Capítulo dos.

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"Told you no lies, told me no cries I'm just a mess till we undress"

Extrañamente después de esa pelea, no volvieron a pelear en un largo tiempo, pero México comenzó a notar bastante diferente al ruso. Se volvió muy distante con él y cuando se veían lo ignoraba, de alguna manera sentía que le ocultaba algo o que algo en específico andaba mal.

Todos los fines de mes México se iba a casa de sus hermanos para echar el chisme y tomarse un cafecito —en el caso de Argentina, un mate—, dejando a Rusia solo en casa trabajando. El mexicano le gustaba ir a esas reuniones, ya que hablaban de temas políticos y dramas que pasaban en las vidas de los latinos. Normalmente uno o dos faltaban, pero era de cajón que México realmente estuviera, ya que él siempre animaba a todos sus hermanos. Pudieron haber vivido su vida normal, con ambos no hablándose para nada e ignorarse olímpicamente, pero no, la vida de México era puro drama.

Fue un sábado cuando todo comenzó. El moreno estaba haciendo pan de fiesta para la reunión con sus hermanos. Se la estaba pasando bomba con música de Chayanne sonando por toda la casa. El ruso entró a la cocina para preguntar por las escobas entre otras cosas para limpiar, México le indicó que estaban en el cuartito de afuera, el ruso fue de inmediato por ellas. Mientras el pan se horneaba, veía al ruso subir y bajar para remojar el trapeador en el agua con fabuloso. Para México, era la primera vez que veía limpiar al ruso, más bien, era la primera vez que veía al ruso toca una escoba. Porque si, Rusia era bastante conservador en cuanto a las labores de la casa se trataba, ya que le dejaba todas las labores del hogar al mexicano, y este, de mala gana las aceptaba.

Cuando México terminó de cocinar, metió todo en una bolsa de pan Bimbo y echó en su mochila del PRI. Se despidió de Rusia y salió de la casa para ir por el auto. Ya adentro del auto comenzó a conducir al aeropuerto, este mes se iban a reunir en la casa de Colombia, sin embargo se dio cuenta rápidamente que había dejado por menso su maleta en la sala de la casa, así que tuvo que conducir de regreso a su casa.

Al estacionarse frente de su casa vio un auto que se veía sospechoso, no tenía placas rusas. Lo ignoró porque pensó que tal vez era algún conocido de algún vecino de por ahí. Salió del auto y se dirigió a su casa. Tocó la puerta para que Rusia le abriera, sin embargo nadie contestó o llegó, por lo que decidió sacar sus llaves de sus bolsillos y entrar.

Al entrar a la casa, un silencio penumbral lo recibió, las luces de abajo estaban apagadas y todo estaba como lo había dejado antes de irse de la casa, si no fuera por un pequeño detalle. Una chamarra desconocida se encontraba en el sofá. Se acercó hacia ella y la tomó.

Pudo percatarse que es prenda no era del ruso, ya que era bastante pequeña para él y tampoco era de él —en caso de que el ruso por alguna razón se la hubiera comprado—, ya que igualmente le quedaría chica. Ya que la chamarra no le pertenecía a ninguno de los dos, supuso que su pareja había invitado a alguien a la casa, sin embargo, negó de inmediato dicha afirmación, ya que si fuera así ambos estarían en la sala o en el jardín, y estos lugares estaban vacíos y silenciosos.

Subió las escaleras para ir al cuarto principal, en el pasillo lo detuvieron varios sonidos que él definiría como "gemidos".

Se asustó al percatarse que aquellas notas de voz sumamente elevadas venían de su cuarto, por lo que decidió abrir la puerta.

Tomó el pomo y lo fue girando lentamente mientras escuchaba sonoros gemidos gritando en un lenguaje que él no conocía.

—O tak, silniejszy!

—Kocham cię Rosjo

Al abrir completamente la puerta se encontró con la cruda realidad.

En la escena se veía a Rusia embestir salvajemente a Polonia. Toda su ropa estaba tirada por el suelo, y su maleta se encontraba a una esquina de la cama, volteada y semiabierta.

No dijo absolutamente nada, estaba pasmado. El ruso lo miró con sorpresa y después su semblante excitado y sudoroso se volvió uno lleno de rabia.

—Вы не ушли? Чертова сука! —gritó Rusia, alertando al polaco que se encorvó de repente para ver al mexicano.

—Meksyk! Co Ty tutaj robisz?

—Ustedes...—veía como el ruso y el polaco lo veían. El albino con furia y enfado y el castaño con incomodidad y desagrado—, ¿qué está pasando aquí?—dijo México con toques de furia y tristeza.

—Przepraszam, co powiedziałeś?—preguntó Polonia, a o que el ruso tomó la sábana que los cubría y puso encima del polaco para tapar su pequeño cuerpo.

—Что я должен спросить тебя, почему ты вернулся? Что ты не пошел с друзьями?—Rusia se paró dejando ver sus partes íntimas, y sin pudor se fue acercando a mexicano amenazadoramente—Польша! Убирайся отсюда!, Прямо сейчас!

El castaño, nervioso por lo que estaba pasando, se tapó lo mejor que pudo con las sábanas y salió corriendo del cuarto, escuchando de fondo los gritos llenos de furia del ruso junto con los sollozos del mexicano.

Llegó a la sala, posteriormente se cubrió con su chamarra y salió de la casa a tropezones para llegar a su auto, que había estacionado frente a la casa.

No mentiría, estaba bastante confundido, nunca pensó llegar a ver al mexicano en casa del ruso, y menos llegar como si fuera propia.

Estaba pasando una maravillosa tarde con su pareja cuando derrepente llega un país que poco conocía a alterar al ruso. No entendía el porqué estaba ahí. Nunca había visto al ruso y al moreno juntos, en las reuniones siempre estaban en lugares bastante alejados, y se llegaban a hablar poco, excepto por las veces en que Rusia iba a calmar las aguas cuando el "americano" se peleaba con el latino. Esas eran las únicas ocasiones en las que ellos dos llegaban a convivir.

Estaba formulando teorías en su cabeza del porqué de todo esto. Él conocía a Rusia desde que este prácticamente era un niño y también convivió con él cuando acabó la segunda guerra mundial y fue liberado de las garras de Alemania Nazi. Se llevaban tan bien, que desde hace cinco años empezaron a llevar una relación amorosa a distancia -por cuestiones de trabajo- donde, por lo menos se veían una vez al mes en casa del ruso. Pero ahora, después de este suceso, pensó que algo no andaba bien con el ruso.

¿Por Qué siempre que iba a casa del ruso siempre había comida extraña en el refrigerador?, o ¿por qué Rusia tenía una cama King Size si él le había dicho que vivía solo?, ¿por qué en su armario tenía ropa que no era de la talla del ruso y era de colores bastante chillones y alegres?, este le había dicho que eran para él, pero el polaco le había dicho su talla exacta, y toda esa ropa le quedaba un poco grande.

Uniendo todos los hilos que él había ignorado por mucho tiempo, llegó a la conclusión que Rusia lo engañaba con México, y que, en viceversa, México pensaba que Rusia lo engañaba con el polaco. No estaba enojado con el mexicano, ya que sabía que él no tenía la culpa, estaba enojado con el ruso, que tuvo un poder de manipulación tan grande para no hacerlo sospechar sobre alguna infidelidad. Definitivamente cuando llegue a su casa en su país, conseguiría el número del mexicano para explicarle todo, e igualmente llamaría a Rusia para romper con él y mandarlo a la mierda.


I Keep on Falling  [AleMex]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora