Capítulo nueve.

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"Deeper than an ocean. You keep on filling with all my emotion"

—So... (Entonces...)—miró hacia arriba haciendo contacto visual con los dos latinos—, Are you going to remove it or what? (¿Me lo vas a quitar o qué?)

—No, he is not going to take away anything. First, I'm not an object and second, you do not have the right to decide if I stay or I'm leaving (No, él no te va a quitar nada. En primera, yo no soy un objeto y segunda, tú no tienes el derecho de decidir si me quedo o me voy)

—I'm just saying, you already explain it many times, your thing does not work, I think they should end up (Solo digo, ya te expliqué muchas veces, lo suyo no funciona, yo creo que deberían terminar)

—Come here (Ven para acá)—se paró y tomó de la mano a lo que sería su expareja y lo llevo al baño—Look, de don't give you an explication of two hours for nothing (mira, no te dimos una explicación de dos horas por nada)

—But- (Pero—)—fue callado por el mexicano.

—You're wrong (Estás mal.)

—Te amo.

—¿Qué?

—I love you with all my heart, everytime that I see you I feel that the air get out me and I stray to see your eyes(Te amo con todo mi corazón, cada vez que te veo siento que se me sale el aire y me desvío por ver tus ojos)—susurró rápidamente, recibiendo una mirada confusa del otro.

—No, not anymore. I don't believe you anymore, don't try to manipulate me.(No, ya no. Ya no te creo, no intentes manipularme.)

—No? Well, for your information I think it's good that you leave my house, I never want to see you again. Come on, go fucking with everyone you want. How did it happen? If something happens to you, I'm not going to worry.(¿No? Bueno, para tu información me parece bien que te vayas de mi casa, no quiero volver a verte nunca más. Anda, vete de puta con todos los que quieras. Cómo ya pasó, si te pasa algo no me voy a preocupar.)

¿Cómo? Cambió de personalidad de un momento al otro, no comprendía qué estaba sucediendo.  Durante la cena, Chile comenzó a decirle todas las verdades del ruso enfrente de él, se moría de pena. El ruso solo lo miraba con seriedad hasta que mencionaron el tema de romper la relación, le dieron vueltas y vuelto un millar de veces hasta llegar a dónde estaban ahora.

—It's okay! I'm going! (¡Está bien! ¡Me voy!)

Sin pensarlo más salió por la puerta, pero antes Rusia lo tomó de la cintura y lo forzó a unirse a un apasionado beso, que obviamente México correspondió —migajas de amor—. Cuando terminó su unión, el moreno se dio cuenta de lo que acababa de hacer. Lo miró anonadado y le proporcionó una merecida cachetada.  El ruso lo miró enfurecido, de un momento a otro hubo una persecución entre ambos. México corría por todas sus fuerzas, intentaba evitar las escaleras porque sabía que por su torpeza podría caer, y ahí sí sería su fin. El miedo y la risa invadía su ser, le parecía algo cómico que el ruso lo persiguiera solo por una cachetada, pero le daba miedo que le hiciera algo. Sabía que tenía tanta fuerza que si te daba un golpe, te desinstalaba hasta el "Facebook". Chile por su parte estaba ansioso sentado en la mesa, comiendo mientras esperaba a que la desfragmentada pareja saliera del baño, que estaba en el piso de arriba. Todo había pasado tan rápido, solo se soltó con el europeo y en un dos por tres estaban teniendo una pelea como la de las familias de Monterrey.

Cuando escuchó pasos alterados supo que algo malo había pasado arriba, así que acomodó la mesa rápidamente en caso de tener que salir corriendo.  Por su lado, el ruso ni siquiera era dueño de su cuerpo en esos momentos, no estaba pensando. Quizás era por los litros de alcohol consumidos por su gente y que se encontraban recorriendo sus venas lo que lo hacía reaccionar no éticamente. Tenía ganas de matar al mexicano, de pisarlo como una vil hormiga, pero igual tenía miedo, miedo de que se fuera su juguete favorito, su juguete sexual que tanto le gustaba y le llenaba. Si él se iba, le contaría a todo el mundo como la perra chismosa que eso y ahora, sus aliados se la pensarían dos veces al estar con él. Y eso le haría perder el poco poder político, había trabajado tan duro para ser lo llamado "potencia" aunque... realmente no lo era. Siguieron la persecución en el piso de arriba, tirando muebles, rasgando cortinas, dejando marcas de zapatos en el suelo y sudor por el esfuerzo, no fue hasta que al ruso se le ocurrió una técnica para acabar con esa vil rata. El éxtasis del miedo y excitación que tenía le hicieron hacer algo que su pacífica personalidad no le permitiría: decidió llamar a los militares.

Era algo tan simple como tocar un botón en su teléfono y vendrían enseguida por el. Quería sangre ese día, tuvo una mal jornada y no había nada mejor que terminarla con una tragedia para su aburrida vida ¡Oh por dios, eran países, todo era aburrido para ellos! ¡Hace mucho que no corría sangre por sus manos! Escuchó por la puerta como el mexicano desesperadamente se escondía en un clóset, cosa que sería totalmente inútil en unos momentos. Tocó el botón rojo de una aplicación que tenía en su celular y una alarma sonó por toda la casa. Tan alto y fuerte que se sentía que en cualquier momento rompería los tímpanos.

El chileno que estaba abajo se alteró, buscó un lugar para esconderse, abajo de las escaleras era un buen lugar, ya que había una pequeña puerta donde se podían guardar cosas. Sabía que esas alarmas significaban algo malo, porque el igual tenía un sistema parecido a eso. Escuchó el sonido de las ventas quebrarse y las puertas cayendo al suelo. La alarma sonaba cada vez más alto, no sentía miedo, solo un gran enojo, ese maldito loco hizo todo un desmadre por un berrinche.

Arriba, México estaba temblando del miedo, no quería que lo descubrieran, cosa que eventualmente pasó. Sintió como lo sacaban de su escondite y lo jalaban para dejarlo caer al suelo. Tomaron su brazo y lo llevaron atrás de su nuca, sintió la boca de un arma en su cuello. Respiraba rápidamente, escuchó la voz más tenebrosa que había escuchado en toda su vida, le hizo sudar frío.

—проиграла (Perdiste)

El soldado tocaba el gatillo del arma esperando las órdenes de su jefe para proceder. La adrenalina corría tan fuertemente por sus venas que le dolían sus extremidades, sus ojos estaban inyectados en rojo por alguna herida, las palmas de sus manos estaban lastimadas con vidrios rotos. No moriría, pero quedaría en mal estado, y por como andaban las cosas se negaba a querer estarlo. No dejaría que ese viejo borracho se quedará con la suya, sí quería cambiar primero debía quitar de su vida a ese animal. Con su delgada pierna pateó el brazo del soldado justo en el codo, haciéndolo dar un grito de dolor. Se paró enseguida y corrió abajo, siendo perseguido por diez soldados rusos. Escuchaba disparos detrás suyo, algunos lograban dar de rebaba a sus brazos o piernas pero ninguno a su carne pura. Se dirigió directo a la puerta, que no tenía guardias vigilando —según él— pero fue detenido con un grito.

—¡Acá estoy! ¡Vení por mí, no me dejes aquí!

¡Oh claro! Era Chile, antes de pasar por la puerta fue por dónde salía esa voz, no sin antes desviar a los guardias al jardín. Abrió la pequeña puerta de la escalera y sacó de jalón al chileno. Ambos corrieron a la puerta.  Salieron exitosamente, ahora el desafío sería atravesar la calle e ir al aeropuerto, necesitaban un lugar donde esconderse por qué era seguro que los buscarían por toda la República. Ambos se tomaron de las manos y contaron hasta tres.

—¡Uno!

—¡Dos!

¡Tres!

Corrieron atravesando la calle hasta que México sintió un terrible dolor en su rodilla derecha, tirándolo al suelo de inmediato. El chileno igual sintió un tremendo dolor en su brazo derecho que soltó su mano del agarre.

—Me dieron...

Los habían atrapado... Chile se dejó tomar, no podía con el dolor y le preocupaba que si se movía más el sangrado empeoraría. En cambio México que estaba en suelo se arrastró hasta la otra calle donde se escondió, tomó su celular que estaba en su bolsillo y aunque estaba lleno de sangre limpió un poco la pantalla con las magas de su blusa y llamó a Argentina.

—¡Ayúdame por favor!

Un militar tomó su brazo y lo rompió, de tal manera que el celular cayó rompiéndose por un pisotón del contrario. Sus huesos quebrándose lo llenaron de dolor y sacó un grito de sus ya lastimadas cuerdas vocales. Se desmayó por el dolor y la pérdida de sangre en pocos minutos.

I Keep on Falling  [AleMex]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora