Capítulo quince.

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"Cus I get a little messed up in my head when you don't call me back. Say what you're needing"

―Entre ser y no ser, yo soy.

El sonido de la televisión se escuchaba por toda la casa haciendo que los diálogos explícitos de la telenovela "Teresa" resonaran por la mente de los presentes, que, se encontraban echados en el sofá. Inmutados por el ensordecedor volumen miraban sus dispositivos móviles.

―Ey parcero, ¿parché?

―Ni yo sé.

Mientras miraban su inicio de Facebook, Colombia se topó una foto que había subido Chile. En ella se encontraba acompañado de México, con una descripción que decía: "En las curas y en los cachos"; se notaba a leguas que la foto se tomó en un hospital, por lo cual se encontró un tanto distante de la vida de sus demás "hermanos".

―¿Sabes que ha sido de Méx?―preguntó a su gemelo, quien estaba atento a la televisión.

―Por lo que sé, estuvo hospitalizado con Chile, su machucante casi lo mata. ¡Ah! Y también creo que lo engaño... mal por él, es buen man.

―¿Cómo es que no me enteré?

―Andas algo ajetreado últimamente, y esto no es un tema que se mencione mucho. A nadie le importa mucho nuestra vida.

―Tienes razón, por cierto, ¿cómo vas con Nica?

―Peleamos. Salió del auto en plena cita por una disputa que tuvimos.

―¿Lo mismo de siempre?

―Sí, pero, ¿sabes? Creo que el culpable soy yo.

―¿Por qué lo dices?

―Yo siempre saco el tema a flote, y ella me responde de buena manera, pero yo insisto tanto. A veces pienso que deberíamos terminar definitivamente. Nos amamos, pero no es bueno para ambos discutir demasiado, pero no podría vivir sin ella, ¡la veo todos los días al salir a la calle!

―Creo que fue mala idea que la invitaras a mudarse al lado.

―Sí, lo peor de todo es que no puedo correrla, sería muy grosero de mi parte.

Nicaragua y Colombia mantenían una relación amorosa desde hace algún tiempo, y aunque ellos decían que solo estaban "andando" ―significando algo no muy serio― llevaban unos felices cuatro años juntos. A pesar de los choques que tenían, su relación parecía florecer bastante bien, o al menos eso pude haber sido si el colombiano no hubiera sacado temas incómodos a la mesa. Se conocían desde hace mucho, y pasaron sus existencias no tomándose mucho en cuenta, y pudo haber seguido así de no ser por una borrachera, una borrachera donde ambos despertaron en una cama, completamente desnudos y con marcas por su cuerpo. Una resaca horrible les hizo olvidar parte de la noche, solamente dejando los recuerdos de un encuentro pasional entre ambos. Tras pedirse perdón y huir de aquel lugar se vieron en otras múltiples ocasiones, en donde la sensación de incomodidad los delataba. Se tomaron la molestia de verse para hablar de lo ocurrido aquella noche, y fue en esa clase de cita donde entendieron por qué terminaron follando múltiples veces en ese lugar de mala muerte.

La confesión de sus sentimientos fue tardada e incómoda, porque nadie creería que te confesarías a la mujer con la que te acostaste en estado de ebriedad, pero fue así. Al iniciar su relación todo fue color de rosa y hasta cierto punto parecía seguir siéndolo―. Besos fugaces en lugares románticos, atención y cariño entre ambos, y por no mencionar los muchos toqueteos y manoseos en lugares públicos, siendo regañados por el mal tercio de su hermano Venezuela, que parecía sanguijuela por no querer despegarse de él. Y de cierto modo no sabe como empezó a decaer tan perfecta relación digna de estar en uno de esos libros adolescentes populares. Aquellos que solo leen por alguna tarea escolar y que al final le acaban agarrando gusto―, quizás fue que él era demasiado cursi y meloso, pero sabía que a ella le gustaba. Los choques que llegaban a tener no eran tan fuertes como para pelear todo el tiempo, algunos ejemplos de aquellas actitudes que los sacaban de sus casillas eran: la nicaragüense solía llegar bastante tarde a sus salidas. Y en sus propias palabras decía que era "porque tardaba en arreglarse" y bien él no era una chica y menos se arreglaba tanto, pero no le cabía en la cabeza que llegar una hora tarde se deba a que su cabello no se secó o no encontró ropa que combinara; en cambio, la menudita se quejaba del poco acicalamiento y cuidado que tenía el colombiano de sí mismo. No salía de usar una camiseta de color sólido junto con el mismo par de pantalones, y pocas veces se preocupaba del cuidado de la piel. Múltiples veces consideró llevarlo a uno de esos programas estadounidenses donde le hacen un cambio de look a los participantes; y aunque aceptaba a su novio con todos sus defectos y virtudes, no podía evitar señalarle lo que no le parecía.

―Si siguen estando en mal plan, ella se irá a sus tierras, así que no te preocupes por eso.

―Pero no quiero que se vaya...

―En algún momento lo hará, y tendrás que lidiar con eso, y, mira, hay muchas viejas lindas y buenotas aquí. No vale la pena que llores por ella.

―Que asco tu manera de pensar.

―Que asco que caigas tan bajo por una chica―tomó una papa de la bolsa de "Lays" que traía entre sus piernas, la masticó lentamente viendo a Colombia con una ceja enarcada.

―¿Sabes qué? Ya me voy de aquí, no tolero escucharte a ti y a tus idioteces, jódete.

―Jodido ya estoy.

Salió de su casa a pasos fuertes y resonantes, tomó su auto y decidió ir a hacer las compras. Estar en el supermercado lo haría relajarse sí o sí.

[...]

Tocó sus labios con una sonrisa vacilona, miró a su padre, que estaba en el asiento del copiloto, viéndolo con una mirada de desaprobación ―como el padre de Kronk en "Las Locuras de Kronk" ―. Pasaron unos cuantos minutos, en los cuales miraron la casa del mexicano de arriba hacia abajo.

―Tu plan es horrible.

―¿Tú crees?

―Sí, yo lo hubiera hecho mejor, pero no me dejaste ayudarte.

―Ni te dejaría, haces todo tan...

―¿Tan qué?

―A tu manera.

Recibió un resoplido enojado por parte del contrario, a lo cual él atendió a acelerar el auto para irse del lugar. De alguna manera se sentía liberado de su propia prisión de sentimientos. Aunque aquella disculpa que dio fue parte de su plan, en el fondo sentía que debía hacerlo desde hace mucho. Conociendo todo lo que le ha pasado al mexicano, no podía dejar de sentir pena por él y unas inmensas ganas de protegerlo del mal del mundo, aunque eso incluyera protegerlo de sí mismo.

―¿Qué te dijo? ¿Te pateó la cara?

―No, nos besamos―una mirada molesta quemó su lado derecho― y abrazamos.

―¿Pero te perdonó?

―Sí, ahora somos amigos, los mejores amigos en el mundo mundial.

―Ugh, pareces un niño.

―Soy un niño aún, y peor, soy tu niño.

―Por eso prefiero a tu hermano.

―Por eso prefiero a tu hermano―imitó el estadounidense con una voz chillona.

―No me arremedes

―No me arremedes―rio.

Recibió un golpe en el hombro por parte de su padre, siguió riendo con un ápice de dolor mientras conducía hacia el aeropuerto.

―Conoces tan bien las calles de la Ciudad de México, yo apenas estuve aquí.

―Todo esto fue mío alguna vez.

―Solo fue medio año.

―Aunque no lo creas hice mapas de toda la ciudad y el territorio―sonrió mientras le enseñaba a su padre un mapa de toda la CDMX en su smartphone.

―Estás enfermo.

―Sí, y no es gripe.

I Keep on Falling  [AleMex]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora