cuyo nombre no conoce.

—Es broma —Rie —Te ves bonita cuando te asustas.

—¡Eres un estupido! —Empuja al chico haciendo que casi se mueva. —Llevame devuelta a la playa — Reclama enfurecida.

—Pero acabamos de  llegar. El lugar está por aqui, solo sígueme. — Contesta mientras se adentra en un sendero entre los árboles.

Emma se negaba a seguirlo y se quedó de pie hasta que el chico decida volverla a llevar a casa.

— No iré a ningún lado —Grita al chico quien ya se había adelantado.

— Esta bien. Estaré allá delante en caso de que te encuentres con un oso.

La chica no tenía otra opción así que siguió los pasos de aquel misterioso tipo.

No fue mucho el camino hasta que llegaron a un lugar alejado de la ciudad . Un lago tranquilo de aguas claras se encontraba en frente de ellos. Se escuchaban los pájaros desde las ramas de los altos pinos en el bosque. El atardecer iba llegando haciendo que el ambiente oscurezca.

— Es aquí — Dice el chico señalando a un muelle en el medio del lago.

— Pues no es tan feo— Enuncia Emma mientras se sienta en la orilla del muelle

—Bueno, te dejaré a solas. Estaré allá en caso de que necesites algo — Comenta mientras apunta a una hamaca que colgaba del tronco de dos árboles.

— De hecho... Puedes quedarte aquí — Hace un espacio al lado de ella para que el chico pueda sentarse. — Siento que fui muy ruda contigo en la playa.

— Mmm... Ni tanto — Dice en forma de sarcasmo — De igual forma, lamento haberte hecho esa broma. Creo que no estabas de humor.

— Creelo, no he estado de humor estos últimos días

Emma admiraba la hermosa vista delante de ella. Las aguas cristalinas que daban permiso a ver los peces de múltiples colores y el hermoso atardecer que parecía haber sido pintado por el mismísimo Da Vinci.

Mientras contemplaba el escenario, sus ojos se fijan en aquel chico. Sus profundos ojos marrones mirando al atardecer, su pelo que se movía junto con la suave brisa, sus labios de apariencia suave como pétalos de rosa. Emma debía admitir lo atractivo que era...

Espera

Se da cuenta que aún no sabe su nombre por lo que procede a preguntar.

— Oye, que yo recuerde, creo que aún no sé tu nombre

— ¡Oh! — Exclama sorprendido — Perdona, me llamo Chris.

— Es un gusto Chris — Dice estrechando su mano — Mi nombre es...

— Emma Brown, lo se — Le interrumpe

A veces Emma solía olvidar que su nombre rondaba por toda Inglaterra.

— Desgaciadamente si, soy yo — Se lamenta

— Te entiendo, debe ser dura tu vida

— No tienes ni idea. A veces quisiera ser alguien normal. Salir a las calles sin este ridículo sombrero — Cuenta mientras sostiene el sombrero

— ¡Eyy! ¿Que culpa tiene el sombrero? — Bromea

— Horas antes habías dicho que este sombrero era horrendo

Cautivado por mi herenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora